lunes, 7 de junio de 2010

El Informe Sobre Gasto Militar Mundial 2010

Jesús Hernández Garibay

El 2 de junio último el Instituto Internacional de Investigación para la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés), presentó en Estolcolmo su nuevo informe anual acerca del gasto militar mundial. De acuerdo con el mismo, dicho gasto ascendió a mil 531 millones de dólares en 2009, lo que representa un incremento histórico del 5.9% con relación al año precedente. Al respecto, el encargado del Proyecto de Gasto Militar del SIPRI, Sam Perlo-Freeman, planteaba que muchos países aumentaron su gasto público total en 2009, “como una forma de impulsar la demanda para combatir la recesión…”; a la vez, indicaba que las cifras demuestran que “para las potencias grandes o intermedias como Estados Unidos, China, Rusia, India y Brasil, el gasto militar representa una elección estratégica de largo aliento que desean tomar incluso en tiempos de dificultades económicas...”

Como se sabe, de manera particular Estados Unidos es una de las naciones que concede una importancia de primer orden desde hace muchas décadas a los conflictos bélicos. El gasto para su defensa de 2001 a 2009, por ejemplo, aumentó en alrededor de un 70%, hasta 661 mil millones de dólares en este último año, o 4.3% de su PIB, significativamente más alto que el gasto para su defensa desde la Segunda Guerra Mundial hasta el año 2000. El aumento registrado en este país durante 2009 supone más de la mitad (54%) del crecimiento mundial, según señala el Informe del SIPRI, y se debe a que, pese al creciente desempleo y la recesión, el país sostiene dos guerras en Afganistán e Irak. De nuevo, por supuesto, basado en el llamado “militarismo keynesiano”, que plantea que lo más conveniente para un país es gastar en armamentos para resolver el problema del empleo, por lo que los sucesivos gobiernos han dejado al complejo militar-industrial hacer lo propio.

Ya durante los años cincuenta el gasto militar gubernamental en este país resultó clave en la acumulación del capitalismo de la posguerra, pues contribuyó a un relativamente alto nivel de empleo; los propios medios informativos contribuyeron a asegurar el apoyo de la población en favor de dicho armamentismo. Al respecto, en 1959 el economista Seymour Harris escribía: “Si tomamos los años de 1941 a la actualidad como un todo, encontramos de nuevo que el periodo de mayor prosperidad coincide con un periodo de mayor desarrollo militar…” Diez años antes, otro economista de Harvard, Sumner Slichter, explicaba que era muy difícil de concebir que persistiera una severa depresión económica en la época de la guerra fría, puesto que la guerra fría, decía, “incrementa la demanda de bienes, ayuda a sostener un alto nivel de empleos… Así que debemos agradecer a los rusos por ayudar a que el capitalismo de Estados Unidos trabaje mejor que nunca...”

Para mediados de los cincuenta había en EUA una economía estable que permitió reforzar el nuevo orden militar. Durante los sesenta logra consolidar dicha industria, con base en la necesidad de defensa de la hegemonía global norteamericana, la creación de una plataforma internacionalmente “segura” para la expansión de las corporaciones norteamericanas, el logro de una población complaciente en casa bajo la influencia nacionalista de la guerra perpetua y de la preparación para la guerra, y el incremento de la capacidad productiva de la nación para ayudar a salir del estancamiento económico a través de la promoción de un gasto militar con altas ganancias y bajo riesgo. Hechos que, por donde se les vea, continúan siendo piedra angular en las relaciones de EUA con el mundo.

7 de junio de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 13 de junio de 2010)
El Otoño del Imperio

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