domingo, 27 de marzo de 2016

La Carrera Presidencial Demócrata: Sin Ganador Todavía

Jesús Hernández Garibay

Habiendo concluido una parte importante de las primarias en las precampañas para la carrera por la presidencia de Estados Unidos, uno podría suponer que estarían casi consolidadas las tendencias en las dos principales fuerzas partidistas; pero no es así. En el Partido Republicano ha tomado vigor la propuesta planteada por el multimillonario Donald Trump; pero eso no quiere decir que esté allanado el camino de quien ha resultado un personaje incómodo hasta para su mismo partido. En el Partido Demócrata, los triunfos de Hillary Clinton en varios estados podrían sugerir que comienza a doblegar a su único contrincante importante, el senador Bernie Sanders; pero tampoco es así.

Los triunfos, importantes y que han permitido por el momento a la Clinton tomar un poco de aire, han sido sobre todo engrandecidos por los principales medios informativos y la llamada “clase política” de Washington; es decir, los aparatos del Statu Quo para quienes la mejor opción presidencial por ahora es ese Clan Clinton. No obstante, la historia real es otra, pues la campaña apenas está comenzando a incidir en las reglas políticas tradicionales, como sucedió seis años antes, pues el movimiento popular alrededor de Sanders está construyendo por sí mismo un momento comicial propio, que cobra fuerza día a día. Así, lo que los grandes medios informativos destacan son sólo las viejas maneras de hacer política y no los nuevos vientos.

El movimiento que apoya a Sanders nace de luchas anteriores, con el movimiento contra la guerra de Vietnam de 1965 a 1975, la Coalición Arcoíris de los ochenta, el movimiento altermundista que conserva aún el “espíritu de Seattle” de 1999, un movimiento luego potenciado tanto por el triunfo electoral doble que le otorga en 2008 y en 2012 a Barack Obama, como posteriormente por el aún más importante movimiento “Ocupa Wall Street”, que provee de una creciente conciencia a sectores de inmigrantes, de mujeres y sobre todo de jóvenes ―una robusta nueva generación que por vez primera comienza a aceptar la palabra prohibida: “socialismo”, como una posibilidad para su país―, y que por ahora crece de una manera exponencial.

Es la gente la que ha inundado esta campaña con un nuevo movimiento popular que, ciertamente, de un lado apoya a Trump en defensa de los valores tradicionales blancos, pero de otro apoya a Sanders; y este segundo movimiento masivo diseña su empoderamiento a través de las redes sociales y se muestra como un movimiento político que habla abiertamente de una necesaria “revolución política”, cuyo vehículo, al reunirlo y abrir sus puertas, es ahora Sanders.

Éste es el verdadero adversario de Hillary Clinton y lo que con seguridad le seguirá quitando el sueño en las semanas por venir hasta la Convención del Partido Demócrata el 25 de julio próximo. Y así fuera que ese movimiento no lograra triunfar ahora, como lo hizo con Obama, llevando a Sanders a la Casa Blanca, triunfaría en haberse fortalecido una vez más como un movimiento popular creciente para las futuras batallas que seguro llegarán en ese país.

27 de marzo de 2016.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 27 de marzo de 2016)
El Otoño del Imperio

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