lunes, 29 de diciembre de 2014

En el 2015, Más Signos Adversos Para el Mundo

Jesús Hernández Garibay

Si el año que termina exhibió un desolador panorama mundial en el que destacaron graves y preocupantes problemas en el contexto de una mayor pobreza e inseguridad para las familias, el año 2015 no será mejor que el que termina, sobre todo para algunos países en los que los problemas nacionales rebasan cualquier esfuerzo por disminuir la pobreza y las cada vez más desastrosas condiciones de vida, en medio del mayor enriquecimiento de sólo unos 85 grandes oligarcas, frente al empobrecimiento de más de la mitad de la población global; donde el uno por ciento más rico concentra más del 46 por ciento de la riqueza del planeta.

La crisis todo lo abarca. Pero a diferencia de la pretensión y esperanza de que estén cambiando ya las cosas y que la relativa reactivación de la economía de Estados Unidos que ha comenzado a mostrarse, se consolide, lo cierto es que la salida norteamericana de la más grave recesión mundial desde los años treinta del siglo pasado, no tendrá la fuerza suficiente ni la duración bastante como para alcanzar una nueva era de progreso, ni ahí, ni en otros lados.

El mismo Barack Obama reconocía tácitamente en la cita de los líderes del Grupo de los 20 de mediados de noviembre último en Australia, que su país no puede “tirar de la economía mundial solo”, por lo que apremiaba al resto del grupo a trabajar duro para reavivar el crecimiento. Pero reavivar el crecimiento no es tarea fácil en medio de la pobreza. Y el problema es que la crisis es consecuencia de las dificultades del mercado para producir ganancias suficientes y por ello los más poderosos oligopolios en el mundo andan tras la caza de nuevos negocios ahí donde sea posible hacerlos, a costa de la eliminación y empobrecimiento de quien sea; lo que continúa promoviendo la concentración y centralización del capital en unas cuantas manos.

El más reciente señalamiento de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el sentido de que la hambruna global ha disminuido desde 1992, pero que más de la mitad de los habitantes en el mundo sufren todavía en forma variable de hambre, deficiencias en micronutrientes y obesidad, es solamente una expresión más de la misma enfermedad que padece un sistema que no alcanza, en medio de su decadencia, a resolver verdaderamente el bienestar de la población mundial.

Por todo ello es que suena cada día más razonable que esfuerzos internacionales como el del grupo de los BRICS encabezados por China y Rusia, o el del Movimiento de los No Alineados o el que se desenvuelve a partir de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y UNASUR, continúen pugnando por crear un diferente orden económico internacional que permita cambiar las cosas en el panorama mundial.

29 de diciembre de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 28 de diciembre de 2014)
El Otoño del Imperio

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