domingo, 22 de marzo de 2015

El Ultimátum a Venezuela y los “Golpes Suaves” en América Latina

Jesús Hernández Garibay

Cual si fuera una virtual declaración de guerra ante un grave peligro castrense en contra de su país, el presidente Barack Obama emitió el pasado 9 de marzo una orden ejecutiva en la que califica a Venezuela como “amenaza extraordinaria e inusual” a la seguridad nacional y la política exterior estadounidenses. Ante tal situación, el decreto del mandatario declara una “emergencia nacional para enfrentar esta amenaza”, pero, sin embargo, sólo insiste en acusar a Caracas de violar los derechos humanos, restringir la libertad de prensa y exacerbar la corrupción.

Más allá de ser éste un intento por calmar los ánimos de la ultraderecha y los halcones en casa, por razón de las inquietudes que han surgido por su decisión de iniciar un acercamiento diplomático hacia Cuba, lo cierto es que el desaforado baladro de Obama buscó acallar las huellas encontradas por el gobierno bolivariano sobre el golpe de Estado que se preparaba para mediados de febrero, que incluía el bombardeo de instituciones gubernamentales y la sede de la cadena noticiosa Telesur y que fue descubierto, exhibido con pruebas documentales, de audio y video, y desactivado, en el cual estuvieron implicados también funcionarios norteamericanos.

Con el prurito de la supuesta violación a los derechos humanos y pretendida dictadura de Maduro, la campaña de la ultraderecha y las grandes empresas de la oligarquía venezolana para desprestigiar y desgastar a un gobierno legalmente constituido, ha tenido de todo: una extensa guerra económica que apuesta al hambre de la población, el fomento de intrigas para promover el descontento social, conflictivas movilizaciones de calle, operaciones de guerra psicológica, campañas mediáticas permanentes, promoción de un aislamiento internacional del gobierno y otros métodos, todos parte de la ya conocida estrategia del “golpe suave” sustentado en las indicaciones del politólogo estadounidense Gene Sharp.

Pero tales maniobras no sólo están siendo utilizadas en Venezuela. En varios de los recientes golpes de Estado que se han intentado o llevado a cabo en distintos países de América Latina frente a gobiernos incómodos: Venezuela (2002), Haití (2004), Bolivia (2008 y 2014), Honduras (2009), Ecuador (2010), Paraguay (2012), así como en los reiterados intentos por desestabilizar el gobierno de Cristina Fernández en Argentina, y hasta en las movilizaciones en contra de Dilma Rousseff en Brasil, hay la intención de frenar los cambios que se vienen desarrollando y que trastocan el statu quo.

Es decir, más que un intento por cambiar a un gobierno “dictatorial”, la situación en Venezuela forma parte de un patrón que se ha ido forjando en varios países de nuestra región, para tratar de detener a toda costa los cambios que comienzan a darse y que han derivado en el desgate del sistema interamericano para dar cabida a nuevas perspectivas regionales que desde la ALBA, la UNASUR y ahora en la CELAC, se advierten prometedoras para nuestros pueblos. Y la ya próxima Cumbre de las Américas lo va a denotar.

22 de marzo de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 22 de marzo de 2015)
El Otoño del Imperio



domingo, 8 de marzo de 2015

Vuelta a la Izquierda en Europa

Jesús Hernández Garibay

El reciente triunfo electoral de un partido de izquierda en Grecia, un logro largamente acariciado por decenas de miles de ciudadanos que pergeñaban un cambio de gobierno en la búsqueda de una solución a la crisis en favor de su pueblo, viene a refrescar el ambiente europeo, preñado desde hace lustros por políticas neoliberales que ensayaron sin éxito la formula draconiana de la austeridad, pero para las grandes mayorías y en beneficio de los capitales depredadores.

La Coalición de la Izquierda Radical (Syriza), inicialmente fundada como una coalición de varios grupos y políticos independientes de una amplia gama de tendencias dentro de la izquierda, entre otras los simpatizantes del “socialismo democrático”, ecologistas de izquierda, maoístas, trotskistas y eurocomunistas, fue el principal partido de la oposición en Grecia entre 2012 y 2014 y el partido más votado en las elecciones parlamentarias de enero de 2015, quedando a dos escaños de la mayoría absoluta. Su líder Alexis Tsipras fue nombrado así, primer ministro.

Antes de las elecciones, Syriza anunciaba un programa definido por puntos como los siguientes: anulación de las medidas de austeridad dictadas por la “troika” europea; alivio inmediato de la carga de la deuda; redistribución de los ingresos y una nueva fiscalidad que grave a los más ricos; reducción de los gastos militares; reconstrucción productiva, social y medioambiental; aseguramiento de un empleo estable; profundización de la democracia, refundando la soberanía popular y el parlamento; fortalecimiento del Estado de Bienestar; salud como bien público y derecho social; educación universal, pública y gratuita; política exterior griega independiente y comprometida con el fomento de la paz.

Los inicios del nuevo gobierno de Tsipras han estado signados por algunas medidas urgentes para fortalecer el empleo y el poder de compra de los griegos, así como tratar de encontrar un punto de acuerdo con el Eurogrupo encargado de revisar los préstamos financieros condicionados hace un tiempo para Grecia; un primer avance limitado ha sido hasta ahora posible, aunque causa cierto resquemor en las filas de Syriza. Lo cierto es que, tendrá que pasar un tiempo para ver la dirección en que avanzan los acontecimientos en ese país.

Pero sea lo que pase, las actuales nuevas circunstancias que definen el panorama político griego, comienzan a influir en el ambiente europeo todo. Al respecto basta referirse ahora al caso de España, país con una tasa de desempleo juvenil del 50 por ciento, donde florece el movimiento de los “indignados” y en cuyo seno el pasado mes de mayo se funda un nuevo partido político llamado “Podemos”. El partido se inaugura con 1 millón 200 mil votos que alcanzan para ingresar a su dirigente Pablo Iglesias y a otros cuatro miembros más al Parlamento Europeo. Para más, una encuesta sugiere que Podemos podría ganar en las elecciones nacionales el próximo mes de noviembre, mientras que Iglesias podría ser el próximo presidente español. Lo que de ser así modificaría más el mapa político del mundo…





8 de marzo de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 8 de marzo de 2015)
El Otoño del Imperio

domingo, 1 de marzo de 2015

La Precaria Paz del Mundo

Jesús Hernández Garibay

El reciente acuerdo al que llegaron los jefes de Estado de Francia, François Hollande, de Alemania, Angela Merkel, de Ucrania, Petro Poroshenko y de Rusia, Vladimir Putin, en torno al grave conflicto de Ucrania la semana anterior, disminuye un poco el peligro de desatar una guerra de grandes proporciones en esa región; pero no la anula, pues mantiene viva una tensa calma y una precaria paz en la zona. Si a esa olla de vapor humeante se le agrega otro grave conflicto como el creado por el llamado Estado Islámico en el Cercano Oriente, o el ahora reciente nuevo intento de golpe de Estado en Venezuela, o la incontrolable violencia en más lugares del mundo, puede observarse que el futuro de este planeta sigue pendiendo de un delgado hilo.

Como se recuerda, el conflicto de Ucrania emerge al montarse un golpe de Estado en 2013, en contra del gobierno constituido, que busca vincular al país a la Unión Europea y debilitar la presencia rusa en el puerto de Sebastopol. Eso da lugar a la separación de Crimea y su adhesión a Rusia, la conformación en Luhansk y Donetsk de dos nuevas “republicas populares”, además de un pretendido castigo de Occidente vía sanciones económicas a Rusia. El conflicto se agrava tras la operación militar que Kiev lanza en contra las regiones independentistas, que no reconocen al nuevo gobierno impuesto tras el derrocamiento del presidente Viktor Yanukovich.

Los acuerdos a los que llegan en esa cumbre cuatripartita son un alto al fuego inmediato en las zonas separatistas, la creación de una zona de seguridad, la verificación del cumplimiento del alto el fuego, el inicio de un diálogo para realizar elecciones locales en las zonas bajo control rebelde, indultos y amnistías a personas implicados en los sucesos, liberación e intercambio de rehenes y detenidos, suministro de ayuda humanitaria, plena restauración de las relaciones socioeconómicas, pleno control de la frontera ruso-ucraniana, una reforma constitucional, la retirada de todas las fuerzas armadas extranjeras y el desarme de los grupos irregulares en el territorio de Ucrania.

Infortunadamente, ninguno de estos acuerdos se encuentra plenamente asegurado y en medio del calor de las armas que día con día se disparan, los mismos corren el riesgo de ser solamente una expresión de buena voluntad. Así, el esfuerzo hecho por Hollande y Merkel en lograr reunir a Putin y Poroshenko, corre el peligro de caer en el vacío y, para mayor preocupación, en un contexto en el que por todos lados hace agua la seguridad mundial: con el peligroso crecimiento del Estado Islámico a quien se dice que le siguen llegando armas desde Estados Unidos, la intención por Washington de desestabilizar otros países mediante intentos de asonadas como sucede hoy en Venezuela, y hasta el debilitamiento de algunos gobiernos por parte de otras fuerzas irregulares ligadas al narcotráfico y la delincuencia organizada.

1° de marzo de 2015.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 22 de febrero de 2015)
El Otoño del Imperio