jueves, 17 de junio de 2010

El Mundial de Sudáfrica, entre la Celebración y el Negocio

Jesús Hernández Garibay

Iniciado el Campeonato Mundial de Futbol 2010, más allá de la parafernalia de la que en estos días se baña al mundo, vale recordar brevemente dos asuntos que hoy se juegan en Sudáfrica. El primero y esencial es la celebración de una fiesta distintiva del deporte en el entorno de un maravilloso país como ese, liberado ahora de la impudicia del apartheid, un inhumano sistema de segregación racial del cual se beneficiaron sobre todo colonizadores ingleses, en contra de quienes sus esclavos negros por muchos años lucharon a costa de sangre y cárcel, y cuyo icono más reconocido en esa larga lucha es Nelson Mandela. El segundo asunto es el de los colosales negocios alrededor del preciado evento, que compite con el gran negocio del oro, la plata y los diamantes que durante el siglo XX empobreció a sus trabajadores, y que ahora en el XXI, no obstante lo esperable, los mantendrá en el mismo sitio.

Sudáfrica, desde el siglo XIX sistemáticamente saqueada entre otras por la De Beers Mining Company del inglés John Rhodes, es ahora luego del apartheid la primera economía de África, con el 25% de todo el Producto Interno Bruto (PIB) africano y un gran volumen de capital nacional público y privado. La bolsa de valores de Johannesburgo es la mayor del continente. Un importante sector es la minería, principalmente la extracción de carbón y de minerales y metales preciosos como los diamantes, el oro y el platino. Otro es la industria más poderosa y diversificada de todo el continente, que incluye desde bienes agropecuarios y minerales, hasta los sectores automovilístico, aeronáutico y energético. Pero como sucede con países que tienen todo para lograr el desarrollo, al final los beneficiarios de tales riquezas no son sino los grandes capitales a quienes poco preocupa la desigualdad social.

A propósito de la justa deportiva el gobierno actual encabezado por Jacob Zuma, más democrático sí, que el que en el siglo anterior se sufría, deposita una gran confianza en el fútbol y aspira a que como resultado del Campeonato Mundial este año su PIB crezca por encima del 10% y tal vez alcance hasta un 15%. No obstante, poco de esa riqueza nacional quedará entre la población más desfavorecida. Un informe del Instituto Sudafricano de Relaciones Raciales indica que si en 1996 había 1,9 millones de sudafricanos que vivían con menos de un dólar diario, en 2005 eran de 4,2 millones, un crecimiento calificado por los expertos como “dramático”. El incremento de la pobreza se ha debido al aumento del desempleo y del subempleo, que afectan a cerca del 40 por ciento de la población activa, según estudios privados.

El fútbol, como se sabe, a escala mundial es un macronegocio de 500 mil millones de dólares (mdd), que incluye a empresas patrocinantes, cadenas informativas, técnicos, jugadores, que lo convierten en un gran consorcio con incidencia en toda la economía global. En el área de los grandes beneficiarios económicos de esa danza multimillonaria están firmas patrocinadoras, empresas trasnacionales como Adidas, Nike o muchas otras que utilizan al evento como vitrina y herramienta de posicionamiento en el mercado. Una consultora estadounidense elaboró en diciembre pasado un informe en el que estimaba que el impacto económico del mundial sería de unos 7 mil 325 mdd, mientras que la visita de unos 480 mil turistas dejaría cerca de 1 mil 117 mdd durante el mes que durará la competencia. Pero a 15 años de la terminación del apartheid en que todavía el 10% de los blancos tienen más del 50% de la riqueza nacional, es de esperarse que el beneficio no sea para las mayorías.

14 de junio de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 20 de junio de 2010)
El Otoño del Imperio

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