lunes, 1 de mayo de 2017

Los Tambores de Guerra de Trump

Jesús Hernández Garibay

El despliegue bélico que el recién estrenado presidente de Estados Unidos Donald Trump ha ordenado y que incluye el malicioso ataque a una base aérea en Siria, el envío de porta-aviones, cazas, tropas y otros artefactos militares alrededor de Corea del Norte, y el uso de “la madre de todas las bombas” (MOAB) en Afganistán, viene a darle forma a la expresión planteada hace unas semanas por el mandatario en el sentido de que su país “necesita de una nueva guerra”.

Como se sabe, el bombardeo estadunidense a la base aérea siria de Shayrat con 59 misiles crucero se dio en represalia por el supuesto uso por parte del gobierno de Bashar al-Assad de gas sarín en contra de la población de Khan Sheikhoun; hecho que ha sido negado por el propio gobierno sirio y que el canciller ruso Sergei Lavrov ha tildado de ser un falso suceso orquestado por la Casa Blanca para intentar seguir debilitando a Assad, un mandatario más del disgusto del país “señalado por Dios” para mostrar al mundo “el camino a la felicidad”.

Un acto de guerra el de Trump que ―como sucedió en su tiempo con George W. Bush para el caso de Irak y Afganistán― viola los procedimientos legales de su propia nación al no tomar en cuenta al Congreso ni a la ONU, y que es tan rechazado por múltiples expresiones ciudadanas en las redes sociales, como aplaudido hasta por quienes antes se pronunciaban en contra del peculiar personaje, entre otros varios importantes medios de comunicación y legisladores como John McCain, y con seguridad también con el regocijo de muchos demócratas.

Los mismos que también aplauden el aumento de la tensión en el sureste asiático con el envío del portaaviones “USS Carl Vinson” escoltado por tres barcos lanzamisiles, además de 28 mil 500 soldados, 450 tubos lanzamisiles, drones, submarinos de ataque, escuadrones de aviones de combate y hasta un sistema de defensa antimisiles. Y los mismos que de igual forma se congratulan de que haya sido lanzado el más poderoso proyectil de todos los tiempos, la MOAB GBU-43 fabricado por la empresa Dynetics. Hecho por el que Trump se vanagloriaba diciendo: “Es realmente un gran trabajo, estamos muy orgullosos de nuestro Ejército”.

Lo que en todo caso el novel presidente deja entrever con este beligerante episodio que pone de nuevo al planeta al borde de una nueva y peligrosa conflagración, es la manera en cómo, siendo un personaje supuestamente distintivo, como mandatario de la nación más poderosa del mundo, al final de cuentas ―lo mismo que ocurrió con “el presidente de la guerra” Bush, o con Barack Obama que tan sólo durante el 2016 lanzó a múltiples blancos la friolera de 26 mil 171 misiles―, se debe a los intereses predominantes en el mercado.

En los inicios de su campaña para la presidencia el inculto personaje decía que durante su gobierno disminuiría el gasto militar; pero lo obvio es que ahora son todas las empresas vinculadas a la industria armamentista las que se frotan las manos por causa del alto gasto militar que hará durante su gestión, y los trillones de dólares que cada conflicto bélico les concede. Y no es el único cambio de postura que Trump ha hecho, ni que hará en el futuro.

1° de mayo de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 23 de abril de 2017)
El Otoño del Imperio