lunes, 30 de julio de 2018

La Cumbre Trump-Putin: ¿Durmiendo con el Enemigo?

Jesús Hernández Garibay

El más reciente viaje como Jefe de Estado del presidente Donald Trump, tras sus polémicas visitas a Bruselas y Londres marcadas por las duras críticas hechas contra sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y contra la primera ministra británica Theresa May, incluyó como se sabe, una entrevista ulterior con el presidente Vladimir Putin, un dirigente con el que Estados Unidos había mantenido antes numerosos puntos de conflicto.

Previo a dicha cumbre, llevada a cabo el lunes 16 de julio en Helsinki, Finlandia, ya se anunciaba que las conversaciones incluirían temas de comercio, lo militar y los misiles, las armas nucleares y el gigante China. No se mencionaba que fuera a tratarse la supuesta “intromisión” de Rusia en las elecciones de EUA y Trump centraba su atención más bien, en “las grandes oportunidades” que no se habían aprovechado a lo largo de los últimos años, por culpa, decía, de “la insensatez y estupidez” de los gobernantes anteriores de su país.

En una entrevista difundida por la cadena CBS en la víspera de la reunión con su homólogo, Trump se precavía de las eventuales críticas que al volver a casa le harían, y tildaba a Rusia, a la Unión Europea y a China, por razones diversas, de ser “enemigos” de Estados Unidos. La Unión Europea, “por lo que nos hacen en comercio”; Rusia “en ciertos aspectos”, y China “en lo económico”. Pero agregaba: “…eso no significa que sean malos. No significa nada. Significa que son competitivos”.

Como ya se esperaba, después de la Conferencia de Prensa conjunta al término de la cumbre, la líder demócrata Nancy Pelosi, representante por California, aseguraba que Trump había mostrado “debilidad frente a Putin...; lo cual es una prueba ―decía―, de que los rusos ‘tienen algo’ con el presidente, personal, económica o políticamente”. En tanto, Trump acusaba a los demócratas y a republicanos que también lo criticaban, de desatar una “cacería de brujas” en connivencia, apuntaba, con “el enemigo real de la gente: la prensa embustera…”

En el entorno de las duras críticas bipartidistas contra Trump, en una entrevista de Fox News realizada después de la cumbre y sobre el tema específico de la supuesta “intromisión electoral”, el presidente Putin tachaba de “completamente ridículo” el que algunos todavía pensaran que los rusos “pudieran haber persuadido a millones de votantes estadounidenses” en las elecciones de 2016. “¿Creen que nuestros servicios especiales ―añadía―, realmente organizaban la vigilancia sobre todos y cada uno de ellos?” Y terminaba: “…a diferencia de los Estados Unidos, no lo hacemos, no tenemos suficientes recursos, no tenemos suficiente mano de obra para organizar el estado total del control. No es parte de nuestros planes”.

“La cumbre con Rusia fue un gran éxito ―remataba luego Trump en un tweet, como lo hizo para el caso del líder de Corea del Norte―. Estoy viendo la posibilidad de un segundo encuentro, de tal manera que comencemos a implementar algunos de los múltiples temas que se discutieron, incluyendo el comercio, el terrorismo, la seguridad y los asuntos nucleares”.

30 de julio de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 29 de julio
de 2018)
El Otoño del Imperio

jueves, 12 de julio de 2018

La Historia No Escrita del Cuarto Reich (Segunda Parte)

Jesús Hernández Garibay

El tema del proyecto y cimentación de un IV Reich desde Sudamérica es, desde luego, uno muy conocido y tratado ya, muchos años antes del inicio de las investigaciones hechas para el Canal History Channel, relatadas hace quince días. Incontables notas periodísticas y libros fueron y siguen siendo escritos en distintos países de la región, como Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil y Chile mismo. “¡Bormann Vive! La Historia del IV Reich en Sudamérica”, “Los Nazis en Chile”, “Ultramar Sur. La última operación secreta del Tercer Reich”, son sólo un ejemplo de lo escrito al respecto por colegas sudamericanos.

En algunos se enfatiza el tema del escape de Hitler y su muerte en el subcontinente, mientras otros le siguen las huellas a varios altos oficiales de las SS que cubrieron la llegada del Führer y operaron desde varios países en busca de una infraestructura necesaria para el efluvio de los planes nazis. La fabricación de armamento para, según se estima, los alrededor de nueve mil soldados nazis que vinieron antes y después de 1945; la construcción de un complejo militar en el que se intentaron crear armas nucleares; los multitudinarios eventos nazis en Argentina; el diseño, producción y utilización de modernos aviones a reacción que sólo algunos países en el mundo eran capaces de lograr…

Con la ayuda de una red de antiguos miembros de las SS ya presentes ahí, Josef Mengele, el tétrico “médico de Auschwitz”, arribó a la Argentina siendo perseguido, en julio de 1949. En un principio vivió en Buenos Aires y sus alrededores, pero luego tuvo que huir a Paraguay en 1959 y a Brasil en 1960. Regresó a Paraguay protegido por el gobierno del dictador Alfredo Stroessner y, aunque escondido, mantuvo hasta su muerte en 1979 siempre la idea de apoyar desde el Atlántico los planes que Walter Rauff cumplía en Chile para la edificación de ese IV Reich, que se relataron en la primera parte de este mismo artículo.

Martin Bormann, Vice-Führer de Adolfo Hitler y uno de los hombres más influyentes sobre el dictador alemán que se hayan conocido, desde 1945 se había transformado en el virtual depositario de las esperanzas de su jefe para la refundación del Reich. El plan ya desde entonces era el de hacerlo realidad, pero en Sudamérica, con el apoyo tanto de Mengele como de la funesta Odessa alemana, “La Araña”, cuyo centro mundial estaba ya radicado en Bariloche, provincia de Río Negro, Argentina desde antes de terminar la guerra, y cuya principal labor era el traslado, protección y entrenamiento de miles de espías y agentes alemanes en este país desde la época de la guerra.

¿Hitler los acompañaba vivo, tras bambalinas? Pareciera, pues según la pesquisa apoyada en testimonios, del periodista brasileño Marcelo Netto, el Führer habría muerto en algún lugar entre Argentina y Chile el 5 de febrero de 1971, y habrían sido luego exhumados y trasladados sus restos a Asunción del Paraguay, para ser sepultado ahí dos años más tarde. Verdad o no, la historia no escrita aún, completa, revela una lógica bastante coherente…

12 de julio de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 15 de julio
de 2018)
El Otoño del Imperio