lunes, 31 de diciembre de 2012

La Batalla por el Control de las Armas en Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

En un videoclip en blanco y negro, con duración de un minuto y medio, 44 famosos artistas de Hollywood se reúnen con el objeto de respaldar públicamente la campaña denominada “Demanda un plan para detener la violencia armada”, que exige una prohibición de los fusiles de asalto, así como leyes más estrictas para la venta y el tráfico de armas. Es este un representativo llamado de la sociedad en respuesta al más reciente asalto a una escuela en Sandy Hook, Connecticut. “¿Cuántos más? ¿Cuántas universidades más? ¿Cuántos salones de clase más? ¿Cuántas salas de cine más? ¿Cuántos templos más? ¿Cuántos centros comerciales más?”, se preguntan los artistas en el video.

Es ésta sólo una pequeña muestra del gran debate nacional en el fin del año 2012 en ese país, en el que el gobierno del presidente Obama mismo ha tenido que inmiscuirse luego de que el Sitio en Internet de la Casa Blanca denominado “Nosotros el Pueblo” recibiera 400 mil peticiones para exigir un mayor control del armamento doméstico que predomina en toda la Unión Americana. Al tiempo, Obama apuntaba en otro video también hecho público, que ha propuesto ya al Congreso “la aprobación de leyes sensatas que tienen el apoyo de la mayoría de la ciudadanía, incluida la prohibición de la venta de armas de tipo militar y de los cargadores de alta capacidad…”

Como se sabe, cada vez que alguien abre fuego en contra de grupos de gente inocente, la respuesta habitual de los defensores del derecho de los ciudadanos a poseer armas, en particular la Asociación Nacional del Rifle-ANR y sectores derechistas conservadores del país, es que tal derecho está basado en la Segunda Enmienda de la Constitución, un decreto sin embargo que fue escrito varios siglos atrás, cuando la gente en el campo estaba necesitada de poseer un arma para contener a alguien robando sus tierras y violando o matando a toda una familia; realidad que hoy suena provinciana, por el florecimiento de un avanzado sistema de orden y justicia que responde con mayor eficacia a la violación de los derechos de los ciudadanos y sus familias.

Pero el negocio de las armas ahí pesa más. La misma Asociación Nacional del Rifle, luego de un impasse por desconcierto propio de varios días, pasó a la ofensiva en ocasión de la jornada en la que la gente recordó a las más recientes víctimas con un minuto de silencio, utilizando el mismo argumento que le ha caracterizado, en el sentido de que son las escuelas las que deberían de tener guardias armados: “Lo único que detiene a un chico malo con un arma es un chico bueno con un arma”, opinaba de nuevo Wayne LaPierre, presidente ejecutivo de la ANR, quien agregaba que los bancos y los aeropuertos tienen guardias armados, mientras que las escuelas no poseen dicha protección. LaPierre ha reafirmado su postura al lanzar nuevamente una feroz defensa del derecho de los propietarios de armas que, asegura, está en peligro “por causa de la gente rica en las ciudades, los políticos de élite y los histéricos medios informativos…”

Ahora se sabe de los intereses que la ANR defiende fervientemente. Se sabe por ejemplo que más de 50 empresas relacionadas con armas de fuego donaron entre 2005 y 2011 cerca de 15 millones de dólares a la asociación, según la propia lista del programa de donantes de la misma. Se sabe también que a la compañía armamentista Smith & Wesson, fiel donante de la ANR, se suma ahora la empresa Sturm, Ruger & Company, Inc., quien acaba de anunciar haber donado ya 279 mil 600 dólares como parte de la campaña “Un millón de pistolas vendidas a beneficio de la ANR”, un desafío propio para vender un millón de pistolas en un período de 12 meses, que implica donar un dólar por cada venta hecha durante ese período de tiempo, hasta llegar a un millón de dólares.

Hay mayor sensatez en otros sectores, por fortuna. A propósito de la lógica que plantea la ANR en el sentido de que no son sólo las armas lo que mata a las personas, y que un coche también mata, alguien se preguntaba en días pasados cuál sería el propósito de un coche: ¿Enfilarse hacia una parada de autobús y borrar de ahí a todo el mundo…? Al contrario, a diferencia del alcohol, el cigarro o los autos que también matan, el uso principal de un arma ―decía― es para matar o destruir cosas, pues la pistola está diseñada y fabricada para mutilar, matar y destruir. Así que el viejo argumento de que entonces también habría que prohibir los autos, es un razonamiento torcido, porque el 99.99 por ciento compra un coche como medio de transporte, mientras que las personas que compran armas quieren algo que dispare balas; o sea, una máquina de matar…

En fin, que en medio de ese debate, el vicepresidente Joseph Biden encabezaba el día 20 de diciembre la primera reunión de un grupo de trabajo interministerial que tendrá que presentar para enero un “plan integral”, con “propuestas concretas” para frenar la violencia generada por las armas. En tanto, del otro lado legisladores republicanos de estados como Virginia, Carolina del Norte, Oklahoma, Dakota del Sur, Oregon, Tennessee, Minnesota y Florida, proyectaban medidas basadas en la propuesta de la ANR para armar al personal de las escuelas, basados algunos en una ley del estado de Texas que prohíbe las armas en las escuelas, a menos que el colegio dé a la persona que lo solicite una autorización escrita para llevar una; Arizona y otros seis estados tienen ya leyes similares, muy convenientes por supuesto para continuar haciendo florecer el negocio de las armas...

31 de diciembre de 2012.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 30 de diciembre de 2012)
El Otoño del Imperio

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