domingo, 23 de noviembre de 2014

Las Elecciones Intermedias en Estados Unidos: Ganan los Multimillonarios

Jesús Hernández Garibay

El pasado martes 4 de noviembre se llevaron a cabo en Estados Unidos las elecciones intermedias para renovar la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y 36 gobernadores. Un total de 206 millones de estadunidenses conforman el electorado, según los datos de la Oficina del Censo, pero ante las restricciones impuestas a núcleos importantes de negros e hispanos, sólo 145 millones fueron registrados para votar. Pero además, debido también a la falta de interés real de muchos ciudadanos en los comicios, a las urnas solamente acudió un tercio de los electores, los cuales se propusieron aprovechar para repudiar a un presidente malquerido, y maniatar más a un presidente ya maniatado. El hecho es que el resultado dio a los republicanos el control total del Congreso, lo que de facto limita aún más la capacidad de gobierno de Obama.

La derrota fue doble y generó un gran delirio entre los sectores más conservadores del país; de un lado para el Partido Demócrata que en estos años y más que nunca ha perdido la brújula, enredado entre los cambios que no alcanzan a llegar y el declive sistémico del país; del otro, para Obama, a quien aquellos mismos sectores repudian fervientemente desde su arribo a la Casa Blanca. De hecho, mientras los demócratas se encuentran ahora en un profundo agujero, con una minoría legislativa no alcanzada por ellos desde hacía casi 80 años, al mandatario lo ven, en su peor índice de popularidad (40 por ciento), con frases como la de: “Obama, the pariah president”, título de un artículo de Dana Milbank en The Washington Post.

En este entorno, Greg Walden, Presidente del Comité Nacional Republicano del Congreso, se atrevía a insinuar que la mayoría legislativa alcanzada por su partido podría llegar a ser “una mayoría de 100 años…, puesto que han pasado casi 100 años desde que vimos una mayoría de este tamaño…” De su parte, el columnista Charles Krauthammer planteaba en la televisión, que las victorias republicanas eran, “de muro a muro, la peor, inequívoca, la más aplastante derrota que usted verá alguna vez”, la cual en el paroxismo calificaba como “una explosión nuclear”.

Rush Limbaugh, otro comentarista político, decía: “Seis años…, las cosas no van bien, es hora de un cambio…, este es un voto anti-Obama, un voto en contra de los demócratas… La gente no quiere más. La gente no está cómoda con la dirección del país. No está cómoda con la posición de Estados Unidos en el mundo…” De su parte, una encuesta advertía que la ira, la frustración y la idea de que la nación se mueve en una dirección fatal, dominó los ánimos de quienes no votaron en las elecciones. Así, perdida la brújula también de muchos ciudadanos cansados de no alcanzar a ver un camino para su cambiante mundo, repudiaban a toda la “clase política”.

Como quiera, estas fueron las elecciones más caras de la historia del país, con un gasto que ascendió a 3 mil 670 millones de dólares, por encima de los 3 mil 630 millones de 2010. El aumento se debió en parte a un fallo del Tribunal Supremo en 2010 que abrió la puerta a las contribuciones ilimitadas de los empresarios en las campañas electorales, lo que aumentó la influencia de los donantes más ricos en esta campaña. Eso llevó a un humorista como Andy Borowitz, en The New Yorker, a pronosticar antes de las elecciones: “los multimillonarios mantendrán el control del gobierno de Estados Unidos…; será una gran noche para los oligarcas…” Una marca indeleble ésta, en los años que vienen.

23 de noviembre de 2014.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 16 de noviembre de 2014)
El Otoño del Imperio

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