domingo, 26 de enero de 2014

Obama Mantiene Vivo el Programa Mundial de Espionaje

Jesús Hernández Garibay

El pasado 17 de enero el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció lo que afirma son medidas para limitar los programas de espionaje masivo realizados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que habían sido revelados meses antes por el ex analista de esa agencia, Edward Snowden. Las medidas anunciadas, bajo ninguna circunstancia significan que la agencia dejará de recolectar información de forma masiva; de hecho, lo seguirá haciendo, pero ahora con base en el permiso ¡de un tribunal secreto!, antes de acceder a la información de todas las llamadas telefónicas realizadas en ese país; así, el gobierno norteamericano se abroga el derecho de seguir espiando a quien quiera y cuando quiera, aduciendo como siempre actuar en beneficio de la “seguridad nacional”.

Ya desde junio pasado la NSA llevó a cabo cambios en sus operaciones y redes informáticas, para prevenir la aparición de otro Snowden. Las modificaciones derivaron de restricciones recomendadas por la Casa Blanca; así, la NSA llevó adelante 41 medidas técnicas específicas para controlar los datos con etiquetas y seguimiento, con el fin de supervisar las redes de la agencia mediante controles sobre las actividades y para incrementar la supervisión de sus agentes. Las medidas incluyen la exigencia de un control de dos personas en cada lugar en el que alguien pudiera acceder a datos. El presidente Obama recibió el informe de la agencia y hace públicas ahora sus conclusiones.

De acuerdo con lo planteado por Obama, la NSA no hará más que seguir recopilando datos, y lo que cambiará será su posterior uso. En el marco de la reforma, la NSA podrá usar esos datos con base en la denominada Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (FISA) “o en caso de emergencia”. Pero la agencia continuará inclusive recopilando información sobre los planes internos “de los gobiernos en todo el mundo”, si bien Obama aduce de manera ambigua que no los va a monitorear, “a menos que exista una amenaza para la seguridad nacional”; así, afirma que la NSA no espiará a líderes “amigos y aliados”, aunque sin especificar qué países caen en cada categoría y siempre que no se consideren algún día una “amenaza”.

La New America Foundation de su parte, ha estudiado ya 225 casos de terrorismo desde el 11 de septiembre de 2001 y confirmado que la recopilación masiva de datos telefónicos realmente no ha tenido “un impacto apreciable en prevenir acciones terroristas”. Esto pone en duda que la NSA este cumpliendo la labor que dice, o si su papel es otro en estos años de declive sistémico; a saber, el de buscar información sensible que garantice un “buen clima” de negocios para sus intereses y el sostén necesario de la “democracia” para ello. Como quiera que sea, lo cierto es que ni las empresas implicadas en el espionaje (Google, Facebook, Twitter y otras) que demandan a Obama un cambio real, ni las organizaciones sociales y gobiernos que exigen la terminación del programa, plantean estar satisfechos con lo que el presidente anuncia.

26 de enero de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 26 de enero de 2014)
El Otoño del Imperio 

domingo, 19 de enero de 2014

Mexicanos, una Tercera Parte de los Reos en las Cárceles de Estados Unidos

Jesús Hernández Garibay

Estados Unidos tiene la mayor población penal del mundo, una alarmante realidad consecuencia de las altas tasas de criminalidad del país; es la nación que más encarcela gente en el planeta. Contando con sólo el 5 por ciento de la población mundial, ahí se encuentra el 25 por ciento de toda la gente encarcelada en el mundo; en sus prisiones viven hoy, generalmente hacinadas, unas 2 millones 300 mil personas. En las prisiones federales, la cantidad de internos se ha incrementado en un 800 por ciento desde 1980; el 47 por ciento de ellos están ahí debido a delitos relacionados con la posesión de drogas. Tan sólo los mexicanos podrían alcanzar hoy una tercera parte del total de los reclusos.

EUA figura en primer lugar en la lista de los índices mundiales de encarcelamiento del Centro Internacional de Estudios Carcelarios (Londres): 751 individuos presos por cada 100 mil habitantes (más de uno de cada 100 norteamericanos adultos es un reo, según el Pew Center). Al respecto, dicen los expertos legales estadounidenses que lo que podría explicar ello son los mayores niveles de delitos violentos, las condenas más severas, el legado de convulsión racial, la especial vehemencia policiaca para combatir el narcotráfico y la falta de una red de seguridad social, entre otros aspectos (ver Adam Liptak, The New York Times, 2008). Sea cual fuere la razón, el abismo entre esa realidad norteamericana y la del resto del mundo es enorme y continúa creciendo.

El crecimiento de ese índice carcelario es reciente, pues de 1925 a 1975, se mantuvo estable, con alrededor de 110 presos por cada 100 mil habitantes; de hecho, el número de reos creció en 1,600 por ciento entre 1990 y 2009 (Unión Americana de Libertades Civiles). Pero el dramático incremento de la encarcelación no corresponde sólo a un aumento en la tasa de criminalidad, sino que forma también parte de un negocio donde empresas privadas obtienen más ganancias mientras más reclusos haya en las prisiones. Actualmente varias compañías se encargan del seis por ciento de todos los prisioneros estatales y del 16 por ciento de los federales. En 2010 y 2011, las dos firmas más grandes dedicadas al negocio de las cárceles recibieron casi tres mil millones en ingresos por año. La mayor de ellas, Corrections Corporation of America, opera 66 prisiones en 20 estados (Telesur, 26/07/13).

De su lado, el número de mexicanos que purga sentencias en Estados Unidos por delitos relacionados con la migración en prisiones federales se disparó también recién, de dos mil 74 en 1994, a más de 17 mil en la actualidad (Oficina de Estadísticas de Justicia). Los mexicanos representan el 78 por ciento de todas las personas sentenciadas en el país por delitos migratorios; la vasta mayoría de esos delitos migratorios son por ingresar o reingresar de manera ilegal al país (90 por ciento), seguido por contrabando de personas (cerca del 10 por ciento) y fraude con visas (menos de 1.0 por ciento). Respecto al total de reos, en el año 2000 los mexicanos constituían el 19 por ciento de los convictos, mientras que en 2010 eran ya el 29 por ciento.

19 de enero de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 19 de enero de 2014)
El Otoño del Imperio 




domingo, 12 de enero de 2014

20 Años de Tratado de Libre Comercio de América del Norte

Jesús Hernández Garibay

El primero de enero se cumplieron 20 años de vigencia del célebre Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un acuerdo comercial firmado entre los jefes de Estado de Canadá, México y Estados Unidos con la promesa de que el mismo crearía grandes oportunidades para las economías y elevaría los niveles de vida en cada uno de los tres países; según esto, México se convertiría entonces en “un país de primer mundo”. Transcurrido ese tiempo, los más optimistas consideran magníficas las ganancias, aunque estas lo han sido solamente para las grandes empresas, en contraste con el cada vez mayor agravio que padecen sobre todo los trabajadores para quienes no hay mayores ventajas y sí, por el contrario, un creciente despojo para sus familias.

El planteamiento que hacía el presidente Clinton al momento de rubricar el documento del Tratado, era el siguiente: “Hemos tomado una decisión que nos permitirá crear un orden económico en el mundo que promoverá más crecimiento, más igualdad, mejor preservación del ambiente y una mayor posibilidad de paz mundial. Estamos al borde de una expansión económica global... El TLCAN derribará barreras comerciales entre nuestras naciones. Esto creará la zona comercial más grande del mundo y 200 mil empleos nuevos [en Estados Unidos] tan sólo en 1995. Los acuerdos ambientales y de trabajo iniciados por nuestra administración harán de este acuerdo una fuerza para el progreso social, así como para el crecimiento económico…”

Grandes compañías norteamericanas como Caterpillar, GE, Chrysler y otras, prometían a su gobierno la creación de nuevos empleos en sus comunidades; no obstante, en ningún año se crearon en ese país los 200 mil empleos prometidos; más bien, en 20 años se perdieron ahí un millón de empleos netos, mientras que en Canadá desaparecieron otros 400 mil. A la vez, durante estas dos décadas fueron desplazados en México más de un millón y medio de campesinos, provocando un crecimiento al doble de la inmigración hacia el norte en los años siguientes a la firma, lo que implicó que muchos trabajadores mexicanos (fuerza de trabajo más barata) desplazaran a trabajadores estadounidenses.

El amplio acuerdo comercial fue convertido en ley durante el gobierno del presidente Clinton, con la promesa de que elevaría los salarios y, aparte de crear empleos, mejoraría los estándares de salud y seguridad ambiental. Pero cientos de miles de puestos de trabajo estadounidenses desaparecieron porque, a la vez, bajo el amparo del Tratado, esos grandes corporativos trasladaron a México sus plantas, en busca de trabajadores a los que les pudieran pagar menos. El TLCAN entonces, en lugar de mejorar las perspectivas económicas y sociales de los tres países, generó mayor pobreza al provocar al final un mayor desempleo y salarios más raquíticos. Así, no sólo las promesas planteadas por Clinton y de hecho por los tres jefes de Estado no se realizaron, sino que en la mayor parte de los casos ocurrió lo contrario.

12 de enero de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 12 de enero de 2014)
El Otoño del Imperio

domingo, 5 de enero de 2014

Estados Unidos: Para Muchas Familias la Crisis no Termina

Jesús Hernández Garibay

Las buenas noticias inundaron los medios informativos mundiales en los primeros días del último mes del año, en el sentido de que durante el mes de noviembre se habían adicionado al mercado laboral de Estados Unidos 203 mil empleos más, es decir, a un índice del 7 por ciento, el nivel más bajo desde que inició la crisis en 2008. “Los tiempos malos ya pasaron”, comenzó a decirse tanto en la emblemática Bolsa de Wall Street como en la Casa Blanca y el Congreso; un sesgo de optimismo que con seguridad hizo respirar a algunos con alivio y esperanza por un mejor futuro. No obstante ello, lo cierto es que las pesadumbres del ciudadano promedio continúan maltratando al “sueño americano”.

A cinco años de la mayor crisis en mucho tiempo subsisten hoy 11 millones de estadounidenses sin trabajo. Y lo peor, que para gran parte de éstos terminaron los llamados “beneficios de desempleo”, pues el gobierno dejó de pagarles sin que alcancen a encontrar una plaza todavía. Ello porque al finalizar este 2013, 1,3 millones de trabajadores pierden su Seguro de Desempleo (1,166 dólares al mes), pues el Congreso no aceptó una extensión de ese beneficio al acuerdo sobre el Presupuesto, aprobado recién en el Senado; difícil para otras 3,6 millones de personas que a finales de 2014 perderán también lo mismo. En 2012, dicho Seguro ayudó a mantener a 1,7 millones de personas ―entre ellas 446 mil niños― fuera del margen de la pobreza (Proyecto de Ley Nacional de Empleo).

Así, la crisis no termina para muchos y no sólo porque la recuperación esté basada en muy endebles sustentos, sino porque quienes reciben el mayor golpe de aquella son los ciudadanos de a pie, que por ello perciben primero lo que los expertos alcanzan a ver tan sólo con el paso de los meses. Una nueva encuesta de opinión (CNN/ORC, 18 al 20 de noviembre) advierte que el 59 por ciento de la población considera que “las cosas” van “mal o muy mal”, mientras que el 41 por ciento considera que van “bien o muy bien”, a diferencia de la misma apreciación de un mes y medio antes, en que la diferencia era de 53 a 46. Más allá de optimismos, la gente siente que su situación en lugar de mejorar, empeora, lo que implica el mayor porcentaje de pesimismo registrado desde agosto de 2012.

Al acercarse la temporada de las compras navideñas, lamentablemente, muchas empresas siguen pagando salarios de miseria a sus empleados. Las tiendas ofrecen precios de liquidación, mientras que muchas familias lo que tienen son dificultades para llegar al fin de mes, debido a la escasa remuneración y los pocos beneficios que perciben. Una gran cantidad de trabajadores viven por debajo de la línea de pobreza y para subsistir dependen de programas de ayuda estatal como los cupones de alimentación y el servicio de asistencia de salud Medicaid. El salario mínimo nacional es apenas de 7,25 dólares la hora, que equivale a un ingreso anual de 15 mil dólares para un trabajador de tiempo completo, en lugar de ser, de acuerdo con el crecimiento de la inflación, de 18,72 dólares la hora para un ingreso anual de unos 40 mil dólares.

5 de enero de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 5 de enero de 2014)
El Otoño del Imperio