jueves, 8 de septiembre de 2011

A 10 Años del 11 de Septiembre

Jesús Hernández Garibay

Se cumplen ya 10 años de la fecha aciaga del 11 de septiembre de 2001 en que dos aviones de pasajeros impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, a la vez que se producían otros inauditos incidentes en un impacto al edificio del Pentágono, un avionazo en Pensilvania, la extraña caída de las torres y de una tercera sin haber sido dañada previamente, así como circunstancias múltiples no aclaradas todavía. Las hipótesis que por ese tiempo y con posterioridad se manejaron sobre el hecho, fueron desde que ello  representaba el inicio de una nueva era global de lucha entre civilizaciones, hasta considerar al mismo como un nuevo Pearl Harbor inducido, en la búsqueda de fortalecer la maquinaria bélica y económica de Estados Unidos, para nuevas invasiones en el mundo.

Haya sido la explicación que fuera la más convincente, el hecho en sí representó un nuevo elemento no previsto todavía entonces en la escena internacional, pero que exhibía un distinto componente en el entorno de EUA como una nación ahora vulnerable no solamente a posibles ataques del tipo que se descubría, sino sobre todo por sus circunstancias internas y globales. La respuesta lógica e inevitable para la Casa Blanca fue la de montar una invasión militar en Afganistán, donde supuestamente se encontraban los autores intelectuales del fatal acontecimiento; a la vez y ya entrados en gastos, preparar una nueva guerra en contra de Irak, a costa de lo que fuera, como necesidad sistémica en momentos en que las condiciones económicas lo ameritaban.

Como se sabe, el saldo de la “guerra global contra el terror” que encabezara la administración de George W. Bush, significó, según cifras de diversas fuentes, más de un millón de muertos y centenares de miles de heridos afectados de por vida; de tres a cinco generaciones de familias alteradas. Lo curioso es que a pesar de los pingües negocios que se alcanzaron en la industria armamentista y en general militar en donde muchos productos estuvieron implicados en la supuesta búsqueda de las “armas de destrucción masiva” y la presumida “reconstrucción” de Irak, ni los países aliados ni el comandante de la nave pudieron evitar que el “libre mercado” entrara en una más avanzada fase de la crisis de largo plazo que hasta ahora se mantiene, sin visos de solución.

Lo cual habla del relativo declive del país más poderoso de la tierra, para quien los usuales mecanismos financieros han dejado de funcionar con la firmeza que mantenía la acumulación por allá por los años ochenta todavía. A este complejo panorama se enfrentó Bush en el segundo periodo de su gobierno y a este intrincado escenario se seguirá enfrentando Barack Obama, a quien el irresoluble desempleo y el deterioro del nivel de vida de millones de ciudadanos le pueden implicar la no reelección. Lo alarmante es que en la lucha por mover la balanza en favor de más recalcitrantes fuerzas de derecha, ninguna solución podrá encontrarse por muchos años adelante, que no sean tal vez más guerras, luego de Libia en Siria, o en cualquier otro lugar del mundo, incluida nuestra América.

8 de septiembre de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 11 de septiembre de 2011)
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