lunes, 6 de septiembre de 2010

Hacia una Nueva Gran Crisis Global

Jesús Hernández Garibay

La reciente caída de las bolsas del mundo y la persistencia de inestabilidad económica en países europeos como Grecia, Portugal y España, cae como nuevo balde de agua fría en quienes consideraban que las medidas establecidas en reuniones importantes como la del Grupo de los 20, serían capaces de remontar la crisis que comienza a exhibirse en su más amplia dimensión en el desplome de las bolsas de valores en el otoño de 2008. La economía en distintos países y en diversos sectores se ha venido reactivando, pero en el fondo marcada por un creciente debilitamiento general del mercado, que no alcanza a despuntar y a imprimir fuerza en su desenvolvimiento, por la precariedad del consumo. El crédito, un recurso socorrido en las últimas décadas bajo el capitalismo, trastabilla frente a las necesidades de su reproducción, sin salida firme para las deudas que se acumulan.

La porfiada baja en las ventas de casas nuevas en Estados Unidos continúa evidenciando la crisis inmobiliaria y, no obstante que estas ventas se mantienen por encima del ritmo más bajo de hace dos años, lo que continúa también creciendo, “a velocidad de crucero”, son los embargos de viviendas; tan sólo durante el pasado mes de julio, los bancos confiscaron hasta 92 mil 858 casas, la segunda cifra mensual más alta de la historia, de propietarios que dejaron de pagar sus cuotas hipotecarias, según informaba recién la compañía de datos inmobiliarios RealtyTrac. Las compañías financieras estadounidenses tratan así de limpiar sus cuentas y balances de préstamos morosos y de ahí que las ejecuciones se cuenten por decenas de miles; éstas, según RealtyTrac, en lugar de notificar el incumplimiento del abono de cuotas y dar un margen de maniobra, optan por embargar directamente.

La actual debilidad financiera ha llevado a pensar que podría derivar en una nueva gran crisis. En días recientes una caída del 12 por ciento en las ventas de casas nuevas en EU provocaba durante dos días consecutivos el desplome de las Bolsas europeas. Si a ello se suman los más de 40 millones de personas sin trabajo que ilustraban el panorama europeo-estadounidense de inicios de este año (15 millones en la zona del euro, lo que representa 10 por ciento de la PEA, el peor índice desde 1998), entonces es cierto que persiste el riesgo de “un crecimiento débil y de una nueva crisis”, tal y como lo reconocieran Barack Obama y los jefes de gobierno de Canadá, Francia, Gran Bretaña y Corea del Sur en una declaración de marzo pasado en la reunión en el G-20 en el Palacio del Eliseo, París. Los cinco hacen en ese entonces un urgente llamado al resto del Grupo, presuponiendo que las ayudas a los bancos no han sido suficientes para la reanimación económica.

El mismo The Financial Times, un ícono del mundo financiero europeo, indicaba desde febrero de este año: “Estamos ante una nueva crisis global”. Ni siquiera la nueva Reforma Financiera impulsada por Obama y adoptada como ley por el Congreso el 4 de julio pasado, puede hoy resultar un seguro para evitar la detonación de una nueva crisis en Wall Street. Además porque la sombra de una insolvencia generalizada de pagos de deuda pública por causa de los déficit presupuestarios y la baja en la recaudación fiscal en distintos países, hace temer un rebrote de esa crisis financiera, no sólo en bancos y otras entidades privadas, sino inclusive en el nivel de los propios Estados. El Fondo Monetario Internacional estima que el déficit fiscal estadounidense llegará al 108 por ciento del PIB en 2014, un alza significativa frente al 62 por ciento del PIB de 2007. Noticias todas nada buenas para la salud del imperio.

06 de septiembre de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 05 de septiembre de 2010)
El Otoño del Imperio

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