viernes, 25 de marzo de 2011

¿A Quién Conviene una Nueva Guerra, Ahora en Libia?

Jesús Hernández Garibay

Después de que el planeta entero ha tenido que padecer durante una década más de millón de civiles muertos en Irak y decenas de miles de familias destrozadas en Afganistán… Luego de que durante toda la presidencia de George W. Bush el mundo fue puesto en vilo por causa de la decisión de hacer imperar el lenguaje de las armas por sobre la resolución pacífica de los conflictos… Con todos los problemas que padece la economía de mercado a nivel mundial, que promueve el endeudamiento, el desempleo entre los trabajadores y el aumento incontrolable de la economía informal, la escasez y el incremento del precio de los alimentos, el derroche de los recursos naturales, ¿quién desea una nueva guerra como la que se lanza de nuevo, ahora en Libia…?; ¿a quién le conviene una invasión militar más en contra de un país soberano…?

El actual escenario crítico libio fue construido pacientemente durante semanas y meses previos, aprovechando el acrecimiento de las luchas populares en varios países árabes y del norte de África: Yemen, Túnez, Bahréin y Egipto. Pero a diferencia de estos en donde fue el pueblo sublevado el que convirtió el descontento de muchos decenios de padecer hambre y menosprecio social, en vastas manifestaciones populares sin precedente que han hecho temblar las estructuras de poder, en Libia fue intentado un golpe de Estado que no pudo ser llevado adelante, porque careció del apoyo de la gran mayoría de la población. Y ha sido la CIA la que ha promovido eficazmente las acciones de una “oposición” dirigida entretelones y apoyada ahora por las fuerzas militares de la OTAN.

El llamado Frente Nacional de Salvación de Libia (NFSL), quien dirige las acciones de esa “oposición” ubicada ahora en la frontera con Egipto, es financiado por la CIA desde 1981 y su oficina principal está localizada en Washington. El pueblo libio no vive desamparado y en la miseria, ni sufre una represión generalizada que lo obligase a levantarse contra el gobierno; al contrario, tiene el más alto Índice de Desarrollo Humano de África, la salud y la educación son gratuitas, vivienda, alimentos y combustibles están disponibles para todos, aún con las barreras por el bloqueo contra el país; la tasa de alfabetización es superior a 90%, contra los 9% que existían antes de Kadafi, y las mujeres que antes vivían en el oscurantismo, ahora estudian y ocupan puestos de trabajo.

¿A quién conviene pues esta nueva guerra? ¿Al pueblo libio, quien luego de la derrota militar del nuevo “sanguinario dictador” recibirá las bendiciones de la “democracia”? O al gran complejo industrial militar que tiene con esta nueva intervención ―a un país soberano que cuenta con petróleo y gas― una nueva oportunidad para intentar resarcir los graves problemas que padece en la actualidad el “libre mercado”, mediante una economía de guerra que reactiva los negocios por un tiempo y gana más recursos energéticos. ¿A costa de cuántos muertos más…? En el primer ataque de la OTAN mueren 48 civiles y más de 150 resultan heridos; ¿cuántos más “daños colaterales” tendremos ahora…?

19 de marzo de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 20 de marzo de 2011)
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