lunes, 5 de julio de 2010

Nuevos Tropiezos en la Guerra de Afganistán

Jesús Hernández Garibay

Un nuevo incidente en el entorno de la guerra da cuenta del alcance de las contradicciones que vive hoy la presidencia de Barack Obama. En días pasados Stanley McChrystal, hasta entonces comandante de las fuerzas estadounidenses y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en Afganistán, fue despedido por el mandatario (oficialmente “renuncia”), luego de darse a conocer un artículo que sería publicado en la revista “Rolling Stone”, donde McChrystal y varios altos integrantes de su equipo hacen comentarios despectivos y hasta de burla de Obama y su equipo de seguridad nacional encargado de la guerra en el país asiático. El hecho forma parte tanto del cúmulo de objeciones que viene sufriendo desde su inicio la presidencia del demócrata por parte de las fuerzas más conservadoras de Estados Unidos, como de las dificultades de la guerra más larga acometida por este país.

De una manera torpe por inusual y ausente de tacto político, en el artículo de la revista McChrystal y su equipo se burlan de la administración Obama como “peleles” de la Casa Blanca; a la vez, califican de “payaso” al asesor de Seguridad Nacional, James Jones y juegan con el nombre del vicepresidente, Joe Biden (“Bite me” o “muérdeme”, en español), acusándolo de mantener dudas sobre la escalada en Afganistán, entre otras brusquedades. En el fondo e independientemente de las diferencias que esos soldados mantienen con sus altos jefes civiles, lo que develan las disconformidades son las dificultades para resolver la guerra y eventual salida de las tropas, de suelo afgano. Como se recuerda, la decisión de Obama de enviar 30 mil soldados adicionales y alcanzar para agosto de este año un despliegue de 150 mil efectivos ahí, enfrenta crecientes cuestionamientos.

A casi nueve años del inicio de la ofensiva estadounidense en Afganistán desde el 7 de octubre de 2001, no se advierte una solución para esa guerra. Luego de dos elecciones en las que Washington alcanza a mantener a su principal aliado Hamid Karzai como presidente, los problemas continúan similares. El incremento de la corrupción en el gobierno y las luchas intestinas entre quienes se resisten a reconocer a una autoridad nacional que los controle, derivan en un escenario de creciente violencia; el año 2009 ha sido el año más sangriento de estos últimos ocho de presencia internacional, en el que se entremezclan diversos actores: los seguidores de Al Qaeda, los insurgentes nacionalistas, las milicias de los “señores de la guerra” y distintas bandas criminales en un río revuelto. Todo ello en el marco del gran negocio internacional del opio y la heroína en que se ha convertido al país.

Desde la derrota del régimen talibán, a finales de 2001, se han realizado seis Conferencias internacionales sobre la situación de Afganistán y en todas ellas se ha repetido la misma frase: “la paz está a la vuelta de la esquina”. En la más reciente llevada a cabo en Londres en enero de este año, se informaba que Karzai ―con el consenso del presidente Obama― invitaría a los “talibanes moderados” a participar en el Gobierno, a través de un “consejo para la reconciliación e integración nacional”. El mismo Henry A. Kissinger, Secretario de Estado de 1973 a 1977, ha planteado que EUA “necesita una estrategia y no una coartada” para salir de ahí apresuradamente, y que la mejor estrategia es un “marco diplomático regional” en el cual se implique a países como China, Rusia, India y Pakistán. Claro, todo ello tal vez conveniente pero improbable para solucionar un conflicto que continuará creando controversias para el gobierno de Obama.

28 de junio de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 4 de julio de 2010)
El Otoño del Imperio

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