martes, 28 de febrero de 2012

Los Premios Oscar y el Gran Negocio de Hollywood

Jesús Hernández Garibay

Como ya se conoce, la película “The Artist”, que rememora el nacimiento del cine sonoro y de la industria cinematográfica en Hollywood, una producción de Francia y Bélgica dirigida por Michel Hazanavicius, resultó la gran ganadora en la 84ª entrega de los premios Oscar en el Highland Center de Los Ángeles. Una premiación que alcanzaron a ver cerca de 40 millones de telespectadores en 255 países; danza de glamour y de millones transmitida en exclusiva por la gigantesca empresa ABC, quien cobró alrededor de un millón 700 mil dólares por cada 30 segundos de publicidad contratada. Un negocio multimillonario, cereza del pastel que representa el dispendioso mundo de la producción hollywoodense, hoy y siempre ligada a las mejores causas del llamado “libre mercado”.

Cada año la entrega de los Oscar genera inmensas ganancias en la venta de kilómetros de alfombras vendidas, promoción de limosinas a trasmano y, claro, también trabajo para cientos de diseñadores, electricistas, cocineros y técnicos de todo tipo. Paquetes de fotógrafos para hacer lucir más a las estrellas, guardaespaldas para cuidarles o resguardar el lugar, carteles, cortinas de terciopelo o barricadas para controlar a las multitudes que se arremolinan deseosas de ver por algunos segundos a sus artistas favoritos, son promocionados en el gran negocio del espectáculo; sin olvidar a los 400 cocineros para la tradicional cena de gala de los directores de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas, que tiene lugar después de la premiación del evento, para mil 500 invitados.

El verdadero sustento de tal embeleso, sin embargo, no solamente son las multitudes que deciden acudir vez tras vez a complacerse de los estrenos en las salas de cine en Estados Unidos, sino sobre todo las de muchos otros países entre los que destacan los cinéfilos de lugares como Rusia, China y Brasil. Tan sólo durante la última década el gasto total en la taquilla aumentó aproximadamente en un tercio en las salas de EUA, mientras que superó el doble de esa cifra en el resto del mundo. En 2007, por ejemplo, las películas estadounidenses lograron casi el doble en la taquilla rusa que en la local: 8 mil 300 millones de rublos (US$325 millones), en comparación con 4 mil 500 millones.

Hollywood y el Pentágono, desde luego, siempre y desde los inicios de la industria del cine han sostenido maravillosos idilios; lo que ha servido para mantener la incesante propaganda que permite justificar las guerras: la “magia del cine” que millones de personas ven todos los días. Una relación que conforma lo que se ha dado en llamar el Military-Entertainment Complex que a las empresas castrenses genera pingües ganancias. Una conveniente asociación para el “libre mercado”, que sustenta también grandes negocios financieros, de productores de alimentos, discográficos, de estudios cinematográficos, etcétera, que promueven compañías subsidiarias de grandes conglomerados cada día más oligopólicos. Una danza de millones contrastante con las 50 mil personas que mueren de hambre día con día, y que aparecen pocas veces en la pantalla grande.

28 de febrero de 2012.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 4 de marzo de 2012)
El Otoño del Imperio

La conexión del cine americano y el Pentágono (1 de 4)

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