jueves, 22 de noviembre de 2012

Los “Drones”, Aviones Militares de Nueva Generación

Jesús Hernández Garibay

El pasado 5 de junio se dio la noticia de que ya eran siete los ataques lanzados por aviones no tripulados estadounidenses en Pakistán desde la más reciente cumbre de la OTAN, el 20 de mayo. Estados Unidos estaba empleando a fondo sus “drones” en el sur de ese país, una región en la que la insurgencia talibán es muy fuerte. Este tipo de operaciones ha provocado graves tensiones con el gobierno paquistaní, pues ese ataque resultó en la muerte de al menos 15 personas, muchas civiles, y otras 10 el día anterior. La irrupción de los Sistemas Aéreos no Tripulados (UAS o drones, en inglés), es una clara muestra de lo que ha significado la incorporación de nuevos sistemas en escenarios de guerra.

Hay una amplia variedad de formas, tamaños, configuraciones y características en el diseño de los drones, con dos variantes en cuanto a su funcionamiento: controlados desde una ubicación remota, o con sistemas de automatización dinámica. A este respecto, el fin último de su utilización ha sido de un lado el de minimizar las propias bajas, mientras del otro provocar en el enemigo un golpe más certero y con supuestos menores “daños colaterales”. Así, el empleo de estos sistemas “a distancia” por EUA, a la vanguardia en su uso, ha dejado de verse como un sombrío secreto de inteligencia, para ser un recurso armamentístico de uso regular, que ya acumula cientos de operaciones en los últimos años.

Actualmente, los drones realizan tanto misiones de reconocimiento como de ataque. No obstante, ha podido advertirse que sí son susceptibles de provocar daños colaterales y/o identificar objetivos erróneos. Desde luego, el éxito de este sistema es que para el ataque no exige la entrada de tropas, ni la ocupación del terreno, con las consiguientes bajas y costos económicos, y que se dirige específicamente al enemigo a batir. Pero frente a estas ventajas operativas, existen graves bajas colaterales en la muerte de civiles, a más de la violación de la soberanía nacional que involucra su empleo. Además, las posibilidades de combate de estos aviones no tripulados tienen un muy alto costo financiero.

El plan de crear un escuadrón de estos aviones en veinte años para la OTAN costaría nada menos que unos tres billones de dólares; específicamente, la compra y explotación durante ese tiempo de cinco aparatos “Global Hawk” significarían un gasto de cuatro mil millones de dólares. A vez, el costo de operación es elevado: una hora de vuelo cuesta más de treinta mil dólares, mientras que una hora de vuelo del F-22, el caza más caro del mundo, cuesta diecinueve mil dólares. Pero como sucede en los negocios suculentos, hay ahora un surtido bastante amplio de aviones no tripulados, con una producción estable y creciente; ya se habla de corporaciones estadounidenses que están vendiendo drones a gobiernos extranjeros no revelados para supuestas “operaciones antiterroristas y antinarcóticos” (Teddy Wilson, The American Independent). La empresa Vanguard Defense Industries, un contratista militar tejano, predice que el próximo año sus ventas se incrementarán en un 25% ―entre 35 y 40 millones de dólares―, la mayoría de éstas en el extranjero.

22 de noviembre de 2012.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 18 de noviembre de 2012)
El Otoño del Imperio

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