miércoles, 22 de abril de 2015

El Ejemplo de Galeano

Jesús Hernández Garibay

A la pérdida irreparable del uruguayo Eduardo Galeano, podríamos ahora celebrarlo al rememorar las miles de congruentes ideas que escribió y las que de esa manera provocó en nosotros, con su oportuno pensamiento a lo largo de una muy productiva vida en que participó en las letras nuestroamericanas. “Los hijos de los días” (2011), o “Días y noches de amor y de guerra” (1978), o “Memorias del fuego” (1982), o “El libro de los abrazos” (1989), o el más conocido “Las venas abiertas de América Latina” (1971) son, cualquiera de ellos entre muchísimos escritos, obras universales que hablan nada menos que de nuestra gente en medio de sus amargas realidades.

Claro que hoy en su muerte, como se esperaba y se puede apreciar a trasmano en las noticias del día, es cuando a la pléyade derechista de nuestros tiempos, se le ocurre hablar a contrapelo de su obra y de su persona. “Fue más un periodista de izquierdas, prestado a las letras…”, dicen algunos; “un típico representante de la casta que despotrica contra la [sagrada] sociedad abierta…”, dicen otros. Y de su principal ensayo, indican unos más muy sabiondos; “Las Venas Abiertas de América Latina, [fue] la Biblia de la Teoría de la Dependencia, esa escuela chileno-brasileña de finales de los 60…” Y se aprestan ahora a “desmantelar brevemente los mitos que Galeano presenta en aquel libro…”, al cual acusan, como a su autor, de haber “perdurado como guías de dictadores tercermundistas y de militantes alucinados…”

Cierto que el mismo Galeano, en un gesto de honradez intelectual, a 43 años de la edición original de “Las venas abiertas…”, afirmaba que “no sería capaz de leer el libro de nuevo”, pues “esa prosa de izquierda tradicional es pesadísima”, para confesar luego que cuando lo escribió “no tenía la formación necesaria”, y que si bien no estaba “arrepentido de haberlo escrito”, afirmaba que lo había escrito “sin conocer debidamente de economía y política…” Pero lo que no se recuerda con suficiente rigor por parte de esos jilgueros, es que el libro, con sus posibles limitaciones, fue prohibido por todas las dictaduras militares del continente y que su persecución obligó al exilio a su autor.

De su obra, Galeano mismo opinaba: “Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable…” A la vez, era crudo por contundente al decir: “Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, [los que] no saben leer o no tienen con qué…” Y respecto a nuestro deplorable escenario mundial, aducía con mucho tino: “El sistema capitalista se come todo lo que encuentra. Incluye una ideología, una moral, una concepción de la vida y de las cosas que es peligrosa para el género humano y para el planeta que habitamos. Es bueno, bajo ese sistema, todo lo que es rentable, y todo lo que no es rentable no merece existir. Eso conduce a la rifa del planeta…”

Jules Michelet, historiador francés del siglo XIX, quien escribe una obra “desde el pueblo”, planteaba, como seguramente lo pensaba Galeano: “...he cerrado todos los libros y me he vuelto a colocar dentro del pueblo tanto como me fue posible... fui entonces consultando a los hombres, escuchándoles hablar de su propia suerte, recogiendo de su boca eso que no se encuentra siempre en los brillantes escritores, las palabras de buen sentido…” El filósofo prusiano Immanuel Kant, de su lado, consideraba de su propia labor intelectual que “honrar a los hombres” era el “único tema de estudio” capaz de dar a todos los demás su valor... La filósofa francesa Simone Weil, por su lado, afirmaba en la primera mitad del siglo pasado de su propia obra: “Yo aprendo a honrar a los hombres; y me encontraría más inútil que el común de los trabajadores, si no creyera que este tema de estudio puede dar a todos los demás un valor que consiste en esto: hacer resurgir los derechos de la humanidad…” Todos ellos hablan de hacer con su obra, lo que Galeano hizo con su fructífera vida.

Así, a Eduardo Galeano difícilmente puede encerrársele en el círculo de “las izquierdas” y los “dictadores tercermundistas y militantes alucinados”. El esplendoroso uruguayo no fue (y de ahí su excelsitud) más que un honesto intelectual que escribió siempre también “desde el pueblo”. Y por ello es que de su obra nos queda no solamente la esperanza de que los tiempos cambien, sino, sobre todo, el ejemplo de un camino más, para hacerlos cambiar…

22 de abril de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, Cultura en línea, México, 22 de abril de 2015)
El Otoño del Imperio

El X Foro Social Mundial. Respuesta Popular al Atentado Terrorista en Túnez

Jesús Hernández Garibay

En el peor atentado terrorista acontecido en Túnez en más de una década, la capital de la nación del norte de África sufrió el pasado miércoles 18 de marzo el ataque de hombres armados que abrieron fuego sobre visitantes del famoso museo El Bardo, en el corazón de El Cairo, la capital, matando a un total de 23 personas, entre ellas 17 extranjeros; el asalto, que amenazó con alterar la frágil estabilidad política del país, eleva los temores de que militantes vinculados al Estado Islámico estén expandiendo sus operaciones a nuevos países.

De manera coincidente, una semana después, del martes 24 al sábado 28, se llevaría a cabo en la misma ciudad la décima edición del ya emblemático Foro Social Mundial, en el que más de cuatro mil Organizaciones No Gubernamentales, otros grupos diversos de la sociedad civil y decenas de miles de intelectuales y luchadores altermundistas, se reunirían para tratar temas como la migración, el medioambiente, los derechos humanos y la crisis económica mundial.

Después del ataque del 18 de marzo, se temió que el Foro fuera cancelado. Sin embargo, el comité organizador emitió una declaración confirmando que se realizaría. Luego fueron llevadas a cabo cuatro jornadas, en las que se celebraron más de un millar de conferencias y talleres, cientos de actividades lúdicas, conciertos y millares de entrevistas e intercambios de puntos de vista, con la idea de que es viable hoy otro modelo de gestión para el mundo.

La elección de Túnez como sede del Foro en 2015 (la anterior edición en 2011 se había también llevado a cabo ahí) fue una decisión meditada. “En Túnez, en 2011 —decía el economista francés Gustavo Massiah, uno de los organizadores—, comenzó el levantamiento del pueblo contra la crisis y el neoliberalismo, contra la crisis del sistema geopolítico, económico, cultural e ideológico de todo el mundo”. El cambio político en ese país, trajo entonces consigo una serie de importantes movimientos populares en el mundo árabe y otras regiones, y ha sido un ejemplo para la sociedad civil de todo el orbe.

Antes del inicio de sus actividades, los organizadores del Foro advertían: “la masiva participación en el FSM será la respuesta adecuada de todas las fuerzas por la paz y la democracia hacia un mundo más justo y libre a partir de la coexistencia pacífica…”

En su Declaración final, el Foro 2015 decía: “Nosotras y nosotros, nos hemos reunido en la Asamblea de los Movimientos Sociales…, teniendo en cuenta toda nuestra diversidad para construir una agenda común de luchas contra el capitalismo, el imperialismo, el patriarcado, el racismo y todas las formas de discriminación y de opresión. Hemos construido una historia y un trabajo en común que ha permitido avances, con la esperanza de conseguir la victoria contra el sistema dominante y poder concretar alternativas en pro de un desarrollo socialmente justo y respetuoso de la naturaleza…”

22 de abril de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, en línea, México, 12 de abril de 2015)
El Otoño del Imperio