jueves, 29 de septiembre de 2011

El Movimiento de los “Indignados” en Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

La protesta pacífica de ciudadanos en el sector financiero de Wall Street comenzó el sábado 17 de septiembre, cuando unos doscientos jóvenes “indignados” (así se denominaron, al rescatar en su protesta el sentido de los “indignados” de España y otros países), ante el impedimento para establecer un campamento frente a la bolsa de valores de Nueva York por parte de miles de policías, se reunieron en el cercano Parque Zuccotti. Desde esa fecha y hasta hoy el llamado movimiento “Ocupa Wall Street” se ha mantenido y aun crecido. Una semana después, el sábado 24, cerca de un centenar de tales “indignados” fueron arrestados cuando marchaban a través de Manhattan, intentando llegar al edificio de las Naciones Unidas.

Organizado a través de las redes sociales, el movimiento ha continuado a lo largo de dos semanas, no obstante la fuerte presencia policial en las calles. A los activistas iniciales que protestaban por el desempleo y la pobreza en el país, acusando a los corporativos y bancos de ser los causantes de ello, se han sumado nuevos con una más amplia gama de demandas, entre estas contra la pena de muerte, contra las guerras en Irak y Afganistán, y contra el código de impuestos que afecta directamente a los trabajadores. Uno de los reclamantes decía a un diario neoyorquino respecto de sus “asambleas generales”: “Estamos empezando una discusión real, una discusión que no ha existido. Hay un mal uso de la riqueza y del poder y nosotros estamos hablando sobre ello…”

Los manifestantes insisten en un mensaje central: “Somos el 99 por ciento de los que ya no vamos a tolerar la codicia y la corrupción del 1 por ciento… Nuestra voz no será ignorada más. Hay demasiadas cosas malas en este mundo como para que nuestras voces estén calladas. Esto lo sabemos. Por eso estamos aquí, por eso vamos creciendo cada día…” En su mayoría jóvenes universitarios, protestan por la especulación en Wall Street que provocó el colapso financiero mundial; de su lado, el alcalde Michael Bloomberg (uno de los multimillonarios más conocidos de Nueva York), comenta que son “un montón de chicos graduados de la escuela, que no pueden encontrar empleo. Eso es lo que ocurrió en el Cairo. Eso es lo que ocurrió en Madrid. No queremos ese tipo de alborotos aquí…”

Uno de los organizadores de la protesta para “Ocupar Wall Street” ha escrito varios libros. David Graeber, en una entrevista con Amy Goodman, señala que en medio de la crisis financiera de 2008, se renegociaron deudas enormes entre los bancos; sin embargo, sólo una fracción de las atribuladas hipotecas fueron tratadas de la misma manera. “Es la razón por la que los jóvenes abandonan cualquier idea de apelar a los políticos. Todos sabemos lo que va a suceder… Lo que sucederá realmente serán probablemente más recortes a los Servicios Sociales…” Son estos jóvenes indignados que, como en otras partes del mundo, aun con una sólida educación no tienen perspectivas en el mercado laboral, viven un presente intrincado y ven su futuro deshecho…, por la sordidez del sistema.

29 de septiembre de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 2 de octubre de 2011)
El Otoño del Imperio

"Ocupa Wall Street" 28 de septiembre de 2011


lunes, 26 de septiembre de 2011

La Pobreza Crece Más en Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

En tanto que Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional, advertía que la economía mundial está entrando en una “peligrosa nueva fase” y llamaba a los gobiernos a “actuar ahora” para detener un mayor contagio; que George Soros, el multimillonario inversionista especulador, opinaba que “Esta crisis tiene el potencial de ser mucho peor que la de Lehman Brothers…”, esto es, que la grave crisis de octubre de 2008; en tanto que la Reserva Federal especulaba sobre la posibilidad de emitir un bono de la tesorería ¡para 50 años!; y que Barack Obama intentaba por enésima ocasión establecer un impuesto para los más ricos, la Oficina del Censo de Estados Unidos daba a conocer que la pobreza en ese país ya rebasa los 46 millones de personas.

En efecto, de acuerdo con los datos dados a conocer en este mismo mes, la tasa de pobreza alcanzó el nivel más alto de casi dos décadas, mientras que los ingresos de los hogares también exhibían una nueva caída en el 2010. El número de estadounidenses que viven en la pobreza es además el más alto en los 52 años desde que la Oficina del Censo comenzó a reunir esa estadística. Los datos muestran que la proporción de personas que viven en la pobreza subió del 14.3% en 2009 al 15.1% en 2010 y el ingreso promedio familiar disminuyó en el mismo periodo en un 2.3%. Las cifras subrayan, así, los efectos persistentes de la peor recesión económica en siete décadas; pero se dan a conocer, alarmantemente, antes de que la nueva recesión anunciada, sea declarada como otro nuevo hecho.

Los datos, infortunadamente, son más que los mencionados, e igual de dramáticos. La tasa de pobreza para los niños, por ejemplo, aumentó de 20.7% en 2009 a 22% en 2010; para los menores de 6 años, el impacto es aún mayor: el 25.3% de ellos ya vivían en la pobreza el año pasado. Un evidente deterioro económico como resultado del aumento de la inflación de un 2% (el mayor en tres años) que implica el aumento de los energéticos, los alimentos y la renta de casas habitación; esto último que se agravará, pues una nueva oleada de ejecuciones hipotecarias por parte de los bancos ha incrementado el desalojo de casas en el mes de agosto hasta un 33%. Y si todo ello fuera poco, el número de estadounidenses sin seguro médico ronda ya en este 2011 cerca de los 50 millones de personas.

Con una persistente tasa de desempleo cercano al 10%, el presidente Obama hace propuestas para atacar el grave problema. Pero su pretensión de asignar 450 mil millones de dólares para crear puestos de trabajo, o su intención por gravar a los más ricos con un impuesto que implicaría una reserva para el gobierno de 1,5 billones de dólares, es inmediatamente cuestionada por la ultraderecha agrupada en el llamado “Tea Party”. En tanto, de un lado un grupo de 15 mil a 20 mil “indignados” ciudadanos ocupan la zona de Wall Street; mientras del otro un precandidato republicano (Richard Perry) afirma que, en caso de ganar la presidencia, piensa llevar a la Casa Blanca: “a la primera dama más bella y reflexiva que la nación jamás ha visto: mi esposa Anita…” Así las cosas.

26 de septiembre de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 25 de septiembre de 2011)
El Otoño del Imperio


La crisis económica produjo nueva generación de indigentes

sábado, 17 de septiembre de 2011

11/S: Fatalidad para Miles de Familias

Jesús Hernández Garibay

El 11 de septiembre de 2001 cambió el destino para miles de familias establecidas en Estados Unidos y en muchas partes más del mundo (incluidas mexicanas), cuyos padres, hijos, hermanos, sobrinos, tíos, etcétera, fueron víctimas directas de los ataques terroristas a las Torres Gemelas, el avionazo en Pensilvania y el aparente misil al edificio del Pentágono. Los atentados que causaron en ese día más de 6 mil heridos, la muerte de 2 mil 973 personas y la desaparición de otras 24, a la vez que la muerte de los 19 jóvenes árabes que comandaban el ataque, deja ver todo lo que puede alcanzarse cuando las intríngulis del poder deciden llevar adelante planes indecibles, a costa de lo que sea.

El saldo no tiene comparación con los más de un millón de civiles muertos como resultado de la represalia que el gobierno de George W. Bush (el “presidente de la guerra”, como él mismo se denominó) montó en las invasiones a Afganistán e Irak. Pero los atentados, que fueron condenados inmediatamente como “horrendos ataques terroristas” por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, caracterizados por el empleo de aviones comerciales como armamento, provocaron una reacción de temor generalizado en todo el mundo y particularmente en los países occidentales, que alteró desde entonces las políticas internacionales de seguridad aérea y aun terrestre, en muchos países pero sobre todo en el mismo Estados Unidos.

Es difícil entender mejor, sin mayores elementos, las razones y los cambios psicológicos que en el curso de la historia llevaron a Osama Bin Laden (supuesto autor intelectual de los ataques) a convertirse de un próspero hombre de negocios que se rozaba con la flor y nata de grupos oligárquicos estadounidense (incluidos los Bush), a un delincuente internacional (“enemigo público número uno”, perseguido por Washington hasta que al final resulta muerto por las balas de un “comando especial” en la presidencia de Obama). Pero como haya sido, el hecho alcanza a dejar ver el fino hilo entre algunas de las más altas esferas del poder mundial, con decisiones que afectan por varias generaciones a tantos miles y millones de ciudadanos comunes en cualquier lugar de la tierra.

Hace un año, a propósito del noveno aniversario de los ataques, decía la ex-primera dama Laura Bush, en una ceremonia celebrada en el sitio donde se estrellara el avión del vuelo 93 de United Airlines el día de los ataques, que en aquel momento Estados Unidos vio “al peor de nuestros enemigos”, pero también vio “lo mejor de nuestra nación”. “Se nos recordó que el mal existe en el mundo. Pero en la cara del terror, los estadounidenses eligieron vencer el mal…” Más allá, digo yo, de los “buenos” y los “malos”, de las “bondades” y las “maldades”, conceptos que no permiten ver con claridad lo que sucede en el mundo, lo cierto es que la mayor enseñanza que la humanidad entera debiera de asumir ante hechos tan lamentables, es advertir aquello en lo que puede derivar la pretensión de seguir construyendo un planeta con base en los afanes de ganancia libres del mercado.

17 de septiembre de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 18 de septiembre de 2011)
El Otoño del Imperio

We Are Change L.A. /Marcha contra las Guerras

jueves, 8 de septiembre de 2011

A 10 Años del 11 de Septiembre

Jesús Hernández Garibay

Se cumplen ya 10 años de la fecha aciaga del 11 de septiembre de 2001 en que dos aviones de pasajeros impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, a la vez que se producían otros inauditos incidentes en un impacto al edificio del Pentágono, un avionazo en Pensilvania, la extraña caída de las torres y de una tercera sin haber sido dañada previamente, así como circunstancias múltiples no aclaradas todavía. Las hipótesis que por ese tiempo y con posterioridad se manejaron sobre el hecho, fueron desde que ello  representaba el inicio de una nueva era global de lucha entre civilizaciones, hasta considerar al mismo como un nuevo Pearl Harbor inducido, en la búsqueda de fortalecer la maquinaria bélica y económica de Estados Unidos, para nuevas invasiones en el mundo.

Haya sido la explicación que fuera la más convincente, el hecho en sí representó un nuevo elemento no previsto todavía entonces en la escena internacional, pero que exhibía un distinto componente en el entorno de EUA como una nación ahora vulnerable no solamente a posibles ataques del tipo que se descubría, sino sobre todo por sus circunstancias internas y globales. La respuesta lógica e inevitable para la Casa Blanca fue la de montar una invasión militar en Afganistán, donde supuestamente se encontraban los autores intelectuales del fatal acontecimiento; a la vez y ya entrados en gastos, preparar una nueva guerra en contra de Irak, a costa de lo que fuera, como necesidad sistémica en momentos en que las condiciones económicas lo ameritaban.

Como se sabe, el saldo de la “guerra global contra el terror” que encabezara la administración de George W. Bush, significó, según cifras de diversas fuentes, más de un millón de muertos y centenares de miles de heridos afectados de por vida; de tres a cinco generaciones de familias alteradas. Lo curioso es que a pesar de los pingües negocios que se alcanzaron en la industria armamentista y en general militar en donde muchos productos estuvieron implicados en la supuesta búsqueda de las “armas de destrucción masiva” y la presumida “reconstrucción” de Irak, ni los países aliados ni el comandante de la nave pudieron evitar que el “libre mercado” entrara en una más avanzada fase de la crisis de largo plazo que hasta ahora se mantiene, sin visos de solución.

Lo cual habla del relativo declive del país más poderoso de la tierra, para quien los usuales mecanismos financieros han dejado de funcionar con la firmeza que mantenía la acumulación por allá por los años ochenta todavía. A este complejo panorama se enfrentó Bush en el segundo periodo de su gobierno y a este intrincado escenario se seguirá enfrentando Barack Obama, a quien el irresoluble desempleo y el deterioro del nivel de vida de millones de ciudadanos le pueden implicar la no reelección. Lo alarmante es que en la lucha por mover la balanza en favor de más recalcitrantes fuerzas de derecha, ninguna solución podrá encontrarse por muchos años adelante, que no sean tal vez más guerras, luego de Libia en Siria, o en cualquier otro lugar del mundo, incluida nuestra América.

8 de septiembre de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 11 de septiembre de 2011)
El Otoño del Imperio

Las Grandes Dudas sobre el 11 de Septiembre (Parte II)

Las Grandes Dudas sobre el 11 de Septiembre (Parte I)

domingo, 4 de septiembre de 2011

Estados Unidos: Huracanes, Tormentas y Pérdidas

Jesús Hernández Garibay

En su paso por la costa Este de Estados Unidos el reciente huracán Irene alcanzó a matar a por lo menos 18 personas, causando daños por un valor estimado de 3 mil millones de dólares y cortes en la energía eléctrica a más de 4 millones de hogares y negocios. Las muertes se concentraron en Virginia y Carolina del Norte, donde fallecieron al menos 10 personas; Virginia también sufrió el segundo apagón en la historia del Estado. La empresa Automobile Insurance Co., la más grande aseguradora de casas y de autos en Estados Unidos, informó hasta ahora de unos mil 600 reclamos de propietarios de viviendas y casi 500 siniestros de auto en Carolina del Norte y Virginia. Y aunque se esperaban pérdidas de hasta 14 mil millones, las autoridades aún evalúan los daños.

El huracán más recordado en la historia de la costa noreste de Estados Unidos es el conocido como “El Expreso de Long Island” de 1938, debido a que llegó a Long Island en sólo unas horas. La mayoría de los daños causados por esa tormenta fue resultado de la marejada y el viento, y el daño se estima en 6 mil millones de dólares (ajustado a la inflación), siendo uno de los huracanes más grandes. Se estima que si un huracán idéntico azotara la zona en la actualidad, causaría daños por valor de unos 40 mil millones de dólares especialmente si tocara tierra sobre la ciudad de Nueva York. Aproximadamente 600 personas murieron en la tormenta en Nueva Inglaterra, la mayoría de Rhode Island, y hasta 100 personas en otros lugares de la ruta de la tormenta.

Por fortuna Irene no impactó directamente en la ciudad de Nueva York. El último impacto directo que vivió la llamada ciudad de los rascacielos fue en 1893, cuando el centro de un huracán de categoría 1 tocó tierra entre Coney Island y el lugar donde se encuentra hoy en día el aeropuerto John F. Kennedy, causando graves destrozos en el Este del área metropolitana. El último huracán en amenazar a esa ciudad antes de Irene fue Bob en 1991, aunque en esa ocasión la ciudad también se libró de un impacto directo. Como quiera que sea, el presidente Barack Obama tuvo que declarar estado de emergencia en 11 Estados, el distrito de Columbia y Puerto Rico.

Nueva York sufrió graves daños en todo el Estado: 370 mil personas se quedaron sin electricidad. En Connecticut el servicio eléctrico se suspendió en 486 mil hogares, superando las interrupciones durante el Huracán Gloria en 1985. Un total de 183 mil casas estaban sin electricidad en el distrito de Columbia; a la vez, en Virginia la tormenta causó el segundo mayor apagón en su historia con 2.5 millones de personas que se quedaron sin electricidad. En Maryland por lo menos 822 mil personas estaban sin energía eléctrica y unas 200 carreteras fueron cerradas. En Filadelfia, siete edificios se derrumbaron durante una noche y un techo fue arrancado de un edificio de apartamentos de seis pisos en el centro de la ciudad. Con los daños producidos por Irene, Estados Unidos sufre 35 mil millones en pérdidas en nueve eventos meteorológicos separados hasta ahora en 2011. Toda una marca.

4 de septiembre de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 4 de septiembre de 2011)
El Otoño del Imperio


Huracán IRENE Caos y Destrucción Tras su Paso