domingo, 11 de agosto de 2013

¿Estados Unidos, Bajo Ataque?

Jesús Hernández Garibay

La inusual “alerta mundial” emitida por el gobierno de Estados Unidos el fin de semana pasado, que llevó a la decisión de cerrar 22 de sus embajadas ubicadas en países islámicos por causa de la sospecha de que la organización musulmana armada Al Qaeda podría realizar ataques contra blancos estadunidenses, da cuenta del clima cada vez más aprehensivo de Washington a nivel global. Un escenario (que, es verdad, podría ser cierto) definido como el más grave habido desde los ataques del 11 de septiembre de 2001, sin parangón con otros ataques previos; un panorama, también es cierto, hasta patético en el que algunas sedes diplomáticas hubieron de ser fortificadas con miles de marines.

Luego de la identificación de la “amenaza significativa” de una filial de Al Qaeda, en que un alto funcionario militar, el general Martin Dempsey, ofreció detalles (ABC News) sobre las supuestas comunicaciones interceptadas de los terroristas, en las que, según esto, operativos de esa red hablaban de un próximo ataque, diciendo que dicho ataque “va a ser grande” y de “importancia estratégica”, el Departamento de Estado anunció que mantendría incluso 19 embajadas y consulados en el Medio Oriente y África cerradas durante toda la semana, “en abundancia de precaución” a raíz de las “amenazas de terror” advertidas. Un espectáculo en el que si algunos ganan, son las empresas armamentistas.

Un día después de que los asesores de “seguridad nacional” del presidente Obama se reunieran presurosos en la Casa Blanca, altos legisladores aparecían en la televisión el domingo 4 por la mañana, con ominosas advertencias sobre lo que “cuerpos de inteligencia nacional” revelaran por primera vez el jueves anterior. Un peculiar clima que rodeaba una amenaza “que parece ser específica y exasperantemente vaga”, opinaba algún diario de lo que esos legisladores decían estar seguros: “La suposición es que es probable que ocurra en el Medio Oriente ―decía Peter T. King, republicano de Nueva York y miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara―. Pero no hay garantía de eso. Podría ser en Europa, podría ser en Estados Unidos, podrían ser una serie de ataques combinados…”

Lo cierto es que el cierre de las embajadas y el amplio alerta acerca de los viajes turísticos de este verano que el Departamento de Estado emitió el viernes 2 de agosto, provocó un amplio debate acerca de si los programas de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional (SNA) eran necesarios o no. El periodista ultraconservador Bill Kristol de su parte, recordaba aquel mediador discurso de hace cuatro años en El Cairo del presidente Obama, dirigido a sosegar al mundo musulmán: “y ahora ―opinaba Kristol―, cuatro años más tarde cerramos embajadas en todas partes del mundo musulmán. Hace un año, el presidente dijo que Al Qaeda estaba en fuga; y ahora nosotros parecemos estar en fuga... No critico la decisión de cerrar las embajadas, esto es probablemente lo correcto por la intención de salvar vidas…; pero es una cosa terrible… Hace sólo un año él alardeaba de que Al Qaeda estaba huyendo y de que Osama Bin Laden estaba muerto...” Y ahora…






11 de agosto de 2013.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 11 de agosto de 2013)
El Otoño del Imperio

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