lunes, 4 de diciembre de 2017

El “Black Friday” y la Penuria de los Mercados

Jesús Hernández Garibay

El “Black Friday”, una jornada de compras donde la mayoría de los comercios ofrecen descuentos durante un fin de semana, desde sus iniciales orígenes en los años sesenta se celebra en Estados Unidos un día después del Día de Acción de Gracias. En México la fecha no coincide con el mismo día, pero en el sexenio foxista se estableció “El Buen Fin” con la misma intención de incrementar el consumo. Al igual que en Estados Unidos, también en Canadá, España, Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido ha sido iniciada esa práctica, y en Latinoamérica, siguiendo a nuestro país, en Brasil, Perú, Colombia, El Salvador, República Dominicana, Nicaragua y Panamá varios supermercados y almacenes se han sumado a la iniciativa.

El frenesí consumista de este año pronosticaba que 164 millones de norteamericanos derrocharían la sorprendente suma de 20 mil millones de dólares en tiendas y en línea (Cyber Monday) en estas fechas. Previamente ya se esperaba que las ventas en la Unión Americana se incrementaran en un 15 por ciento con respecto al año anterior, pero a las 17 horas del jueves 23 los compradores ya habían rebasado los mil millones y medio, lo que representaba un aumento todavía mayor, del 17 por ciento con respecto al 2016. Un hecho que podría llevar a suponer que existe bonanza en la economía de EUA, pero que esconde otros entornos.

En efecto, debido a la inclemente competencia y la necesidad de mantener el proceso irreversible de concentrar cada vez más en medio del estancamiento por la baja de las tasas de ganancia en los mercados, la búsqueda empresarial del “Viernes Negro” es la de estimular la sed de compra de los consumidores y con ello el incremento del consumo. Pero en esa jornada, en la que en su mayoría los compradores acrecientan también sus deudas personales, desde luego los que más ganan son los más grandes consorcios; un lugar donde tan sólo el 10 por ciento de los mismos se queda con cerca del 80 por ciento de todos los beneficios.

De por sí que el proceso de concentración y centralización a estas alturas del nuevo siglo ha llevado a que el valor combinado de tan sólo 10 multinacionales alcance ya al producto interno bruto de los 180 países más pequeños del planeta; una realidad en la que los grandes titanes empresariales crecen a base de adquirir las empresas con mayores penurias de sus rivales. La misma concentración se advierte en la banca, donde las cinco mayores firmas financieras ya concentran en Wall Street el 45 por ciento de los activos, el doble que a comienzos del milenio, lo que otorga una primordial trascendencia a la financiarización de los mercados, o sea, al endeudamiento cada vez mayor de las personas, de los gobiernos y de las mismas empresas.

No en balde varios expertos coinciden en que luego de diez años de la crisis de 2008, en palabras de Bill Blain (Consultora Mint Partners), “muy poco ha sido realmente reparado”, y que “la próxima burbuja está a punto de explotar”, precisando que esta vez los mercados de bonos (inversiones de alto riesgo financiadas con altos niveles de endeudamiento) serán los que desencadenen el caos. Así, el temor crece ante la cada vez más real posibilidad de que la próxima crisis financiera surja desde la deuda corporativa; lo que sin duda nos afectará a todos...

4 de diciembre de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 3
de diciembre de 2017)
El Otoño del Imperio

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