domingo, 3 de abril de 2011

La Gira de Barack Obama por Latinoamérica

Jesús Hernández Garibay

Desdeñado por la gran prensa norteamericana que durante el periplo dedicó más bien sus principales espacios informativos a continuar divulgando el dramático retrato de la contaminación producida por las plantas nucleares japonesas, así como a destacar a las fuerzas de la OTAN por su apoyo a los rebeldes libios en su intento por derrocar al nuevo enemigo del planeta, el viaje de Barack Obama por tres países latinoamericanos pasó virtualmente desapercibido para el público estadounidense. Una gira, la primera formal que hace el actual presidente de Estados Unidos en la que incluye a más de un país, que pasa también casi inadvertida para nuestros propios congéneres, en la que busca Obama un apoyo del sempiterno “patio trasero” para su ahora deteriorada economía.

El viaje presidencial se llevó a cabo por Brasil, Chile y El Salvador, del sábado 19 al miércoles 23 de marzo y no dejo de incluir la facundia de que una nueva era de relaciones Estados Unidos-Latinoamérica debe darse con base en que “no existen socios mayores o menores; solamente existen socios iguales”. La gira comenzó en Brasil, lugar donde más allá de la habitual diplomacia en su entrevista con la primera mujer presidente de ese país, lo importante fue descubrir o consolidar contratos que permitieran a sus menoscabadas empresas mejorar sus beneficios y así intentar apoyar a la economía de EUA a salir de la recesión, en búsqueda por ejemplo de una estrategia conjunta en el nuevo hallazgo petrolero del presal (cuenca marina Santos), o con el etanol, o con la participación de proveedores norteamericanos en las próximas Olimpiadas en Brasil.

De este país el presidente pasó a Chile, donde planteó su idea de una “nueva” asociación “entre iguales”, basada en la cooperación para promover lo que, según esto, son intereses comunes. En su “Discurso a las Américas”, pronunciado en Santiago, Obama recordó que 50 años atrás el entonces presidente John F. Kennedy propuso, en el marco también de una gira, la “Alianza para el Progreso”, planteando que, sin embargo, “las realidades de nuestra era… exigen algo diferente”; claro, terminar con la vieja idea del asistencialismo que implica gastos, y mejor forjar una asociación basada en el combate a la inseguridad y el narcotráfico, la promoción del comercio y las inversiones, la construcción de un “futuro energético sustentable” y la “profundización de la democracia”.

En el Salvador, último lugar de la gira, los temas de la agenda bilateral con incidencia para toda Centroamérica fueron el comercio, la migración y la seguridad (“Iniciativa de Seguridad Regional para América Central”). Un viaje todo en el que, más allá de las ocurrencias geopolíticas la intención fundamental fue, como lo dijo el propio Obama, la de “reforzar las alianzas económicas para crear buenos empleos” en EUA, aumentar las exportaciones con el propósito de expandir la economía, y “abrir más mercados alrededor del mundo para que las empresas estadounidenses puedan hacer más negocios…” Un propósito muy acorde, por cierto, con la preocupación por una crisis que no termina.

3 de abril de 2011.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 3 de abril de 2011)
El Otoño del Imperio

La gira de Obama en América Latina: ¿iniciativas o sólo intereses?


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