domingo, 16 de febrero de 2014

Los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi

Jesús Hernández Garibay

El 7 de febrero pasado, después de una colorida ceremonia en el balneario ruso de Sochi, se pusieron en marcha los Juegos Olímpicos más caros de la historia. Unos 40 mil espectadores, así como cientos de competidores de 87 países, se encontraron en el estadio Sochi del recién construido Parque Olímpico. De tiempo atrás se hablaba de un boicot al evento pero, a pesar del constante jaloneo mediático en contra del emblemático país —del cual se trataron en decenas de ocasiones de amplificar burlona o formalmente en las últimas semanas toda clase de relatos—, al final se están llevando a cabo con el espíritu deportivo que siempre les ha caracterizado.

El presupuesto inicial para el desarrollo del evento se había estimado en unos 10 mil 600 millones de dólares (mdd), pero en seis años esa cifra se quintuplicó, hasta alcanzar los 51 mil mdd. La mayor parte de este gasto se destinó a infraestructura: instalaciones olímpicas que costaron cerca de 6 mil 700 mdd, además del acondicionamiento de la región para acoger a los visitantes. Incluso antes de que se pudiera hacer el recuento de la factura total del proyecto olímpico, Rusia ya había invertido más que China, que desembolsó cerca de 40 mil mdd en las Olimpiadas de verano de 2008, celebradas en Pekín. Así, el costo de los Juegos de Sochi sería por lo menos diez veces mayor que cualquiera de las olimpiadas de invierno anteriores.

Aun con el alto costo, desde luego esto no supera la danza de los millones que se gastarán en el Mundial Brasil 2014, no iniciado todavía pero que resulta el evento deportivo que más dinero ha implicado en su realización: más de 66 mil 145 millones de dólares hasta ahora, tanto en inversión estatal como en privada. Como siempre aquí o allá, una gran oportunidad de negocios para empresas transnacionales como Samsung, General Electric, McDonald’s, Budweiser, Verizon, Coca-Cola, Visa, ESPN, y otras más que hacen su agosto; y lo hacen no solamente en la justa deportiva en vivo que se lleva a cabo, sino desde que se proponen patrocinar equipos completos y figuras destacadas, en el mercantilismo en que se ha convertido el deporte mundial desde hace décadas.

Curiosamente, de la edición 2014 de los Juegos se han dicho muchas cosas más aparte de la justa deportiva: que se hizo un gasto excesivo por parte del gobierno y que el presidente Vladimir Putin así lo ordenó para fortalecer su imagen; a la vez, en las redes sociales se han distribuido fotos falsas de las instalaciones: una fosa con perros muertos, baños del lugar con sanitarios comunitarios, agua contaminada en los lavabos, anuncios groseros por mal traducidos, entre otras cosas. De manera particular, el caso de las ahora famosas excarceladas “Pussy Riot” —de viaje por Estados Unidos donde han sido recibidas con honores por la gran prensa—, ha servido para hablar de la “extensa violación a los derechos humanos” en el país anfitrión de los juegos. Una propaganda toda ella bien aceitada que, como otras tantas veces antes, embrolla hasta a las izquierdas del mundo…

16 de febrero de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 16 de febrero de 2014)
El Otoño del Imperio 

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