sábado, 11 de julio de 2015

El NO a la Troika en la Crisis Griega

Jesús Hernández Garibay

El reciente NO del pueblo griego en contra de las draconianas medidas planteadas al gobierno helénico por la llamada Troika (Banco Mundial, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), esto es, más recortes sociales como condición para otorgar mayores recursos financieros a la complicada situación que ellos mismos crearon, tiene aristas que hay que considerar. En particular, la grave situación de las deudas externas de muchos países en el mundo y la inviabilidad de solucionar la crisis que provoca mediante fórmulas que dejan caer en las espaldas de la gente sus consecuencias; a su vez, por la mayor organización y mejor entendimiento de sus circunstancias, la resistencia y respuesta cada día mejor articulada de los pueblos, como el referendo del domingo lo ha hecho notar.

Como se entiende, el endeudamiento ha sido un mecanismo que ha permitido a los mercados mantener su ritmo de crecimiento, una condición aceptada por muchos países sobre todo a partir de los años setenta en que los gobiernos pretendieron que con el simple financiamiento de los grandes bancos podrían hacer frente a las necesidades nacionales. El problema, sin embargo, es que esta circunstancia se ha convertido en un agujero sin fondo, que ya sufrió una grave crisis en los años ochenta y que, vez tras vez, sólo a través de la reestructuración de los pagos y la posposición de sus efectos sobre las naciones, ha podido sobrevivir; y los recursos se agotan y el remedio se muestra cada vez menos conveniente que la enfermedad.

El tamaño del problema comienza a alarmar, como lo advierte en su reciente 85° Reporte Anual 2014/2015 el Banco Internacional de Pagos (Bank for International Settlements), con sede en Suiza, una entidad que atiende a los bancos centrales en la búsqueda de estabilidad monetaria y financiera, fomenta la cooperación internacional en esas áreas y actúa como un banco para dichos bancos centrales. En ese informe, el banco plantea una severa advertencia en el sentido de que “El mundo está indefenso ante la próxima crisis financiera”, pues, indica, “los bancos centrales han agotado sus municiones tratando de hacer frente a las últimas crisis…” y “las autoridades monetarias han quedado sin espacio para responder” a la misma, debido a que, afirma, las tasas de interés ya no pueden ser más bajas.

Pero lo más preocupante es que ante la imposibilidad de otorgar ad infinitum nuevos préstamos sin haber resuelto en verdad los pagos de los anteriores, crece el enfrentamiento entre la facilona salida de obligar a una cada vez mayor austeridad en contra de la gente, y el hambre que provoca y cala, pues los pueblos aprenden y se organizan para oponerse a ello. Lo que dibuja un largo y cada día mayor ciclo de protestas en cada vez más países del mundo. Signo de los tiempos que deja ver que, en efecto, si no lo somos todavía, “nosotros también seremos Grecia” en los próximos años.

11 de julio de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 12 de julio de 2015)
El Otoño del Imperio

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