domingo, 7 de octubre de 2012

67ª Asamblea General de la ONU

Jesús Hernández Garibay

Del martes 25 de septiembre al lunes 1º de octubre fue llevado a cabo el sexagésimo séptimo período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, con la participación de más de 120 jefes de Estado y de gobierno de los 193 países integrantes de las Naciones Unidas. Entre los temas de interés internacional que se abordaron destacó la economía mundial y la situación en el Medio Oriente, en particular el ataque terrorista que costó la vida a diplomáticos estadounidenses. La sesión fue inaugurada por el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon y, como ha sucedido siempre, fue Brasil el primer orador personificado por su presidenta Dilma Rousseff, seguido por el país anfitrión Estados Unidos, hoy representado por el presidente Barack Obama.

Sin mayores sorpresas, los discursos de los mandatarios participantes fueron previsibles: Obama habló del liderazgo de su país en el mundo y de los disturbios en países musulmanes; la mandataria brasileña destacaría el éxito de los programas sociales de su país; el presidente Evo Morales reiteraba la justa demanda de Bolivia de obtener una salida al mar; y mientras el presidente iraní Ahmadinejad defendía el plan nuclear pacifista de su nación, el premier israelí Netanyahu se quejaba de la ineficacia de las sanciones impuestas a Teherán. Cristina Kirchner hacía de nuevo hincapié en el reclamo argentino por la soberanía de las islas Malvinas, mientras otros gobiernos insistían en la postergada reforma del organismo, cuya estructura, arguyen, aún refleja el equilibrio de poder de 1945.

Desde hace años la ONU está sumida en dudas sobre su eficacia y críticas a su funcionamiento. Se dice que sufre una parálisis que rememora los tiempos de la Guerra Fría y que sus miembros se reúnen vez a vez para ofrecer discursos sin un mayor efecto para afrontar los desafíos actuales del mundo; discursos cargados de buenas intenciones pero victimas de los intereses de quien resulta su principal obstáculo: el poderío norteamericano y su sistema de alianzas en distintos lugares del planeta. Así, la grave crisis financiera que padece el mundo desarrollado, el peligro nuclear, la latente amenaza del terrorismo o el reto del cambio climático son temas de nuevo reiterados, sin solución a la vista.

Pertinente como era, fue el canciller de Nicaragua, Samuel Santos, quien en la misma asamblea atinaba a hablar de temas cardinales, como la trascendencia de los procesos de integración regional en América Latina y El Caribe que, indicaba, “avanzan a pasos enormes para fortalecer su integración y unidad económica, política, social y cultural”. Santos recordaba los avances que se impulsan desde organismos como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el Sistema de la Integración Centroamericana y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Hablaba también de la importancia del Movimiento de Países No Alineados, cuyos principios y propósitos, decía, “constituyen una base común, amplia y de alcance mundial que contribuye al desarrollo de un mundo multipolar y al fortalecimiento de la paz y la seguridad internacionales…”

7 de octubre de 2012.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 7 de octubre de 2012)
El Otoño del Imperio

No hay comentarios.:

Publicar un comentario