domingo, 15 de junio de 2014

A 70 Años del Desembarco de Normandía

Jesús Hernández Garibay

El pasado 6 de junio se llevó a cabo el evento conmemorativo del 70 aniversario del desembarco de las tropas occidentales aliadas en playas de Normandía, provincia del noroeste de Francia, acaecido en 1944, hacia el final de la Segunda Guerra Mundial ─el “segundo frente”, demandado por la Unión Soviética a sus aliados occidentales desde julio de 1941─. A la celebración asistieron una veintena de mandatarios de diversos países; entre otros el norteamericano Barack Obama, el ruso Vladimir Putin, la alemana Ángela Merkel y el británico David Cameron, todos quienes fueron recibidos por el anfitrión, el presidente francés, François Hollande. Publicitada como “la batalla que cambió la Segunda Guerra Mundial”, dicha acción encabezada por estadounidenses e ingleses, fue largamente esperada, antes de ser llevada a cabo.

En el también conocido como el “Día D”, los aliados iniciaron el desembarco de un ejército de 150 mil soldados norteamericanos, británicos y canadienses, acompañados por 5 mil barcos y 13 mil aeronaves. Conocida también como Operación “Overlord”, las tropas aliadas superaron a las defensas organizadas por el mando alemán. La supremacía aérea anglo-norteamericana fue clave para lograr dicho éxito; los aviones aliados destrozaron la mayor parte de los puentes sobre el Sena y el Loira, impidiendo que los alemanes pudieran enviar refuerzos a Normandía. A la vez, las contradicciones en el mando militar alemán, que para esas fechas tenía ya perdida una guerra que costaba la vida de 20 millones de hombres y mujeres soviéticos, contribuyó a que Adolfo Hitler no lograra responder eficazmente al hecho.

Tras el relativo fracaso en la invasión de 1941 y 1942 a Moscú y Leningrado, la guerra comenzó a ser perdida por los alemanes. Lo que en un principio fue un éxito total de la “guerra relámpago” alemana, poco a poco se convirtió en un cada día más mermado propósito. En un desesperado intento, el ejército alemán avanzó hacia Stalingrado, pero ahí las tropas nazis se encontraron con la gran resistencia del pueblo y ejército soviético, y al final fue cercado un ejército alemán cada vez más agotado y desmoralizado; el 31 de enero de 1943 se firmó la rendición. Ésta, y no la de Normandía, fue la batalla clave de la guerra. En adelante, el ejército nazi no cesó de retroceder y el paso del Ejército Rojo por el Rio Niéper en el Frente Oriental fue la señal para los aliados de Occidente de que quien iba a ganar la guerra sería la Unión Soviética.

En efecto, luego de Stalingrado la batalla de Smolensk de agosto a octubre de 1943 fue una gran operación militar que hizo retroceder definitivamente a las fuerzas alemanas y abrió el paso de las tropas soviéticas por el Niéper, en camino final hacia Berlín. Los mandatarios occidentales, conducidos por los capitanes de las fuerzas del “libre mercado” preocupados por el significado mundial de la Unión Soviética, esperaron así durante tres años a que Hitler ganara la guerra en contra de ésta; cuando a principios de 1944 vieron que eso ya era imposible, prepararon entonces la ofensiva que dio lugar al desembarco de Normandía. La intención de fondo de dicho desembarco no era ya, sin embargo, contribuir a “derrotar a Hitler y volver la paz a Europa”, sino ahora llegar a Berlín antes que el Ejército Rojo. Cosa que no logran, aunque si alcanzan a dividir la ciudad en dos sectores: Berlín Oriental y Berlín Occidental, con la consecuente historia posterior ahora conocida.

15 de junio de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 15 de junio de 2014)
El Otoño del Imperio

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