sábado, 5 de mayo de 2018

A 50 años del Mayo Francés

Jesús Hernández Garibay

En marzo de 1968 un grupo de estudiantes de la Universidad de Nanterre, en las afueras de París, inició una serie de protestas en contra de la Guerra de Vietnam. En abril se desataron enfrentamientos entre estudiantes anarquistas, trotskistas y maoístas con organizaciones de extrema derecha. La policía parisina reprimió estos enfrentamientos violentamente, lo que desató una reacción de repulsa en la juventud francesa. El día 3 de mayo, por ello, estudiantes de Nanterre se congregaron en La Sorbona para hacer más evidente su descontento. La Policía volvió a reprimir y disolvió la nueva manifestación. Así se inician los sucesos conocidos como el “Mayo Francés”.

El Barrio Latino de París junto a La Sorbona, se convirtió entonces en una zona de guerra donde barricadas de miles de jóvenes indignados bloqueaban las calles y resistían las embestidas de la policía; en tanto, estudiantes y maestros convocaron a una huelga que se extendería por algunos días. A partir de aquí las protestas fueron cada vez más intensas y el movimiento alcanzó escala nacional el 13 de mayo, cuando se sumaron los sindicatos obreros con un paro nacional.

Cientos de fábricas fueron tomadas por sus operarios y la industria quedó prácticamente paralizada, mientras los sectores más radicalizados comenzaban a exigir “la abolición de la sociedad de clases”. Siete millones de huelguistas de todos los sectores públicos y privados franceses llevaron a cabo la que ha sido considerada la huelga general más grande del mundo. Y aunque la crisis hizo tambalear al gobierno de Charles de Gaulle, quien hubo de anunciar el 30 de mayo la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria a elecciones legislativas, en el corto plazo las cosas volvieron a la normalidad.

No obstante esto, los acontecimientos de 1968 fueron un punto de quiebre importante en la historia francesa y el Mayo Francés tuvo un enorme y duradero impacto en el resto del planeta. Lemas como “La imaginación al poder”, “Prohibido prohibir”, o “Seamos realistas, pidamos lo imposible”, dan cuenta de los alcances políticos del movimiento, aunque también de sus limitaciones. Lo que caracteriza el inicio de los movimientos en varios países es el rechazo a la guerra de Vietnam, pero después la gran mayoría de las protestas crecen como consecuencia de los excesos represores de regímenes autoritarios.

“De París a Praga, de Berlín a México, de Berkeley a Madrid ―dice Gilda Waldman―, los jóvenes compartieron el anhelo de libertad frente a sociedades rígidas y autoritarias, el cuestionamiento de anquilosadas estructuras de poder, la crítica a democracias que demostraban su insuficiencia, y la valoración de la responsabilidad solidaria frente al individualismo y la competencia…” Eso convierte al Mayo Francés del 68 en un parteaguas producto de una sociedad global, el propio capitalismo cerrado y conservador.

Para muchos que han escrito al respecto, dicho suceso derivó en una gran revolución cultural que se pronunció por una mayor libertad de todo tipo, incluida la liberación sexual, la igualdad de la mujer, la exigencia de mayor cultura con base en una cosmovisión amplia de izquierda, ecológicamente responsable y anticolonialista. Este es el legado del 68 a nivel mundial.

5 de mayo de 2018.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 5 de mayo
de 2018)
El Otoño del Imperio

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