domingo, 19 de noviembre de 2017

Donald Trump en Gira por Cinco Países de Asia

Jesús Hernández Garibay

La gira de Donald Trump llevada a cabo del 3 al 14 de noviembre por cinco países de Asia: Japón, China, Corea del Sur, Vietnam y Filipinas, con su participación en varias cumbres viene a subrayar la intención del polémico presidente de buscar fortalecer vínculos y compromisos políticos a fin de hacer frente a crisis como la de Corea del Norte, pero a la vez intentar avanzar hacia nuevos acuerdos bilaterales de comercio, esta última la postura oficial de la Casa Blanca frente a los tratados multilaterales vigentes.

Trump participó en la Cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y la Cumbre del Este de Asia (EAS), ambas en Filipinas, pero su principal intervención la tuvo en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se realizó en el balneario de Đà Nẵng, Vietnam. Previamente había conversado en Beijing con el mandatario chino Xi Jinping, a quien urgió apoyar los esfuerzos por bajar la tirantez existente con Corea del Norte, y al que a la vez proponía alcanzar un acuerdo bilateral de comercio que beneficiara a ambos países.

Como se sabe, Trump ha criticado a China por supuestas “prácticas comerciales desleales”, por el manejo que ha hecho de su moneda y por su inevitable influencia en la eliminación de puestos de trabajo en Estados Unidos, y más recientemente ha calificado hasta de “vergonzoso” el grave déficit comercial de su país con el gigante asiático, que alcanzó los 347 mil millones de dólares en 2016. Así, en su discurso pronunciado en Đà Nẵng el líder norteamericano abandonaría el tono amable exhibido en Beijing, para hablar en contra de “las violaciones, engaños y agresión económica” que, a su juicio, padece EUA, anunciando que sólo estaría dispuesto a colaborar con los 20 restantes países de la APEC en tanto “acaten acuerdos comerciales justos y recíprocos” pues, insistía, la política comercial mantenida por los anteriores gobiernos estadounidenses “ha costado millones de puestos de trabajo” al país.

A la vez aseveraba que la Organización Mundial del Comercio (OMC), organismo que marca hasta ahora las reglas del comercio internacional, no puede funcionar correctamente “si sus miembros no respetan esas reglas”, denunciando además que no ha existido reciprocidad cuando según él, EUA ha reducido las barreras y suprimido aranceles comerciales. “Esas prácticas han ‘trasquilado’ los puestos de trabajo, las fábricas y las industrias de mi país”, se lamentaba frente a sus oyentes, y anunciaba que negociaría tratados bilaterales, pero “con quienes estén dispuestos a llegar a un acuerdo justo sobre la base del respeto y el beneficio mutuo…”

Quien, sin embargo, marcó la pauta del encuentro ahí fue Xi Jinping, el cual defendía precisamente lo contrario a lo planteado por Trump: una colaboración económica cada vez más globalizada y abierta entre países de todo el mundo, mediante acuerdos multilaterales en los cuales, claro, encaje su principal proyecto de transporte denominado la “Nueva Ruta de la Seda” que pretende cubrir el 65 por ciento de la población mundial y afianzar a China como nuevo referente económico global. Ante este escenario, lo que habría que preguntar entonces, es: ¿Quién podría ganar la partida en el actual tablero mundial; un país en declive, o un país en ascenso…?

19 de noviembre de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 19
de noviembre de 2017)
El Otoño del Imperio

sábado, 4 de noviembre de 2017

A 100 años de la Revolución de Octubre

Jesús Hernández Garibay

En estas fechas se cumplen 100 años de la revolución rusa de octubre de 1917 (25 de octubrebajo el calendario juliano vigente en el Imperio ruso, después abolido por el nuevo Gobierno bolchevique, o 7 de noviembre bajo el calendario gregoriano). Una ocasión para reflexionar acerca de un hecho que en su momento fue muy admirado pero a la vez ha sido cientos y miles de veces vilipendiado, despreciado, malmirado, descalificado, considerado tan fastidioso como impertinente y hasta mal comprendido por muchas de las izquierdas en el mundo.

No hay que soslayar un tema ya sabido; que desde un inicio fueron enviadas tropas a destruir las intenciones de los soviets para apartarse de la senda del capitalismo reinante. Ante el asedio de las tropas alemanas cuyo gobierno en un doble juego proponía pero rechazaba la aceptación de paz de los bolcheviques, en un texto titulado “¡La patria socialista está en peligro!”, el 21 de febrero de 1918 Lenin denunciaba: “El militarismo Alemán, cumpliendo el encargo de los capitalistas de todos los países, quiere estrangular a los obreros y campesinos de Rusia y Ucrania, devolver la tierra a los terratenientes, las fábricas y las empresas a los banqueros, el Poder a la monarquía…” (cursivas en el original).

Luego de ese infausto inicio de una inédita revolución, la Unión Soviética enfrentaría la radical oposición y el odio de las fuerzas más conservadoras encabezadas por las oligarquías, que tratarían de atajarla mediante todas las formas legales o ilegales posibles. El surgimiento del nazi fascismo y el feroz ataque alemán en la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría y, desde luego, el diversionismo ideológico que pone en el centro de sus esfuerzos el descrédito no sólo de los soviets sino de cualquier forma de pensamiento independiente más allá del “mejor de los mundos posible”; una intención manipuladora que incide a lo largo de ese siglo sobre gran parte de la intelectualidad del planeta.

La pretensión de esa revolución, como de otras que son luego estimuladas por el ejemplo, no fue más que encontrar un camino para la genuina aspiración de todos los tiempos de resolver la vida en favor de millones de trabajadores y en general pueblos explotados y engañados en todas partes del mundo, por parte de minorías privilegiadas. Pero con mayor afán, el capital después convertido en imperialismo logra ahí ―a través de mecanismos distintos, compra de conciencias, bloqueos económicos, golpes de Estado, invasiones militares, guerras psicológicas, operaciones encubiertas y otros tantos―, detener esa marcha y reforzar su poder mundial.

Desde hace muchos años resulta claro que el capitalismo no es la solución a las cada vez mayores penurias de la gente, sino su progenitor. Y existe ahora una progresiva conciencia de que el futuro no será mejor sino peor, mientras la humanidad continúe caminando bajo el paraguas de la “libre competencia”, sustento principal del enriquecimiento de voraces oligopolios. Y a pesar del poderío que alcance todavía durante muchos años más el “libre mercado”, lo cierto es que sus cada vez más incontrolables efectos de la crisis permanente que padece, pero sobre todo la decisión organizada de los pueblos, inevitablemente volverán vigentes las experiencias de lucha que, como la revolución de octubre, ha tenido el ser humano a lo largo de su historia.

4 de noviembre de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 5
de noviembre de 2017)
El Otoño del Imperio