lunes, 4 de septiembre de 2017

Corea del Norte: La Temperatura Bélica Escala

Jesús Hernández Garibay

“Cualquier amenaza a Estados Unidos o sus territorios, incluyendo Guam, o nuestros aliados, será recibido con una respuesta militar masiva, una respuesta eficaz y abrumadora…”, decía el domingo anterior el secretario de Defensa Jim Mattis. El secretario Mattis hacía esta advertencia ante lo que la Casa Blanca consideró como una nueva amenaza de Corea del Norte, después de una prueba de la que Pyongyang dijo que fue “una bomba de hidrógeno capaz de encajar en la punta de un misil”, y luego de que presidente Donald Trump se reuniera con sus asesores de Seguridad Nacional.

Con esta nueva prueba, que Corea del Norte describió oficialmente como “éxito perfecto de una bomba de hidrógeno para un misil balístico intercontinental” (el más reciente de 11 ensayos con 17 misiles lanzados de febrero a septiembre de 2017, que perfeccionan aún más con cada lanzamiento su tecnología), se pone de nuevo al mundo en vilo al acrecentarse la presión sobre el presidente Trump en lo que podría convertirse en su primera gran crisis de política exterior.

Más allá del descrédito que busca la caricaturización en la prensa occidental del mandatario Kim Jong-un para hacerlo ver como un demente, la gran pregunta es: ¿por qué Corea del Norte busca tener armas nucleares? Al respecto, un análisis más serio considera que el objetivo final de Pyongyang es conseguir un misil con una ojiva nuclear capaz de alcanzar territorio norteamericano, pues el régimen está convencido de que EUA trata de derrocar a Jong-un, y Pyongyang ve en las armas nucleares la clave para evitar que su mandatario sufra un destino similar al de Moammar Gaddafi en Libia o Saddam Hussein en Irak.

La Casa Blanca se queja de estar siendo amenazada por el guerrerismo del líder norcoreano, pero habría que recordar que el mismo EUA ha sido el causante de que no se logre una solución pacífica duradera en la península de Corea. Veamos si no, cómo a lo largo de varios años Norcorea promovió un diálogo constructivo hacia la reunificación de las dos Coreas; hecho que siempre ha sido del desagrado de Washington, quien insiste en mantener un amplio aparato castrense en la zona. Durante esos años, un diálogo bilateral permitió establecer una agenda para promover reuniones comerciales, intercambios deportivos y reunificación de familias separadas, con el apoyo de la Cruz Roja Internacional, pero siempre ante el enfado de Washington.

A la vez, durante varios años se abrieron conversaciones a seis bandas (Corea del Norte, China, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Rusia) llevadas a cabo hasta 2005 a fin de resolver el programa nuclear de Norcorea, para lo cual Pyongyang pedía que EUA retirara las sanciones financieras al país y que Occidente se comprometiera en un apoyo económico para solventar las necesidades sociales del pueblo norcoreano; a lo que siempre se negó Norteamérica. Las pruebas de misiles nucleares de Pyongyang parecieran complicar más las cosas; no obstante, lo cierto es que la retórica belicista utilizada hasta ahora por su presidente Kim Jong-un es resultado de la porfiada actitud de Washington, de no hacer caso a las posibilidades de paz.

4 de septiembre de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 10
de septiembre de 2017)
El Otoño del Imperio

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