domingo, 26 de mayo de 2013

Dramática Caída del Precio del Oro

Jesús Hernández Garibay

La noticia más importante en los mercados financieros mundiales el pasado lunes 15 de abril, fue el colapso de los precios del oro y de la plata. El oro cayó más de 90 dólares la onza, desde su jornada anterior, el viernes previo; una caída de alrededor del 7%, más fuerte que la de la semana precedente (del 4,7%), mientras que el precio de la plata cayó un 8% (24 dólares la onza). En tanto que para algunos analistas las causas de dicha caída están relacionadas con el aumento reciente en el mercado de valores, la mejora lenta y constante de la economía de Estados Unidos y la reciente fortaleza del dólar, para otros es la consecuencia de la venta que tendría que hacer Chipre de sus reservas para recaudar 522 millones de dólares para financiar los 13 mil millones de su rescate internacional.

Los precios del oro han ido cayendo desde el pasado mes de octubre; de hecho, el metal ha perdido durante los últimos meses su significado como un refugio de muchos inversionistas que deseaban salvarse de la crisis de la deuda en la zona euro, en la misma medida en que ésta se ha estabilizado y las diferencias entre los legisladores de ambos partidos respecto a la deuda de Washington han disminuido. Mientras tanto, otros recursos como las acciones se han vuelto más atractivos para inversionistas que buscan mayores rendimientos, en tanto que las preocupaciones inflacionarias provocadas por el programa de estímulo de la Reserva Federal han menguado, decepcionando a algunos inversores que compraron oro como una protección contra los aumentos de precios.

Junto con la caída de los precios del oro y de la plata, en las últimas semanas los mercados han visto también caer el precio del cobre y los granos, así como los futuros del petróleo West Texas, los que se han desplomado a menos de 89 dólares, el precio más bajo desde diciembre de 2012. En este contexto es que el anuncio de un crecimiento más débil de lo esperado registrado por la economía de China, ha alimentado también la preocupación de un buen número de inversionistas que ese mismo lunes 15 huyeron de los mercados financieros y comenzaron a vender masivamente sus metales, lo que estimuló el ambiente de pánico en todo el mundo, creando mayor inestabilidad en dichos mercados.

Más allá del nerviosismo, como se sabe el mercado no se desenvuelve estable de manera permanente, sino que lo hace en forma cíclica. Sin embargo, las crisis periódicas que el capitalismo comienza a padecer en el último tercio del siglo XX y luego a partir del primer decenio del XXI, en vez de constituir interrupciones temporales del proceso de crecimiento, representan severas contracciones de capital; ello es así porque la crisis actual responde a graves problemas en el proceso de acumulación. Es decir, en el fondo la crisis financiera es síntoma de una crisis más general, donde el estancamiento obliga a una explosión de la deuda que contribuye tanto a la bonanza como a una inestabilidad tal, que irremediable lleva al mundo de los negocios a buscar otros “cotos de caza” donde encontrar ganancias; en el fondo, no obstante, sin una solución real y duradera a la mano.

26 de mayo de 2013.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 26 de mayo de 2013)
El Otoño del Imperio

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