domingo, 11 de septiembre de 2016

América Latina: Los Nuevos Golpes de Estado

Jesús Hernández Garibay

De los años sesenta a finales de los ochenta del siglo anterior América Latina vive una crisis con bajas tasas de crecimiento; el peso principal de esa crisis recae sobre los estratos más pobres, lo que acentúa la desigualdad. Ante esta situación se revela una respuesta popular, un aumento en los conflictos sociales y aparición de focos guerrilleros, en un escenario en el que ante el furor anticomunista de Washington en la Guerra Fría y un inminente ascenso de la lucha social, éste alienta las dictaduras militares para corregir el descontento. Bolivia con Barrientos y Banzer; Brasil con Castelo Branco; Chile con Pinochet; Argentina con Videla.

Luego de unos años, la presión internacional en contra de esos regímenes militares por el peligro de caer en extremismos mayores, así como el éxito ya logrado de varios años de férrea disciplina laboral y manga ancha en la política de precios y especulación financiera que los sectores oligárquicos y trasnacionales aprovechan sigilosa pero vigorosamente para hacerse de mayor fortaleza y superar su crisis en sus respectivos países; alcanzado, pues, el objetivo de someter las protestas y cumplido el propósito de reencauzar a esas naciones por el “buen camino” del mercado, comienza a plantearse la necesidad del “tránsito a la democracia”.

De esta manera llega la región al final del tristemente célebre militarismo y avanza a una nueva etapa de “civilidad”, en un contexto que deja la impresión de haber logrado la humanidad entender que no es por el camino de la fuerza como puede avanzar el mundo, donde se da término a la llamada Segunda Guerra Fría y al inicio de los cambios que desde el discurso neoliberal se verán influidos por la ideología del “fin de la historia” y la supuesta entrada a una era de bienestar y felicidad que, según esto, nos comenzaría a traer la era globalizadora.

Luego de los ochenta el resultado de la globalización es una mayor pobreza, lo que incita a sectores de la izquierda de distintos países a participar electoralmente en ese nuevo contexto de “civilidad”, en busca de cambios verdaderos en la región a favor de los pueblos, y promueve un nuevo escenario con el triunfo de gobiernos de nuevo signo en Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, Argentina, Paraguay, Honduras y otros países; cambios en los que al paso del tiempo de nueva cuenta no están de acuerdo ni los grandes capitales que se sienten afectados por los mismos, ni la Casa Blanca que alienta a aquellos capitales ni las derechas continentales que los resguardan.

Así, ante la imposibilidad, por ahora, de recurrir de nuevo al expediente de los golpes militares, se busca en los “golpes suaves” ―a través de movilizaciones como en Venezuela, parlamentarismo espurio como en Honduras, Paraguay o Brasil, insurrecciones policiacas como en Ecuador o pugnas cooperativistas como en Bolivia―, detener de nuevo la búsqueda de nuevos derroteros y mantener así el reinado de un “libre mercado”, del cual se benefician sobre todo los mismos o nuevos sectores oligárquicos y trasnacionales.

11 de septiembre de 2016.
(Publicado: Revista Siempre!, México,
11 de septiembre de 2016)
El Otoño del Imperio

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