domingo, 8 de octubre de 2017

La Preocupación del Grupo de los 7 por el Futuro de los Mercados

Jesús Hernández Garibay

El pasado 29 y 30 de septiembre tuvo lugar en Reggia di Venaria, Turín, la reunión de los ministros de trabajo y empleo del Grupo de los 7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón e Italia). En dicho conclave participaron también los ministros de industria, educación y ciencia del mismo grupo, todos los cuales discutieron en sesiones separadas, centrándose en sus campos específicos pero con un enfoque integrado y coordinado, en el marco de una semana dedicada a “los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial”.

Considerado como un “foro informal”, la primera Cumbre de las economías industrialmente más avanzadas del mundo se celebró en 1975 en Rambouillet, Francia, para discutir acerca de la crisis financiera y económica provocada por el shock petrolero de 1973-1974. Posteriormente, en 1998 el grupo invita a Rusia, país que luego es expulsado a raíz de la postura que asume ante la crisis en Ucrania. Así, cada año varias reuniones del G7 se llevan a cabo, en busca de respuestas a los grandes retos que enfrentan los mercados.

“El trabajo ―decía el G7 en el encuentro de dos días en Turín― es un componente clave del cambio: la manera en que se forma el futuro de trabajo y bienestar tendrá un impacto significativo en el proceso de innovación conjunto…” Por esta razón, el elemento clave que guio la discusión fue: “colocando a la gente y al trabajo en el centro de la innovación”. En este entorno se abordaron “los beneficios y los nuevos retos globales” que implicaría la Próxima Revolución Productiva, que, dijeron, “comportará incomparables oportunidades no sólo para la producción de bienes y servicios, sino también en el modo en que se crea y aprovecha el conocimiento”.

Lo mismo que a otros organismos o foros internacionales como la OCDE, el Banco Mundial o el Foro Económico de Davos, los temas que preocupan al G7 son, sobre todo, la progresiva implantación de cadenas de producción globales, la creciente importancia del capital productivo basado en el conocimiento y el desarrollo de profundos cambios tecnológicos que están generando la transformación digital en un gran número de actividades, y conduciendo a una nueva revolución productiva; a la vez, preocupa el resolver cómo hacer posible dicha transformación.

Entre estos retos, dice la Fundación Ramón Areces y la OCDE en el Seminario “La nueva revolución de la producción: la transformación digital”, realizado en Madrid el 14 de marzo último, se encuentran los siguientes: “¿Cómo se puede preparar a los trabajadores y a la sociedad para los cambios estructurales que van a tener lugar, incluido su previsible impacto sobre el empleo y la desigualdad? ¿De qué modo puede la política económica asegurar que la transformación digital redunde en crecimiento inclusivo? ¿Qué tipo de políticas mejoran el acceso a las herramientas digitales en la empresa y facilitan un mayor dinamismo empresarial, especialmente en la pequeña y mediana empresa y en las nacientes empresas innovadoras?”

Aspiraciones que enfrentan hoy los mercados ante el mayor estancamiento del capital, un cada vez más alto desempleo y un empleo cada día más precario a las puertas de una automatización sin precedente, que resulta en la crecientemente imparable desigualdad en todos los países.

8 de octubre de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México,
8 de octubre de 2017)
El Otoño del Imperio

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