sábado, 25 de agosto de 2018

Donald Trump y el Declive Sistémico de Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

La opinión generalizada que ha prevalecido y aún prevalece desde la campaña electoral y el eventual triunfo de un multimillonario en los comicios de 2016, instigada por resentidos demócratas a causa de la irremediable derrota de su candidata Hilary Clinton, es que el mundo se enfrenta ahora con Trump a una especie de inesperado “demente” que no sabe ni dónde ni cómo está dispuesto el memorable “orden global”, según esto, aprobado por todos.

Los llamados que se han hecho al “ruin” presidente, son en el sentido de que no pretenda destruir lo que el “establishment” reconoce como “legítimo”; sin considerar que ese “orden global” no es otro sino el neoliberalismo que buscan preservar no sólo los demócratas rencorosos y su adalid, la Clinton, o los líderes de la Unión Europea, o los de algunos países latinoamericanos que navegan con bandera de “demócratas”, sino los mismos medios informativos que han hecho de la crítica al “sociópata”, su Caballito de Batalla.

Curiosamente, a 200 días de la toma de protesta hecha por Trump que se cumplieron en el mes de agosto, ahora uno de tales medios a los que de su parte el presidente ha calificado como “enemigos del pueblo”, recula en sus intenciones y comienza a reconocer que “la buena noticia para Trump es que muchas áreas de la economía siguen funcionando…” En efecto, el Noticiero CNN dice en un amplio análisis al respecto, que “la tasa de desempleo es la más baja en 16 años…”, y que “la economía ha sumado más de un millón de empleos desde que Trump asumió el poder…”

Entre otros variados temas, incluso respecto a la propia Bolsa de Valores de Wall Street, el propio CNN afirma en el mismo documento que “su exitoso curso actual” resulta “un triunfo innegable para el presidente”, pues “los temores de un colapso del mercado bajo el gobierno de Trump han resultado ser equivocados…”

Y es que lo cierto es que, fuera de los dislates o las peculiares y a veces hasta discordantes formas del supuestamente “inoportuno” mandato, Donald Trump no es un “accidente” en el curso actual del planeta, sino un síntoma más y, a la vez, la intentona del “libre mercado” de encontrar un mejor camino tanto al innegable declive sistémico de Estados Unidos, como al del conjunto de ese capitalismo globalizado que hoy por hoy sufre una cada vez más profunda crisis global, cuestionado por millones de personas cada día más conscientes del empobrecimiento generalizado de la gente y de la incapacidad del sistema para resolver el presente y el futuro de la humanidad.

No debiera de olvidarse nunca que el neoliberalismo no es sino la fórmula que a partir de los años ochenta los grandes consorcios encontraron ―mediante la privatización de las economías, la apertura de las fronteras nacionales y los límites máximos infranqueables impuestos a los salarios de los trabajadores―,  para hacer frente al irremediable descenso de las tasas de ganancia en los mercados. Así que los llamados a respetar el “orden global” que asumen algunos frente a Donald Trump, no representan hoy sino una inopinada defensa de la “democracia de mercado”, que tanto daño nos sigue haciendo a las amplias mayorías del mundo.

25 de agosto de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 25 de agosto
de 2018)
El Otoño del Imperio

jueves, 9 de agosto de 2018

¿El Socialismo en Estados Unidos se Vuelve Realidad?

Jesús Hernández Garibay

La encendida polémica actual en torno a si los correos de Hillary Clinton fueron hackeados por los rusos en connivencia con el equipo de Donald Trump, detrás de la cual se encuentran demócratas resentidos por la derrota de su neoliberal estrella, ha escondido la preocupación que había por la exitosa precampaña que el senador por Vermont, Bernard “Bernie” Sanders, venía desplegando, y las acciones que se llevaron a cabo para reducir su popularidad.

Lo curioso es que el éxito de Bernie fue mayor cuando éste se enfocó en una ideología que por varias décadas fue vilipendiada en el país: el socialismo. Ya durante su primer año en la Cámara de Representantes Sanders acusaba a los dos principales partidos políticos de trabajar en favor de los ricos; una postura que ratifica el 30 de abril de 2015, cuando anuncia su intención de obtener la candidatura presidencial: “no creo que los hombres y mujeres que defendieron la democracia (norte)americana lo hicieran para terminar en un sistema donde los multimillonarios son los dueños del proceso político…”

Como se recuerda, la caída de la mayoría de los regímenes mal llamados “comunistas” tras el desplome soviético de finales de los ochenta, puso en entredicho la viabilidad de los sistemas “estatistas”. Y la “guerra fría” con el macartismo hizo que Estados Unidos se precaviera de caer en esa “desventura”. ¿Por qué, entonces, en la meca del capitalismo un político de 76 años que enarbolaba la bandera del socialismo, aun por socialdemócrata que fuera, se convierte en adalid y candidato de peso en la precampaña electoral por la presidencia del país?

Un informe publicado por la Fundación en Memoria de las Víctimas del Comunismo revela las preferencias sobre los sistemas políticos de los representantes de la llamada “Generación Millennial”. Según el documento, la mayoría de esa camada nacida entre 1980 y 2000 prefiere el socialismo al capitalismo, y casi el 44 por ciento de los encuestados optaría por vivir en un país socialista, mientras que la mayoría de los adultos prefiere el capitalismo.

Y es que las condiciones económicas han generado una situación en la que en forma creciente esa generación pierde la fe en su futuro, pues el deterioro del empleo, del sistema educativo, así como la ausencia de mejores salarios son hechos que llevan a los jóvenes a advertir que el capitalismo no les está ofreciendo las oportunidades que ha prometido. Y muchos ya comienzan a decir que este sistema “no va a existir para siempre en el mundo…”

Pero no sólo los jóvenes cambian. Los resultados de una encuesta realizada por Gallup del 1° al 13 de junio son contundentes: por primera vez en la historia de 18 años de la encuestadora, respecto a la pregunta a estadounidenses adultos acerca de “cuan orgullosos se sienten de ser (norte)americanos”, sólo el 47 por ciento dicen que están “muy orgullosos”, cuando que antes del 9/11 en 2001 era el 55 por ciento, después del 9/11 fue el 65 por ciento, en 2003 era el 70 por ciento, y en 2017 el 51 por ciento. Tal vez eso explique, al menos en parte, la entrada en escena de un presidente como el “ultra-(norte)americano” Trump.

9 de agosto de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 12 de agosto
de 2018)
El Otoño del Imperio