lunes, 30 de enero de 2012

El Foro Económico Mundial 2012

Jesús Hernández Garibay

El pasado domingo culminó la 42ª edición del Foro Económico Mundial, cónclave en el que, como se sabe, se congrega anualmente parte de la crema y nata de los promotores del “mercado libre” (mandatarios, empresarios, académicos y otros intelectuales) para intentar lineamientos en la perspectiva de solventar lo que consideran sus principales problemas y encauzar el mundo global de los negocios. Este año, el debate sobre el tema principal: “La gran transformación, diseñar nuevos modelos”, estaría marcado por la creciente preocupación acerca de la respuesta social a la crisis: el aumento de la brecha entre ricos y pobres está “alimentando el resentimiento global”, decía el principal informe al evento, denominado Riesgos Globales 2012.

El informe habla sobre el impacto percibido y la probabilidad de 50 riesgos globales prevalentes, con una mayor preocupación sobre los socio-económicos. Indica que los desequilibrios fiscales crónicos y la grave disparidad de los ingresos serán los principales riesgos de los próximos 10 años, “situación que amenaza el crecimiento mundial”, ya que son “un catalizador de nacionalismos, populismos y medidas proteccionistas…”, en un momento en el que el mundo sigue siendo muy vulnerable a problemas financieros sistémicos. “El progreso aportado por la globalización corre el riesgo de debilitarse ante los desequilibrios económicos y las desigualdades sociales existentes”, advierte. Por ello, en esencia llama a una “gran transformación” del capitalismo, en aras de preservarlo.

De acuerdo con los autores del informe, gente toda vinculada al resguardo irrestricto del mercado, de lo que se trata es de entender la necesidad del “re-equilibrio” de una economía “afectada por la tecnología de la información en una escala histórica” (en el fondo la vieja tesis de los obstáculos humanos a una “sociedad posindustrial” o el enfrentamiento de la sociedad con una inevitable “tercera ola”). El resultado neto que viene serían “cambios transformacionales en valores sociales, necesidades de recursos y avances tecnológicos como nunca antes…”, para lo cual es necesario “crear los modelos conceptuales necesarios” hacia una “comprensión sistémica” de estas grandes transformaciones.

Lo cierto, en todo caso, es la percepción que de los problemas tienen algunos de los capitanes de ese barco como Klaus Schwab, fundador del Foro y anfitrión del mismo, quien advertía del actual “capitalismo anticuado y tambaleante”, que “hemos descuidado la inversión hacia el futuro… y estamos en peligro de perder completamente la confianza de las generaciones futuras...; el capitalismo en su forma actual no tiene cabida en el mundo que nos rodea…” Pero para los mil 600 líderes económicos y políticos, incluyendo 40 mandatarios asistentes, quedará la pregunta hecha por Mark Malloch-Brown: “¿Davos: Parte del problema o solución?”, pues este asesor financiero opinaba ahí: “no veo ninguna gran iniciativa internacional…, Davos es mucho más sobre un estado de ánimo tratando de buscar cuan intenso o no es el nivel de ansiedad en este extraño ambiente…”

30 de enero de 2012.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 29 de enero de 2012)
El Otoño del Imperio

El foro de Davos y la solución de la crisis

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