lunes, 31 de enero de 2011

El Foro de Davos y los Riesgos de una Crisis Social

Jesús Hernández Garibay

El domingo 30 de enero concluyó en Davos, Suiza, el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). El Foro, ahora en su 41ª edición, volvió a reunir como lo hace cada año en esta época invernal, a la crema y nata del llamado libre mercado mundial, además de algunos seguidores que desean ser escuchados por la misma; un lugar como siempre, donde los más grandes de los grandes negocios pueden sembrarse o florecer, y donde como en diversas ocasiones, se reitera la facundia de la búsqueda del bienestar de la gente, aunque no sea la gente la que disfrute finalmente de ello. En este 2011 destacaron las discordancias al hablar de soluciones para terminar por fin con una prolongada crisis, en medio del clima de incertidumbre que dejan las revueltas populares en varios países del mundo árabe, que amenazan con seguir contaminando al resto del orbe.

Ya desde días antes de la inauguración del Foro 2011, Klaus Schwab, presidente del organismo, había precisado que este año el tradicional evento trabajaría con el objetivo de encontrar la forma de “evitar que la crisis financiera mundial se convierta en una crisis social…” Una intención muy a tono con las condiciones actuales del mundo, en que el incremento desmedido en los precios de los artículos de la canasta básica se entrevera con la baja en el empleo global y las graves limitaciones en la capacidad de consumo de la gente. Una circunstancia que igual que ahora golpea la estabilidad política de naciones como Túnez, Egipto, Yemen y otros países árabes, sacude también a países europeos, africanos y latinoamericanos, por no mencionar a los propios Estados Unidos.

También previo al encuentro fue dado a conocer el informe del mismo WEF “Riesgos globales 2011”, en su sexta edición, que concluye que la crisis financiera ha mermado la capacidad global para afrontar las dificultades; en su presentación, el director General y Comercial del Foro, Robert Greenhill, indicaba que “Los sistemas del siglo XX no logran afrontar los riesgos del siglo XXI…”, mientras el informe concluía que hay tres grupos de riesgos que generan importantes obstáculos: las debilidades estructurales a largo plazo de la economía internacional; la economía informal que en 2009 alcanzó 1.3 billones de dólares o más, y las limitaciones de agua, alimentos y energía. Un reconocimiento de que el “modelo económico” imperante ha fracasado y, por ello, diversos países se encuentran en la antesala del conflicto social.

De nueva cuenta como en otros años y otros foros internacionales, en este WEF los grandes países de la Organización Mundial del Comercio (OMC) acordaban que en julio próximo sí se alcanzaría por fin un acuerdo sobre la Ronda de Doha de liberalización comercial, a la vez que se discutiría acerca de las normas necesarias para hacer posible la cooperación mundial en esta nueva etapa; una fantasía entreverada con los grandes intereses implicados y no cumplida hasta ahora, después de diez años. También se propuso la creación de una Red de Respuesta a los Riesgos para que, de manera similar a lo que sucedió en los casos de Grecia o Irlanda, se establezca un mecanismo para mitigar situaciones de crisis antes de que éstas ocurran o sean mayores. En fin, que ante la perspectiva de que los puntos débiles del “libre mercado” puedan causar una nueva crisis global en los próximos años, en esta versión 41 del Foro destacó la necesidad de recordar los riesgos que pueden dar al traste con los grandes negocios, por causa de las protestas sociales.

31 de enero de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 6 de febrero de 2011)
El Otoño del Imperio

Se cumplen 10 años de la celebración del primer Foro Mundial Social

miércoles, 26 de enero de 2011

Dos Años de Barack Obama

Jesús Hernández Garibay

El pasado 20 de enero se cumplió el segundo aniversario del nombramiento oficial de Barack Obama como presidente de Estados Unidos. Como se recuerda, dos años antes el ahora mandatario juraba ante miles de personas congregadas para atestiguar lo que representaba un momento histórico para el pueblo que lo eligiera. Obama se convertía, así, en el primer presidente afroamericano de EUA, y en su discurso inaugural, en medio de una profunda crisis económica y de dos guerras, la de Irak y la de Afganistán, llamaba a construir un país, “con esperanzas en lugar del miedo, la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia”. Luego del tiempo transcurrido, en este martes último, al ofrecer su discurso sobre el Estado de la Unión, el mandatario se enfrentaría ahora, paradójicamente, a la necesidad de la esperanza y la unidad, en medio del desempleo y la discordia.

Los dos primeros años fueron especialmente duros para un joven entusiasta que pretendía quizás de una manera cándida haber llegado al reino desde el cual podría por sí mismo reorientar el curso de la nación. El peso de una maquinaria del poder heredado, donde grandes intereses están y han estado presentes y actuando durante muchas décadas, le hizo sentir su presencia y sus reglas, invisibles muchas de ellas, pero a la vez más poderosas que las evidentes; una maquinaria que excede hasta al propio Congreso y a los partidos, obligados a moverse bajo la lógica de tales intereses. Un tejido cuya razón de ser en el mercado, se enfrenta sin embargo, ahora, a la indómita crisis que pervive, a pesar de los deseos y las medidas en contrario; la economía comienza a remontar, se dice, con previsiones de crecimiento de hasta el 4%, pero el desempleo se mantiene en un 10%.

En medio de esa problemática circunstancia, la ola de entusiasmo con la que asumió el poder se esfumó pronto. La guerra prolongada en Afganistán y los titubeos para salir de Irak, hicieron mella en los sectores que lo apoyaron. El derrame petrolero en el Golfo de México, considerado el peor desastre ecológico de la historia de los EUA, lo dejó casi como un Bush cualquiera frente al Katrina. Ni siquiera la Reforma de Salud, principalísimo logro de su gestión, ni la Reforma Financiera con la que amarro las manos de los bancos, le reportaron mejores dividendos; y es que los sectores anticomunistas y ultraconservadores hicieron campaña sobre todo contra una reforma sanitaria a la que demonizaron, acusándola de ser socialista y antinorteamericana. Así, la popularidad de Obama cayó a mayor velocidad que la de ningún otro presidente anteriormente.

El golpe resultante llegó con las elecciones de mitad de mandato, en las que los republicanos lograron mayoría en la Cámara de Representantes, lo que supone que ninguna ley podrá aprobarse ahora sin el consentimiento de ellos; lo que lo obliga a buscar compromisos. Por ello inicia un cambio hasta en su gabinete, nombrando entre otros a Bill Daley, un ex banquero de Wall Street, como su nuevo jefe de gabinete, para así reforzar los lazos con el mundo empresarial. La reciente visita del presidente chino Hu Jintao le ha permitido abrir más el mercado asiático y buscar en el mundial mejores ventas para las mercancías estadounidenses, lo que supone promoverá más empleos. Con la relativa recuperación reciente de su buena imagen pública, lo prioritario en estos dos siguientes años será desde luego preparar las condiciones para una reelección; aunque siempre en medio de los peligros que implica esa intención en el entorno de una crisis que no termina.

26 de enero de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 30 de enero de 2011)
El Otoño del Imperio

jueves, 20 de enero de 2011

La Visita del Presidente Chino Hu Jintao a Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

La visita de Hu Jintao, presidente de la República Popular China, a la Unión Americana, llevada a cabo del 19 al 21 de este mes, se desenvuelve en el contexto del mordaz panorama por el que camina ahora un país en crisis, frente al pujante desarrollo de la economía del “Dragón Rojo”. El hecho, que golpea la conciencia de muchos ciudadanos estadounidenses, se sucede a la vez en medio del clima de zozobra ocasionado por la violencia que deriva en la muerte de ciudadanos en el mitin donde fue baleada Gabrielle Giffords, congresista por Arizona; en un acto llevado a cabo en la universidad de ese Estado, días después del abominable hecho, decía al respecto el presidente Barack Obama: “las pérdidas repentinas nos llevan a la introspección, a reflexionar sobre el presente y el futuro...” Un futuro en el que el mundo cambia, no del todo en favor de su país.

Como se sabe, la relación entre China y Estados Unidos es ahora desfavorable a este último. Beijing es, desde 2008, como poseedor de la mayoría de los bonos del Tesoro estadounidenses, el principal acreedor de EUA, por encima de Japón; y aunque se menciona que el principal acreedor de la Casa Blanca es más recientemente la Reserva Federal, lo cierto es que aun en medio de la crisis que golpea por todos lados, no existe comparación entre el crecimiento de China de un 8 al 10% en los últimos años, y el de EUA que fue de 0.4% en 2008, de -2.4% en 2009 y de 2.6% estimado por la OCDE en 2010. Para 2008 China había alcanzado un superávit de 368 mil 200 millones de dólares (mdd) en su balanza comercial, mientras EUA sufría en el mismo año un déficit de -568 mil 800 mdd. (según The World Factbook). Cifras que representan un dolor de cabeza para la Casa Blanca, por lo que implican al desempleo y el crecimiento de la pobreza.

Hu Jintao era esperado para entrevistarse con el presidente Obama, con quien debía tratar espinosos asuntos bilaterales como el valor comercial del yuan, considerado inconveniente para el crecientemente débil dólar, tanto como varios diferendos comerciales que han afectado las relaciones de las dos potencias económicas mundiales. A la vez, la visita del jefe de Estado se realiza al tenor de las tensiones ocurridas entre Corea del Norte (aliado de China) y Corea del Sur (aliado de Washington), lo que aumenta los temores de una mayor desestabilización en la región que al gobierno chino preocupa por lo que pudiera implicar para su nación como vecina de la zona. Asuntos todos para encarar, que requerirían de parte de Obama un rol de líder fuerte, que por el momento no alcanza.

Para el presidente Obama, el momento en el que se realiza la visita no resulta a la vez muy conveniente, dada la nueva correlación de fuerzas en el Congreso, desfavorable a su gobierno; circunstancia que lo obliga a adoptar internamente un discurso unitario, alejado de discordancias que pudieran ocasionarle mayores obstáculos en su administración. Por algo ha mencionado que espera con ansias la ocasión de trabajar tanto con demócratas como con republicanos para enfrentar los desafíos que encara el país. Por ello también ha planteado que la prioridad ahora es enfrentar los retos que el país tiene por delante, como la necesidad de crear empleos, forjar una economía más fuerte y competitiva, apuntalar el presupuesto, etcétera; aspectos todos que, de ser hoy una realidad y no una necesidad, le permitirían posibilidades distintas frente su rival mundial. Posibilidades que no alcanza, por lo que sólo puede mantener una actitud de respeto frente a su par chino.

20 de enero de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 23 de enero de 2011)
El Otoño del Imperio

lunes, 10 de enero de 2011

El Violento Escenario del Nuevo Año en Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

El intento de asesinato de la congresista por Arizona, Gabrielle Giffords, quien recibiera un disparo en la cabeza el pasado día sábado 8 de enero, cuando se disponía a reunirse con votantes, es una muestra del alcance que comienza a tener el clima de tensión política en la Unión Americana; en el ataque, perpetrado por un joven radical que, según pueril opinión, “padece problemas mentales”, murió un juez federal y otras cinco personas, mientras 14 resultaron heridas. La representante por el Partido Demócrata, había sido ya señalada en un sitio de Internet como un “blanco” a quien había que afrentar por su postura política en favor del presidente Obama, por parte de la ex-candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, la republicana Sarah Palin, quien encabeza el llamado grupo “Tea Party”, especie de legión de ultraderecha opuesta a la presidencia del actual mandatario.

Giffords iniciaba un mitin dentro del programa promovido por legisladores afectos al presidente, denominado “el Congreso en las Esquinas” (Congress on the Corner), sobre temas candentes de la difícil situación económica y social en ese país; la legisladora había sido criticada por el “Tea Party” y otros sectores ultraconservadores de la escena política por causa de su apoyo a la reforma al sistema de salud y el día que ésta fue aprobada en la Cámara de Representantes, su oficina fue objeto de un ataque vandálico. Como se recuerda, en la nueva composición de la Cámara resultado de las elecciones de noviembre, justamente miembros de dicho grupo habían ya declarado que promoverían una nueva votación en el Congreso, para echar atrás esa reforma, a la cual acusan de “socialista”; tanto como a la propia intención de su “marxista” promotor de: “Obamunismo”.

Obama, de hecho, tendrá que enfrentar en las próximas semanas y meses una agenda cargada de acciones contrarias a su política, que intentará sembrar un Congreso ahora desfavorable a él, en el que miembros del Tea Party se han logrado colar. De su parte, en su afán por disminuir las presiones de derecha el presidente ha tratado de hacer concesiones y ha hecho llamados a los republicanos a que trabajen con él para revitalizar la economía, en lugar de caer en la tentación de buscar ventajas para los comicios presidenciales de 2012. A la vez, ha prometido que este año buscará tender puentes hacia dicha oposición, una táctica que a finales de 2010 le consiguió la aprobación de medidas como el nuevo tratado START de desarme nuclear con Rusia; tal vez por ello es que ahora se propone, en los cambios del nuevo año hechos a su gabinete, nombrar a William Daley, en el pasado un alto ejecutivo en la megaempresa financiera JP Morgan, como jefe de gabinete.

Y mientras Obama prepara el terreno para intentar llevar adelante planes de gobierno que incluyen la reforma educativa, tratados de libre comercio pendientes o una reforma migratoria, entre otros, el ambiente de la calle es ahora muy ríspido. El joven atacante, al que algunos compañeros refieren también como un “izquierdista radical”, forma parte de un complejo escenario en el que la pregunta: “¿Es Esto el Fin de Norteamérica?”, es cosa de todos los días. Y en el que algunos analistas tanto desde la izquierda como desde la derecha ya pronostican “disturbios en las calles...” y hasta tal vez una ley marcial, ejecutada por las fuerzas armadas, como resultado de una crisis que se ha convertido en amenaza “para nuestra propia forma de vida…”; por lo que el deseo de más de uno es, dicen: “revertir el actual descenso hacia al Infierno…”

10 de enero de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 16 de enero de 2011)
El Otoño del Imperio

martes, 4 de enero de 2011

2011: ¿Sigue Creciendo la Pobreza en Estados Unidos?

Jesús Hernández Garibay

El 8 de diciembre último en el periódico norteamericano “National Journal” apareció un artículo intitulado: “La Caída Del Pedestal”, que destaca: “Los estadounidenses ya no piensan más que la economía estadounidense es la Nº 1”; e indica: “En la carrera global para el empleo y la prosperidad económica, los Estados Unidos es Nº 2. Y es probable que permanezca allí durante algún tiempo. Esta es la sombría conclusión de la mayoría de los estadounidenses encuestados en la última encuesta de Allstate/National Journal Heartland Monitor…” Coincidentemente, el día anterior en una conferencia de prensa en la Casa Blanca el presidente Barack Obama, acremente criticado por lo que se considera son “tibias acciones” en favor de la mayoría de los estadounidenses, advertía: “No hay una sola cosa que haya dicho que haría, que yo no haya hecho o intentado hacer…”

Al preguntárseles qué nación tiene ahora la economía más fuerte del mundo, en la encuesta mencionada sólo un 20% escogió a Estados Unidos; más de dos veces más (47%) escogió a China, mientras que sólo el 1% eligió a Japón. En varios frentes, especialmente la calidad de la educación superior y la investigación científica, la mayoría de los estadounidenses todavía cree que su país es líder en el mundo; a la vez, la mayoría dice que Estados Unidos puede permanecer además como un líder en la fabricación de productos. No obstante, la encuesta revela una profunda incertidumbre acerca del impacto de la economía en las perspectivas económicas para las generaciones más jóvenes. Y es revelador como solamente algunos de los encuestados esperan que su situación económica pueda mejorar durante el nuevo año; la mayoría son escépticos; la confianza en el sistema político y el optimismo acerca de la economía son escasos.

Y es que mientras que la Oficina del Censo anunciaba el 21 de diciembre que la población del país ya es de cerca de 309 millones de personas, en relación con poco más de 281 millones de hace una década (es decir, una tasa de crecimiento durante el último decenio del 9,7%, la más baja desde la gran depresión), el informe denominado “Pobreza: 2008 y 2009”, dado a conocer por la misma oficina en septiembre último, resalta los resultados de la Encuesta de la Comunidad Estadounidense (ACS) de 2009 y presenta las estimaciones de la pobreza basadas en datos de la ACS de 2008 y la ACS de 2009. En la ACS de 2009, el 14,3% de la población estadounidense tuvo ingresos por debajo de sus umbrales de pobreza respectivos; es decir, el número de personas en la pobreza aumentó de 39.8 a 42,9 millones.

Aunque existe una discrepancia entre el dato de 42.9 millones de pobres que se informa existen a partir de los datos de la ACS, y 43,6 millones que el 16 de septiembre anunciaba la Oficina del Censo en su informe Income, Poverty, and Health Insurance Coverage in the United States: 2009, lo cierto es que es este el tercer aumento anual consecutivo; a la vez, la Oficina del Censo confirma que 31 estados (del total de 50) tuvieron aumentos en el número y el porcentaje de personas en la pobreza entre 2008 y 2009; lo que es más, ningún estado tuvo una disminución estadísticamente significativa en el número en la pobreza o en la tasa de pobreza. Mientras tanto, el número de personas sin cobertura de seguro de salud pasó de 46,3 millones en 2008 a 50,7 millones en 2009. Por algo se multiplican las discrepancias entre Obama y sus bases de apoyo, en la medida en que la pobreza crece frente a una política gubernamental que se mantiene, como en épocas de Bush, en apoyo al gran mercado.

4 de enero de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 10 de enero de 2011)
El Otoño del Imperio

domingo, 2 de enero de 2011

El Drama de la Pobreza en el País Más Rico de la Tierra

Jesús Hernández Garibay

Que están cambiando las cosas en el mundo, lo dejan ver los nuevos acontecimientos que se suceden aquí o allá, para bien o para mal. Es el caso de las circunstancias nacionales que vive Estados Unidos (EUA), un lugar que siempre fue considerado país rico, y que por su poderío económico podía garantizar a sus habitantes un nivel de vida excepcional y diferente al del resto del mundo.

Tan es así, que cuando en una reunión de sobremesa los miembros de alguna familia latinoamericana comentan acerca de la pobreza en esa nación, opinan que la de aquel país no se compara con la nuestra. Y hay quien se atreve a afirmar que allá en todo caso cualquier familia puede contar con un modesto automóvil y una vivienda, así sea pequeña. Pero si bien hace varias décadas pudo haber estado justificada, dicha creencia desde hace años es cada vez menos cierta, pues la pobreza en esa nación se mantiene sin solución, a pesar de los esfuerzos gubernamentales por abatirla.

No obstante un breve aumento en los niveles de bienestar en 1973 y luego en 1999, lo cierto es que el ingreso familiar medio en EUA ha declinado en el último medio siglo, de manera fundamental por dos razones:

1) el índice inflacionario que, aunque no comparable con los que nuestros países sufrieron hace un tiempo, sí ha sido constante y ha mermado lentamente los ingresos reales de los hogares;

2) el endeudamiento creciente de las familias, que les obliga a buscar en forma intensiva mayores ingresos y créditos, pero a la vez les lleva a límites en el poder de compra y a menores posibilidades de desarrollo familiar cada día.

Las cifras de la pobreza

Si se toman en cuenta tendencias de largo plazo, se puede advertir que los índices del abatimiento de la pobreza de las últimas décadas son intrascendentes para un país que suele ostentarse como un “modelo” de civilización y paladín de la democracia, aun cuando recibe una enorme proporción del sangrado permanente de recursos de nuestros pueblos.

Una muestra de datos oficiales del U.S.Census Bureau desde 1959, deja ver el comportamiento errático que han tenido los datos sobre la pobreza en ese país, del peor momento de la posguerra en plena recesión de 1960 (poco más de 40 millones de habitantes abajo del nivel de pobreza) hasta su mejor momento en 1973, los “años dorados”, donde disminuye a 23 millones.

Sin embargo, a partir de entonces las cifras no son para alegrar a nadie: 35 millones hacia 1983, cerca de 40 millones en 1993, más de 32 millones en 1999, casi 36 millones en 2003 y 37 millones en 2004. Desde luego, con un impacto mayor en los grupos negro e hispano donde mucha gente ve alejarse de manera más irremediable el llamado Sueño Americano, mientras una realidad de mayor endeudamiento familiar o desahucio se le impone.

La crisis afecta a todos

Como se recuerda, en 2005 azotó a EUA uno de los más mortales huracanes de su historia. El Katrina se formó el 23 de agosto y se disipó el 31, luego de devastar la costa norte-centro del golfo de México, de manera particular la ciudad de Nueva Orleáns, en Luisiana, donde según algunos medios dejó más de 10 mil muertos. En el fondo, lo que el Katrina reveló fue la situación de pobreza que muchas familias padecen en ese, “el país más rico de la tierra”, pues de los 500 mil habitantes de la ciudad de Nueva Orleáns muchos de los 100 mil que se mantuvieron ahí no pudieron huir por falta de recursos, pues no contaban con un auto y no había transportes públicos.

Más recientemente, recordemos, en octubre de 2008 la economía de Estados Unidos sufrió un severo tsunami financiero, cuyo impacto en los sectores medios ha sido desastroso, pues comienzan estos también a sufrir en carne propia el rigor de una inmisericorde realidad. El caso de la vivienda es siniestro: familias viviendo hace unos años todavía en edificaciones residenciales hipotecadas trataron de salir adelante con tarjetas de crédito luego impagables, causando lo inimaginable: que de bonitas casas con jardín tuvieran que vivir ahora en coches, tiendas de campaña, desvanes en casas familiares o moteles baratos de las carreteras.

Campamentos sin servicios de ningún tipo para gente sin hogar albergan ya a cientos y cientos de personas y crecen a un ritmo de decenas de nuevos residentes diarios; los habitantes de estas llamadas Tent Cities (Ciudades de Carpas), no son sólo vagabundos alcohólicos, sino también numerosas familias clasemedieras con niños que han perdido sus trabajos y sus casas por no poder afrontar los pagos de las hipotecas.

En medio de la crisis, la alimentación ha sido también un tema sensible. Ante el alza imparable de los precios de los alimentos, la realidad impone su cruda realidad. Los Bancos de Alimentos son organizaciones no lucrativas cuyo objetivo es recuperar excedentes alimenticios y redistribuirlos entre las personas necesitadas. Actualmente hay más de mil bancos en todo el mundo, incluyendo México, mientras que en Estados Unidos el año pasado más de 25 millones de personas pobres tuvieron que acudir a los mismos para garantizar su supervivencia diaria.

No obstante, ahora esos bancos de alimentos no solamente benefician a comunidades desahuciadas, sino a la vez a miembros de aquellas “clases medias”. El pasado 20 de febrero una nota periodística destacaba el caso de una pareja de ejecutivos empresariales con un buen sueldo estable, un matrimonio que se acercaba cada noche a uno de estos bancos para garantizar su alimento diario, mientras sus recursos financieros eran invertidos en cubrir sus impagables deudas.

El mundo del trabajo

El diagnóstico del propio presidente Barack Obama, días antes en su toma de posesión el 16 de enero de este año, era bastante crudo: en los últimos meses de 2008 se evaporaron en ese país casi dos millones de empleos y tan sólo durante ese año se perdieron más puestos de trabajo que durante todos los años desde la Segunda Guerra Mundial; en ese mismo año 2,8 millones de estadounidenses que deseaban y necesitaban un trabajo de jornada completa tuvieron que aceptar uno de tiempo parcial, mientras las manufacturas llegaron a su punto más bajo en 28 años; muchos negocios ya no pudieron pedir más préstamos ni alcanzar a manejar una nómina, en tanto que cientos de miles de familias no podían ya pagar sus deudas ni su hipoteca y muchos trabajadores veían que los ahorros de su vida se esfumaban.

Como efecto de los cambios en el mundo del trabajo, en Estados Unidos también aumenta el desempleo y las distinciones en la esfera laboral. El “trabajo simbólico” (uso de computadoras) es más requerido y la técnica redefine las habilidades de los trabajadores y la organización del trabajo. Los puestos de trabajo de alto perfil aumentan, aunque no en la proporción necesaria, mientras los de bajo perfil son más difíciles de encontrar, hecho que contribuye a la desigualdad en el mercado laboral; la brecha entre los altos y los bajos salarios crece substancialmente y la diferencia es mayor que nunca.

La negociación colectiva logra moderar esa brecha, pues los trabajadores sindicalizados ganan casi un tercio más que los no sindicalizados y tienen mayores beneficios de salud y pensión, lo que para las minorías ha sido importantísimo. Pero el drama es que la tasa de sindicalización disminuye, pues hace 50 años era del 35 por ciento de la población ocupada, pero hace 10 años solamente incluía alrededor del 20 por ciento y hoy ya es menor al 13 por ciento, tal vez rondando el 10 por ciento.

En cuanto al desempleo, un “mal necesario” e irresoluble del sistema, muestra graves diferencias en grupos sociales diversos, al afectar mayormente a las mujeres y los jóvenes de raza no blanca, además con una tercera parte de la fuerza laboral gozando sólo del empleo “contingente”, que incluye puestos temporales o por contrato limitado. A la vez, la brecha salarial entre distintos grupos sociales continúa, pues las mujeres y las minorías ganan menos (35 a 45 por ciento menos) que sus pares masculinos blancos.

Miseria en la superpotencia mundial

A propósito del drama vivido en Nueva Orleáns con el huracán Katrina y la lenta respuesta del gobierno a dicha emergencia, con posterioridad al hecho fue creada en el 2006 la llamada “Comisión de la Verdad”, integrada por representantes de una amplia diversidad de organizaciones sociales, sindicales, civiles, de sectores eclesiásticos, de juristas y defensores de derechos humanos de ese país y otros delegados pertenecientes a instituciones, redes y organizaciones de alto perfil representativo en el mundo y el hemisferio (comisión fundada por The Poor People's Economic Human Rights Campaign).

Luego de recibir documentación y escuchar decenas de testimonios emblemáticos denunciados por mujeres y hombres pobres, blancos y negros, latinos y asiáticos, jóvenes y ancianos, veteranos de Irak y madres que perdieron a sus hijos en esa guerra, personas sin vivienda, víctimas del huracán Katrina, desempleados, migrantes, ciudadanos sin acceso a la salud, entre otros sectores, dicha Comisión concluía que la pregunta: “¿Hay gente viviendo en la miseria en la superpotencia mundial, panacea del bienestar y del consumo…, que hoy lidera un discurso… de sanciones a otras naciones por sus presuntos desapegos a la democracia y a los derechos humanos?”, no tiene más respuesta, sino: “los derechos humanos, económicos, sociales y culturales sí se violan en los Estados Unidos de Norteamérica…”

Se entiende entonces que la elección de un nuevo presidente en el 2008 en Estados Unidos haya intentado plantear una nueva circunstancia como se deduce, trascendente no sólo para esa nación sino a la vez para el resto del mundo. Con la toma de posesión de Obama como presidente por el periodo 2009-2012, tiene lugar un nuevo escenario en la Unión Americana. Su presidencia era previsible antes de las elecciones del 4 de noviembre dada una compleja confluencia de factores entre los que destacaba la impopular presidencia del anterior mandatario, tanto como el cansancio de la gente frente a las desastrosas condiciones de su economía, además del crecimiento en esa misma gente de una percepción de lo social en ese su convulso mundo.

2 de enero de 2011.
(Publicado: Revista Pueblo Unido Nº 1, México, febrero-abril de 2010)
El Otoño del Imperio