domingo, 2 de junio de 2013

El Coltán y los Celulares con Olor a Muerte

Jesús Hernández Garibay

Los teléfonos celulares, las computadoras portátiles y las consolas de los juegos que tan felices hacen a los niños y tanto animan nuestras vidas como adultos profesionales en busca de las mejores herramientas para aumentar nuestra eficacia en este tan competido mundo, tienen un elemento en común. Esas tres “joyas” de la más alta tecnología, entre otras que a veces nos llevan hasta el punto del delirio, contienen “coltán”, una materia prima extraída en condiciones desastrosas del fondo de las minas de la República Democrática del Congo, que lo mismo ha dado riqueza a diversas multinacionales, en la misma medida en que ha implicado la muerte de al menos cinco millones de personas.

“Para que nosotros usemos nuestro celular hay gente que tiene que morir…”, lamenta Nuria Juvanteny, una religiosa con 25 años de experiencias en África, siete de ellos en El Congo. Y es que el 80% de los recursos mundiales de coltán, codiciado metal conductor extraído del mineral colombio-tantalita que, junto con la casiterita, resulta clave en las nuevas tecnologías, se encuentra en el este del país. “Para extraerlo se utiliza a jóvenes y niños ―dice la hermana carmelita―. He visto imágenes donde los soldados azotan a menores cuando éstos caen rendidos tras horas de trabajo para obligarles a continuar en su búsqueda del mineral. ¿Cuánto van a vivir? Muchos acaban muriendo en las minas…”

Desde 1998, el conflicto en el este del Congo ha acabado con millones de vidas; sus orígenes se remontan a la lucha étnica entre hutus y tutsis. La lucha continúa pero, desde los años noventa, las milicias concentraron sus esfuerzos en el control de las minas; el este del país es la zona más rica en esos dos minerales imprescindibles para la fabricación de la tecnología compacta. En lugares aislados en que el mineral se extrae de manera artesanal por millares de “cavadores”, hombres, mujeres y niños trabajan en el fondo de los ríos y los huecos de las montañas para arrancar de la tierra la piedra grisácea, a través de funestos métodos de trabajo que recuerdan los utilizados en las minas de oro, ilustrados en las regias fotografías de Sebastião Salgado de la mina de oro de Serra Pelada, Brasil.

Todo, en el fondo, por el abrumador negocio, donde ganan sobre todo multinacionales que se mantienen al acecho. Porque el coltán es ya utilizado en casi la totalidad de los dispositivos electrónicos actuales: aparte de los mencionados arriba, también en los GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas como los drones, pantallas planas y muchos otros sofisticados aparatos. Intermediarios como Amalgamated Metal (Gran Bretaña), Cabot Corporation Tantalum Processing (EUA), Cogecom Coltan Trading (Bélgica), Finconcord (Suiza), Starck GmbH & Co. (Alemania), por mencionar sólo unas cuantas, proveen esos minerales cardinales para la miniaturización de la tecnología, a grandes compañías como Apple, Sony Ericsson, Nokia, Motorola, LG, Samsung y tantas otras, sin dejar fuera por supuesto a las infaltables empresas armamentistas mundiales. Lucro al máximo, ganancias al por mayor en el “libre mercado”, sin importar costos sociales o vidas humanas.

2 de junio de 2013.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 2 de junio de 2013)
El Otoño del Imperio

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