sábado, 21 de abril de 2018

El Ataque de Trump a Siria

Jesús Hernández Garibay

Un nuevo giro se ha producido en Siria, donde la aviación aliada de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña bombardeó posiciones de las milicias que apoyan al presidente Al Assad en el distrito de Deir al Zor. Para Donald Trump, un hecho congruente con la postura que hizo pública en diciembre último: la “Estrategia de Seguridad Nacional” de su país, que considera a Rusia y China como “las mayores amenazas” para su nación. Un planteamiento que advierte que ambos países “tratan de erosionar la seguridad y la prosperidad estadounidense”, ante lo cual sugiere cuatro medidas para “hacer frente a tal peligro”: proteger la patria, el pueblo y el estilo de vida estadounidenses; promover la prosperidad estadounidense; conservar la paz a través de la fuerza, y aumentar la influencia de EUA en el mundo.

Para Trump, desde luego, el máximo riesgo no proviene en estos días de Siria, Irán o Rusia, sino de sus propias filas, pues en su entorno más cercano son desafiantes las acusaciones acerca de su vida privada y aun supuestamente depravada en la publicación de un nuevo libro del ex-director del FBI James Comey titulado “A Higher Loyalty: Truth, Lies and Leadership” (Una lealtad superior: Verdad, mentiras y liderazgo). Comey, quien fue despedido hace unos meses por él, describe en el osado libro al multimillonario pidiéndole que considere investigar un reporte que lo involucra “con prostitutas rusas orinando en una cama”, en un hotel de Moscú.

El libro, para peor consecuencia, aparece en el contexto de las investigaciones hechas por el fiscal especial Robert Mueller en relación con el acercamiento del staff del polémico mandatario a personeros rusos durante la campaña electoral; un intento más éste de los demócratas insatisfechos con el resultado comicial de 2016, que fervientemente desearían y han hecho hasta lo imposible por volver atrás la rueda de la historia.

Como quiera que sea, en el escandaloso contexto descrito arriba no le queda mal a Trump verse como un halcón más en busca de derrocar al odiado (por Occidente) presidente Assad, que nunca ha aceptado las reglas impuestas por el Fondo Monetario Internacional. Y de paso quedar más cerca de las importantes reservas de hidrocarburos que hoy se encuentran en manos del Estado sirio. Hay que recordar que la ubicación geográfica de Siria, a las puertas del Mediterráneo Oriental, representa una posición estratégica para el paso de oleoductos hacia Israel.

Siria producía antes del conflicto armado iniciado hace casi siete años 380 mil barriles diarios de crudo; cifra que se redujo a casi cero en el 2015 tras la ocupación por los sanguinarios extremistas del Estado Islámico ―un grupo al que siempre apoyo la Casa Blanca con dinero y con armas―, de la mayor parte de los campos petroleros del país. Hoy ese sector de hidrocarburos se recupera al aumentar la producción de petróleo a 20 mil barriles diarios y la de gas a unos 16 millones de metros cúbicos por jornada. Tales avances se deben a la rehabilitación en los últimos meses de la infraestructura petrolera y gasífera tras la extinción de los incendios provocados por la acción de tal grupo terrorista que está siendo expulsado casi en su totalidad del territorio sirio ocupado, con la participación de la aviación rusa, para preocupación del gobierno norteamericano…



21 de abril de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 21
de abril de 2018)
El Otoño del Imperio

sábado, 7 de abril de 2018

La “Opción Preferencial por los Pobres” en la Iglesia Católica Latinoamericana

Jesús Hernández Garibay

La iglesia católica no es uniforme, y nunca lo ha sido; hay un sustento teológico común a los católicos pero a la vez diversos planteos doctrinales correspondientes a épocas distintas y lugares en los que se lleva a cabo la práctica de la fe. Por ello, la discusión de las ideas siempre ha existido y se ha expresado en los concilios, muchas veces en cuanto al tema de las injusticias. Para el antiguo testamento los “profetas” no eran quienes adivinaban el futuro, sino aquellos que denunciaban las injusticias existentes y anunciaban un nuevo mundo más equitativo.

En la iglesia originaria se reconocía una sociedad en la que todos los bienes eran comunes; un “comunismo primitivo” donde se censuraba a los que se apropiaban de esos bienes para fines personales. Respecto de la justicia social, en la Biblia se enfatiza la preocupación por los que sufren, por los oprimidos y los pobres; sin embargo, en el Siglo IV cuando el emperador Constantino reconoce al cristianismo como religión oficial, se inicia un largo periodo donde la jerarquía eclesiástica comparte el poder con los políticos, dejando en segundo plano tal postura.

En la iglesia católica latinoamericana también se da una lucha de ideas, acorde con la que se lleva a cabo en toda la sociedad. Durante la conquista y la colonia, a la vez que se destruyen las culturas y religiones autóctonas con la espada en la mano y en el nombre de Cristo, surgen defensores de los indios como Bartolomé de las Casas, que también en el nombre de Cristo alzan la voz. Lo mismo, durante la Independencia curas como Hidalgo, Morelos y Matamoros desafían a los poderes civiles y religiosos luchando en contra de la opresión y por la libertad, en oposición al “alto clero” conformado por los obispos españoles que estaban a favor de la corona.

Todo esto nos da una clara imagen de algunas de las ideas discordantes en el terreno político y social al interior de la Iglesia. Así, a lo largo del Siglo XX y hasta el 2015 se promulgan encíclicas que expresan la posición de la Iglesia Católica sobre las cuestiones sociales, y conforman la llamada “Doctrina Social Cristiana”. Pero más en particular, a partir del Concilio Ecuménico Vaticano II en la primera mitad de los años sesenta, se da pie a posturas diferentes y aun contradictorias en el terreno social al interior de la Iglesia.

Entre los mismos Papas encontramos enfoques diferentes, como expresiones de distintas corrientes teológicas. Como resultado inevitable de las diferencias entre los Papas Pio XII y Juan XIII, surge una Nueva Teología que sienta las bases para el desarrollo en América Latina de la Teología de la Liberación, una corriente integrada por varias vertientes cristianas cuya aplicación primigenia se inicia en la Primera Conferencia del Episcopado Latinoamericano de Medellín (CELAM, 1968) y luego se fortalece en la Conferencia Episcopal de Puebla en 1980.

Así, el pensamiento teológico latinoamericano alcanza vida propia con esta tendencia añadida a las ya existentes en el seno de la Iglesia, que postula que el Evangelio demanda la “opción preferencial por los pobres”. De hecho, esta frase es una expresión y síntesis que forma parte desde hace décadas de las definiciones de la orden religiosa de la Compañía de Jesús, los “jesuitas”, a la que pertenece el Papa Francisco, nombrado nuevo jerarca de la Iglesia a partir de 2013.

7 de abril de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México,
7 de abril de 2018)
El Otoño del Imperio