domingo, 8 de agosto de 2010

La Crisis del Agua y la Próxima Guerra

Jesús Hernández Garibay

En la actualidad, 500 millones de personas alrededor del mundo padecen escasez casi total de agua potable y se estima que llegarán a 2 mil 500 millones en el año 2025. Si no se toman medidas para revertir la tendencia, una de cada tres personas estará viviendo en un país con escasez de agua potable. Si bien el problema afecta a todos los países, los más perjudicados son los del Sur, donde habita el 95% de las 80 millones de personas que cada año incrementan la población del planeta. Existen muchos factores que influyen en ello: uso creciente e insostenible de agua a nivel agrícola e industrial; la deforestación y erosión de la tierra; consumo excesivo y basura, contaminación y crecimiento de la población. Pero sobre todo, el agua es cada vez más una mercancía sujeta a las condiciones de mercado.

El cambio climático y la crisis del agua están íntimamente relacionados. Los informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) señalan que el calentamiento global está afectando el ciclo hidrológico del planeta. Se afirma que la superficie de tierra clasificada como muy seca se ha duplicado desde los años 70 y el agua de reserva de los glaciares en todo el mundo ha disminuido considerablemente (PICC, 2007). Estos informes señalan no solo que la disponibilidad del agua está afectada, sino que se viven ahora mayores riesgos de inundaciones y sequías en áreas que antes no se vivían. Asimismo señalan que el derretimiento de los glaciares afecta los equilibrios hidrológicos produciendo sequías y cambios en los ecosistemas que los rodean (ver trabajos de Elizabeth Peredo, de la Fundación Solón, Bolivia).

La transpiración de las plantas, especialmente de los bosques, opera como un verdadero bombeo biológico, succionando aire húmedo del océano para transferirlo luego a la tierra. Si la vegetación es removida de la tierra, este sistema natural de regulación de la biósfera se interrumpe, provocando erosión de la tierra. La tierra seca de áreas que perdieron su vegetación atrapa el calor solar, incrementando gravemente la temperatura local y causando una reducción de la precipitación sobre el área afectada. El clima más cálido produce una evaporación más rápida de lagos y ríos, reduce los ecosistemas de nevados y glaciares afectando a los sistemas de agua y humedad. La urbanización, la deforestación y la destrucción de parajes húmedos destruyen los paisajes naturales; si no hay nada verde que reciba el agua, tampoco se forman las nubes, creando procesos de desertificación (con datos de Maude Barlow, The Council of Canadians).

Se sabe que la precipitación pluvial no queda distribuida uniformemente a través de las estaciones y los años. Alrededor del 75% de las lluvias anuales globales ocurren en áreas donde habita sólo un tercio de la población mundial; es decir, el 67% de la población habita en zonas del planeta que sólo reciben el 25% del agua disponible anualmente. Así, el agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI ya que se espera que en el año 2025, la demanda de este elemento tan necesario para la vida será un 56% superior que el suministro... y quienes posean agua podrían ser blanco de un saqueo forzado. En los últimos tiempos, las grandes corporaciones han pasado a controlar el agua en gran parte del planeta y se especula que en los próximos años unas pocas empresas privadas poseerán el control monopólico de casi el 75% de este recurso vital. Por ello es que se habla de que la guerra por el agua, es una más de las guerras que en los años venideros azotarán a este planeta.

8 de agosto de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 8 de agosto de 2010)
El Otoño del Imperio

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