domingo, 28 de abril de 2013

Estados Unidos: De Bombas, Balas, Explosiones… y Mota

Jesús Hernández Garibay

Los dos bombazos que dejaron un saldo de tres personas muertas y más de 100 heridos el pasado 15 de abril en la línea de meta del maratón que se celebraba en la ciudad de Boston, Massachusetts, puso de nueva cuenta en alerta las alarmas antiterroristas en Estados Unidos, un país crecientemente golpeado y magullado por odios y rencores nacionales y ultramarinos, a la vez que acosado por costumbres belicosas sin un fácil control; pero igual deleitado por peculiares modas…, como la quema pública de “mota”.

Tres días antes de los infaustos bombazos realizados según esto por los hermanos Tsarnaev en Boston, también en Christiansburg, Virginia, habían resultado heridas dos mujeres más, luego de ser baleadas en un campus del Centro Docente de New River; y tres días después, el día 19 la pequeña comunidad de West, cercana a la tristemente célebre ciudad de Waco, Texas, sería declarada zona de desastre tras una grave explosión en una fábrica de fertilizantes que dejó al menos 15 muertos y desaparecidos, a la vez que cientos de heridos, según indicaron las agencias de prensa.

Las mujeres heridas en el Centro Docente del New River Valley Mall el día viernes 12 fueron trasladadas a hospitales; una de ellas a uno local, mientras la otra era transportada en avión a Roanoke, Virginia, según indicó un canal de televisión. Luego se informó que el presunto autor del tiroteo fue puesto bajo custodia por la policía. Tras el incidente, el Centro Docente mencionado anunció en su página de Facebook que sus dos campus, uno en el centro comercial y el otro en Dublin, Virginia, fueron cerrados. El centro comercial y los establecimientos de los alrededores también cerraron sus puertas en ese día, hasta nuevo aviso, de acuerdo a medios informativos.

La gigantesca explosión del viernes 19 en la comunidad de West, llevó al gobernador de Texas, Rick Perry, a declarar el territorio zona de desastre, con decenas de personas desaparecidas; entre estas, socorristas que acudieron al lugar de la tragedia para sofocar el fuego. “Toda la tierra tembló”, decían algunos de los habitantes del lugar, mientras que el Servicio Geológico de EUA anunciaba haber registrado la explosión como sismo de magnitud 2,1. “Fue como una bomba que explotó”, decía otro residente que vive a poco más de un kilómetro de la planta; de su lado, los vecinos aseguraban haber visto “una enorme bola de fuego de casi 100 metros de altura”.

En tanto y de su parte, más de 1000 agentes del FBI llevaban a cabo un bien eslabonado trabajo y en los días que siguieron al infausto lunes 15 de abril virtualmente cazaban a los hermanos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev, que presuntamente habían puesto las bombas en el maratón de Boston y de quien la policía cree que fueron “especialmente capacitados” para llevar a cabo tan devastador ataque. Como se sabe, el primero de ellos fue muerto tras un tiroteo con la policía, mientras que el segundo ya detenido, se encuentra gravemente herido en un hospital y en espera de declarar. Una fuente cercana a la investigación dijo de los hermanos, de origen checheno: “No tenemos ninguna duda de que no estaban actuando solos. Los dispositivos utilizados para detonar las dos bombas fueron altamente sofisticados y no es el tipo de cosa que la gente aprende de Google…”

Y mientras que los legisladores no alcanzan todavía a ponerse de acuerdo respecto a la forma de controlar a los millones de ciudadanos armados en todo el territorio de la Unión Americana, que deja en plena libertad a cualquiera para balear a otras personas en cualesquier lugar, en el ambiente queda también por ahora la duda de si la explosión en West no fue provocada, pues sucedió en una zona muy sensible para la sociedad de Estados Unidos, ya que el 19 de abril de 1993, hace exactamente 20 años, en Waco perdieron la vida 70 personas después de la masacre ocurrida por el excesivo uso de fuerza letal por parte de agentes federales contra los integrantes de la secta religiosa Davidianos; para algunos analistas esa secta, aún activa, podría tener cierta relación con la explosión.

Como quiera que sea, mientras que el ciudadano medio se sigue cuestionando qué pasa en estos tiempos en esa su gran nación, y si el millón de preguntas en torno a todos los acontecimientos señalados podrán ser alguna vez respondidas, en el Civic Center Park de la ciudad de Denver, capital de Colorado, miles de personas se reunían el sábado 20 a fumar marihuana y celebrar el hecho de que el estado ya la legalizó para uso recreativo, por lo que, rodeados de una fuerza policial considerable en motocicletas y caballos que solamente los observaba, esa felicísima colectividad se proponía así olvidar sus penas, al menos por un rato.

Se estima que en Estados Unidos 4.5 millones de personas son adictas a la mariguana, de las cuales más de 860 mil son estudiantes de secundaria y preparatoria. Ahora, claro, muchos de ellos podrán consumirla, despreocupados de las balas de la policía. Aunque, lástima, no del todo seguros, pues en esta ocasión en el evento en Denver se desató un tiroteo en medio de la celebración, que alcanzó a herir a dos personas y dispersó a la multitud, transformando el jovial escenario en uno de pánico, sangre y dolor… Así las cosas.

28 de abril de 2013.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 28 de abril de 2013)
El Otoño del Imperio

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