domingo, 22 de enero de 2017

Trump en la Casa Blanca: ¿Influyó Putin en el Descalabro Demócrata?

Jesús Hernández Garibay

Más allá de la polémica desatada por el gobierno saliente de Estados Unidos, de explicar la derrota demócrata y el triunfo de Trump en los recientes comicios por causa de la “mano negra” de Vladimir Putin, lo cierto es que hay muchas más formas de explicar el descalabro por el que ahora se rasgan las vestiduras quienes no podrían esconder su propia mano en decenas de comicios de otros países, incluida Rusia.

Una en particular es muy evidente. Ya desde noviembre de 2010 era manifiesto el deterioro del Partido Demócrata, cuando en las elecciones intermedias de ese año sufre una derrota legislativa a manos de un movimiento popular conservador que se expresa a través del Partido Republicano y ocasiona el logro por éste de importantes espacios en el Congreso, en el entorno del complejo escenario estadounidense de entonces, que incluía una severa crisis financiera.

Los resultados que propinan “una paliza” electoral (según el mismo Obama), respondían en lo fundamental al desaliento de gente cansada de promesas que no resolvían su desmejora familiar. El movimiento de derecha que ahora promueve a Trump nace en ese contexto, sustentando fuertes críticas hacia todo lo que sonara a gobierno demócrata, como los “despilfarros administrativos”, o su intervención en la economía o la decisión de crear un “Obamacare”. Como decía Rand Paul, senador por Kentucky y una de las “estrellitas” del llamado Tea Party que impulsaba a dicho movimiento, su objetivo era “devolver el gobierno al pueblo”.

Lo mismo en las elecciones intermedias de noviembre de 2014, muchos ciudadanos descontentos con dicha decadencia social acudieron a las urnas para repudiar a un presidente malquerido por ellos, y darles a los republicanos el control total del Congreso. En ese año se generó un gran delirio entre los sectores más conservadores del país, que ya hablaban de que los demócratas habían caído “en un profundo agujero”, con una minoría legislativa no tenida que soportar desde hacía casi 80 años.

En este entorno, un columnista afirmaba en la televisión que las victorias republicanas eran, “de muro a muro, la peor, inequívoca, la más aplastante derrota que usted verá alguna vez”, mientras otro comentarista alegaba: “Seis años…, las cosas no van bien, es hora de un cambio…, este es un voto anti-Obama, un voto en contra de los demócratas… La gente no quiere más. La gente no está cómoda con la dirección del país. No está cómoda con la posición de Estados Unidos en el mundo…”

Desde luego que no será el nuevo gobierno de Trump el que resuelva los problemas por los que se quejan quienes ahora lo impulsan. Como con toda seguridad tampoco un gobierno demócrata lo hubiera hecho, ni serían menos los problemas que ese país seguiría provocando en el resto del mundo con un mandato de Hillary, como no lo serán ahora con el nuevo turbulento habitante de la Casa Blanca. Porque la verdadera solución a los problemas por los que hoy pasan Estados Unidos y el resto del mundo, no depende de ningún gobernante sino de la decisión de pueblos enteros de modificar su historia actual y su futuro.

22 de enero de 2017.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 15 de enero de 2017)
El Otoño del Imperio

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