lunes, 14 de septiembre de 2015

A 10 años del huracán “Katrina”

Jesús Hernández Garibay

El 29 de agosto último se cumplieron 10 años de la tragedia causada por el huracán Katrina en la ciudad de Nueva Orleans. Con vientos de más de 200 kilómetros por hora, el huracán inundó el 80 por ciento del lugar, generando la mayor catástrofe natural de todos los tiempos en Estados Unidos; además de casas y barrios completos, destruyó los diques del lago Pontchartrain y del Delta del Mississippi, por lo que miles de personas debieron ser evacuados, mientras 182 mil edificios quedaron destruidos. Los daños, si embargo, fueron mucho más que las enormes pérdidas económicas de 75 mil millones de dólares, pues el devastador huracán se cobró la vida de 1 mil 833 personas, cambiando a la vez para siempre las de más de un millón.

Decenas de miles quedaron atrapados durante días en una ciudad arrasada, inundada y en caos, donde a pocas calles de los cadáveres que flotaban se sucedían los saqueos y la violencia ante el vacío de poder en la ciudad. Los días posteriores también fueron muy duros para los que lograron escapar; algunas de las áreas más pobladas quedaron inundadas completamente y no había un lugar donde volver para muchos, por lo que miles se fueron primero a estados vecinos como Texas pero terminaron reconstruyendo su vida en otros lugares de la nación donde tenían familiares o amigos. No había seguridad, ni organización, faltaban agua y comida, mientras que los enfermos y la gente mayor se vieron totalmente desatendidos. Lo único que funcionó fue la autoorganización de la gente para recoger basura y distribuir el agua.

A la lenta reacción e insuficiente apoyo del gobierno de George W. Bush, siguieron las denuncias de que la ayuda no había llegado por igual a todos los sectores de la ciudad, en un contexto que desnudó la frágil situación de la población más pobre de Nueva Orleans. Entre los comentarios de gente evacuada destaca el de una mujer que recuerda cómo el dique de la calle 17 “fue bombardeado por ingenieros del ejército para salvar las propiedades inmobiliarias más valiosas de la ciudad..., para mantener el barrio Francés protegido”, mientras que el empobrecido Barrio 9 “fue sacrificado..., ellos lo bombardearon siete veces… Las atracciones turísticas tuvieron mayor prioridad que la misma gente…”

Curiosamente, los trabajos de reconstrucción más duros fueron hechos por decenas de miles de trabajadores latinoamericanos, la mayoría mexicanos, para los cuales la retribución por su esfuerzo fue: no haber recibido pago alguno y sí haber sido denunciados ante Migración por parte de las compañías privadas que los habían contratado; lo que implicó que muchos de ellos fueran expulsados de territorio norteamericano. Además, en estos diez años, disminuyó la población afroamericana, símbolo de la cultura de la ciudad, pues actualmente viven ahí 100 mil afroamericanos menos que entonces, y hay ahora proporcionalmente más negros pobres, con precarios ingresos por debajo de los 21 mil dólares por año (WSJ).

14 de septiembre de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 6 de septiembre de 2015)
El Otoño del Imperio