viernes, 8 de octubre de 2010

La Migración Latinoamericana

Jesús Hernández Garibay

El tema migratorio se ha convertido en un asunto de suma trascendencia para el planeta. El informe sobre Migración y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unida (ONU), habla de los 191 millones de inmigrantes registrados ya en el 2005, y de un estimado de 167 mil millones de dólares al año enviados por trabajadores inmigrantes a sus países de origen, con los que estos países subdesarrollados se benefician. De los millones de personas que vivían fuera de sus países de origen en ese año, 115 millones lo hacían en países desarrollados y 75 millones en países subdesarrollados; es decir, el 40% de todos los migrantes del mundo se habían mudado de un país subdesarrollado a otro, mientras que el 60% de las personas se trasladaba de países subdesarrollados a países desarrollados. En América Latina lo mismo, el flujo seguía creciendo.

La migración internacional crece actualmente a una tasa de 2.8% anual y los migrantes constituyen el 3% de la población mundial. Anualmente se mueven un promedio de 2.4 millones de migrantes de países subdesarrollados a países desarrollados; más del 50% son mujeres y hay una proporción creciente de niños y niñas. En el año 2000 casi 20 millones de latinoamericanos y caribeños vivían ya fuera de su país y siete de cada diez vivían en Estados Unidos, muchos de ellos en condición de ilegales. La crisis económica, política y social que viven muchos de los países de América Latina ha forzado a una creciente migración en distintos países como los centroamericanos. El Census Bureau de Estados Unidos reveló hace poco que el número de inmigrantes e hijos de inmigrantes ha alcanzado en este país el nivel histórico más alto hasta ahora registrado: 56 millones, de los cuales 34 millones llegaron en las últimas tres décadas.

La evolución de la migración latinoamericana se desarrolla en tres etapas. Una primera se inicia en los 70s y 80s con el exilio político desde el Cono Sur, particularmente Argentina y Chile, aunque también desde Venezuela y Cuba; no obstante, los topes restrictivos de las políticas migratorias de Estados Unidos favorecen una reorientación migrante hacia Europa y particularmente, por el idioma, a España. Se inicia así a mediados de los 90s una segunda etapa, con el incremento de las migraciones hacia este último país, lideradas por peruanos y dominicanos. Una tercera etapa se desarrolla en los últimos años del siglo XX y primeros del XXI, cuando se produce un ascenso sin precedentes de la migración hacia EUA y países europeos como España. De 1999 a 2002, por ejemplo, los inmigrantes ecuatorianos se incrementaron en 891%, los colombianos en 522% y los argentinos en 172% (Jéssica Retis, 2006).

México aporta más de la cuarta parte de los migrantes, la cual constituye la porción más grande de extranjeros de un solo país, sobre todo hacia EUA. Sin embargo, para muchos países sudamericanos, Europa está desplazando a la Unión Americana como la región más atractiva, en parte por razones culturales y de idioma. Como se entiende, el desempleo, los bajos salarios, la desigualdad en distribución del ingreso, la fragilidad de los Estados, la falta de confianza en los gobiernos y en un futuro próspero para muchas personas, son factores que se conjugan para crear unas condiciones que, imbricadas con las percepciones y motivaciones subjetivas, configuran el mapa de un éxodo con matices novedosos respecto a procesos migratorios previos en el subcontinente latinoamericano. (Gómez Quintero, 2005).

08 de octubre de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 10 de octubre de 2010)
El Otoño del Imperio

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