domingo, 16 de diciembre de 2012

Un Nuevo Fracaso la Cumbre de Doha sobre Cambio Climático

Jesús Hernández Garibay

Con un acuerdo aprobado al vapor, el pasado día 8 de diciembre culminó luego de dos semanas la XVIII Conferencia de las Partes de la ONU sobre Cambio Climático (COP18), una reunión más en la cual se congregan como todos los noviembres desde hace 18 años, gobiernos, ambientalistas y científicos, para hablar de los efectos del cambio climático y las acciones a tomar para frenarlo. La reunión se llevó a cabo esta vez en la ciudad de Doha, capital de Qatar, un pequeño país situado en la península arábiga que, paradójicamente, resulta ser el mayor emisor de dióxido de carbono per cápita del planeta, tres veces más contaminante que Estados Unidos.

Como se entiende cada día más claramente, el calentamiento global consecuencia del cambio climático es una realidad. Se sabe ahora que si no se consigue limitar el aumento de la temperatura a dos grados por encima de la era preindustrial, la catástrofe mundial será inevitable; es esta la conclusión de los científicos más importantes del mundo. Pero a pesar de ello, las emisiones de gases contaminantes aumentaron un 30% en la última década y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera que recalienta el planeta es la mayor en 15 millones de años. En este 2012 se han emitido ya arriba de 35 mil millones y medio de toneladas de dióxido de carbono, esto es, un 58% más que los niveles de 1990, según cifras mostradas en la Conferencia.

La Cumbre de Doha en este año era esperada por estar en juego la extensión del Protocolo de Kyoto que vence el 31 de diciembre, hasta ahora el único acuerdo global (nunca firmado por Estados Unidos y China, los mayores contaminantes del mundo) que obliga a los países firmantes a revelar cuántos gases de efecto invernadero lanzan a la atmósfera. No obstante, luego de 12 días de desacuerdos, al final el anfitrión de la conferencia el viceprimer ministro qatarí Hamad Al Attiyah, en tres minutos tuvo que apurar la votación de una declaración que no prevé obligaciones más estrictas que la extensión del Protocolo (una especie de acuerdo no vinculante denominado “Kyoto II”).

El acuerdo establece un mecanismo para que cada país examine sus metas de reducción de emisiones antes de 2014, con el objetivo de que estas sean más ambiciosas, sin definir lo que ello implica; a la vez, exhorta a los países desarrollados a anunciar nuevas ayudas financieras para la lucha contra el cambio climático, pero las condiciona a las circunstancias económicas que cada país tenga, en un contexto en el que la problemática financiera que vive el mundo resulta un obstáculo mayor a cualquier pretensión de apoyo para responder al calentamiento global. Además, marca como reiterado objetivo la búsqueda de un nuevo pacto mundial, ahora en 2015, que necesariamente tendría que incluir a Estados Unidos, China, India y Rusia, lo que resulta una meta hoy por hoy imposible de alcanzar. Así, lo que podía haber constituido un logro imprescindible en la búsqueda de compromisos vinculantes, resultó en Doha en un nuevo y decepcionante fracaso.

16 de diciembre de 2012.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 16 de diciembre de 2012)
El Otoño del Imperio

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