domingo, 17 de abril de 2016

El Viaje de Barack Obama por Cuba y Argentina

Jesús Hernández Garibay

Del 20 al 25 de marzo último el presidente de Estados Unidos Barack Obama realizó la que con seguridad ha sido su última gira por nuestra América, al visitar dos países hoy importantes de destacar para la geopolítica de la actual Casa Blanca: Cuba y Argentina. El principal objetivo, que Obama no podía dejar de asumir, era el visitar la isla caribeña para garantizar la consolidación del paso dado por su administración al reiniciar relaciones diplomáticas con La Habana. La segunda visita, a la Argentina, le permitió al mandatario hacer contrapeso a las posibles críticas de las derechas anticastristas estadounidenses y continentales, descontentas por la decisión tomada en el último tramo de su gobierno.

“Vine aquí para dejar atrás los últimos vestigios de la guerra fría en las Américas…”, dijo Obama en la principal alocución de su visita en el Gran Teatro de La Habana, lo cual es más una aspiración que un hecho, puesto que su país continúa preocupado por lo que pudiera acontecer en los países nuestros, como se advierte en su comportamiento abierto y soterrado en el entorno de los cambios que se producen en esta región. No por menos es que la reacción de diversos cubanos fue categórica. Un periodista opinaba: “Fue un discurso seductor, pero también tramposo…”

El viaje a la Argentina lo mismo fue importante para Obama, pero sobre todo por el encuentro con el presidente Mauricio Macri, personero del gran empresariado argentino cuyos intereses empatan mucho más con aquellos de los grandes consorcios y el “libre mercado” (ofrecido de nuevo y por enésima ocasión a los cubanos en aquella alocución). Obama, en el emblemático país del Cono Sur, no tuvo que hablar de ello y más bien se sintió obligado, al cumplirse 40 años del cruento golpe de Estado padecido ahí, a hacer un reconocimiento en el sentido de que EUA “tardó” en defender los derechos humanos en Argentina y otros países nuestroamericanos.

Debió haber dicho que Estados Unidos “promovió” el golpe, como lo hizo en aquel entonces en ese y en otros países, o como lo hace con métodos más “institucionales” en tiempos más recientes en Honduras o en Paraguay, o como lo quisiera hacer ahora mediante el uso del “golpe suave” en Venezuela, Brasil, Ecuador o Bolivia, países que incluyen a gobiernos incómodos para el plan aún vigente de lograr la gran tarea delineada por la Doctrina Monroe: “América para los americanos”. Sólo que en estos tiempos el escenario es más complicado, a tal punto que su presidente, “el hombre más poderoso del mundo”, tiene que ir a La Habana a pedirles a los cubanos que “por favor sean razonables” y acepten la “democracia”, mientras a Macri tiene que solicitarle que, por favor, se respeten los derechos humanos.

Y es que ahora, a pesar de los vaivenes, en nuestros países hay más conciencia del entorno y pueblos cada vez mejor organizados, que contribuyen en muchos casos a una defensa más férrea de nuestros recursos y a la más sistemática búsqueda de caminos seguros hacia un futuro más nuestro.

17 de abril de 2016.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 10 de abril de 2016)
El Otoño del Imperio

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