domingo, 17 de junio de 2018

Donald Trump: De Charlevoix al Capella

Jesús Hernández Garibay

“Hay un lugar especial en el infierno para cualquier líder que se involucra en la diplomacia de mala fe con el presidente Donald J. Trump y luego intenta apuñalarlo por la espalda... ―decía con particular desparpajo el asesor comercial estadunidense Peter Navarro a “Fox News Sunday”, a punto de culminar la Cumbre de Jefes de Estado del llamado Grupo de los 7 en Charlevoix, Quebec―; y eso fue lo que hizo Justin Trudeau con ese ardid de conferencia de prensa. Eso es lo que el débil y deshonesto Justin Trudeau hizo…”

Al ponerse por encima de un Jefe de Estado, lo que le preocupaba al buscapleitos Navarro, que días después pidió disculpas por su desmaña diplomática, más que un maltrato “ad hominem” a un aliado de EUA, era la Cumbre de Trump con el líder norcoreano Kim Jong Un que se realizaría el martes 12 en el Hotel Capella de Isla Sentosa en Singapur, pues a decir de otros miembros de la delegación estadounidense en Quebec la postura del primer ministro canadiense había incrementado la tensión, “al traicionar a Trump”, y según ellos arriesgaba hacer que el ocupante de la Casa Blanca “se viera débil” antes del histórico encuentro en aquel lugar.

Donald Trump, como se recuerda, había anunciado ya que impondría fuertes aranceles a las importaciones de acero y aluminio, incluidos los envíos provenientes de aliados clave del G-7 como Canadá, Japón y la Unión Europea; además, había amenazado con utilizar las leyes de seguridad nacional para hacer lo mismo con las importaciones de automóviles y se retiraba de acuerdos ambientales y de un pacto multinacional para evitar que Irán construyera un arma nuclear.

Es por esa razón que los líderes del Grupo de los 7 se reunieron en el contexto de la mayor división que ha enfrentado el grupo en sus 42 años, debido a que las políticas del presidente actual de Estados Unidos ―de acuerdo con la lógica tradicional del grupo, que sigue honrando los Acuerdos de Breton Woods―, podrían, aseveraron,  “provocar una guerra comercial global y profundos cismas diplomáticos…”

Como quiera que haya sido, luego de retirar su respaldo para el comunicado final conjunto del Grupo de los países más industrializados del mundo, atacar de manera inusual a un cercano aliado y vecino de Estados Unidos, y hacer del G-7 un G-6+1 ante el disgusto generalizado del resto de los miembros y antes aliados incondicionales, el polémico mandatario partió hacia Singapur, donde ya lo esperaba su delegación.

El presidente Trump llegaría a Singapur dos días antes de la histórica cumbre en busca de un acuerdo para poner fin a un posible enfrentamiento nuclear entre viejos enemigos, mientras que los medios informativos occidentales especulaban si el norcoreano se sentiría a gusto comiendo hamburguesas y se preguntaban si eran verdad los decires de funcionarios de ambos países, quienes previo al encuentro supuestamente afirmaban que el aislado régimen ya quiere modernizar su economía y convertirse en un “país normal” con inversión estadounidense en su nación y la presencia de empresas como McDonald's, Condominios en las playas norcoreanas y hasta una Torre Trump en su capital Pyongyang.

El “sueño americano” pues, que dibujaba en el rostro del multimillonario una gran sonrisa…

17 de junio de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 17 de junio
de 2018)
El Otoño del Imperio

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