sábado, 8 de mayo de 2010

La Reforma Financiera de Obama

Jesús Hernández Garibay

Luego del éxito obtenido por Barack Obama, al haber alcanzado una Reforma del Sistema de Salud para Estados Unidos, aun cuando limitada, el presidente se plantea ahora sacar adelante la segunda reforma que había ya prometido luego de la grave crisis financiera que estallara en septiembre-octubre de 2008 en Wall Street. La Reforma Financiera es, para el mandatario, el segundo de sus grandes proyectos domésticos, que advierte como necesarios para estar en posibilidades de mejorar en su favor la composición del Congreso y competir con cierta ventaja en las elecciones de 2013 por un nuevo periodo presidencial. La Reforma Financiera desata, igual que la del sistema de salud, pasiones encontradas, aunque estas sobre todo de parte de quienes más se han beneficiado de la falta de regulación del mercado: los empresarios y sus funcionarios, niños mimados de los anteriores regímenes.

El plan básico para la Reforma Financiera fue anunciado formalmente el 17 de junio de 2009. El mandatario decía entonces que la reforma buscaba regular al mercado, por lo que daría más poder a la Reserva Federal para disciplinar a las grandes firmas financieras. El plan también preveía elevar requisitos de capital para todas las instituciones depositarias, obligar a los fondos de cobertura a registrarse ante la Comisión de Valores y crear una regulación amplia del mercado de seguros. “Con las reformas que estamos proponiendo hoy ―decía Obama―, buscamos instituir normas que permitirán que nuestros mercados promuevan la innovación, a la vez que desalienten el abuso… Buscamos crear un marco en el que los mercados puedan funcionar libre y justamente, sin la fragilidad en la que los ciclos de negocios normales traen el riesgo de un colapso financiero; un sistema que funcione para las empresas y los consumidores…”

Hoy el proyecto propone la creación de una agencia de supervisión independiente que fiscalice los productos financieros para los consumidores y que obligue a las firmas financieras a tener más capital para sobrevivir mejor en tiempos difíciles. A la vez, obliga a los mercados financieros a exhibir mayor transparencia y responsabilidad. Según el plan, el Gobierno tendría poder para embargar y desarmar empresas grandes en problemas, tomando como modelo los poderes actuales de la Corporación Federal de Seguros de Depósito (FDIC, por su sigla en inglés) para desarticular bancos en quiebra. A la vez, exige que se estipulen controles sobre los mercados de deuda, así como una mayor regulación sobre los fondos mutuos de los mercados de dinero, las agencias calificadoras de crédito y los fondos de cobertura. Presionaría para que se realicen cambios en los gobiernos corporativos que den a los accionistas más poder para restringir pagos de los ejecutivos.

Considerada como la más radical reforma al sistema financiero de EUA de los últimos 70 años, con normas que pretenden regular casi todos los entretelones del especulativo sistema financiero norteamericano, las nuevas medidas buscan introducir una serie de límites al tamaño de la banca y sus vías de ingresos. Obama justifica estas medidas debido a la necesidad de proteger a la economía de crisis futuras, además de comunicarles a los contribuyentes que nunca más serán rehenes de este tipo de entidades financieras. Una pretensión nada fácil de alcanzar, cuando firmas como Goldman Sachs o Morgan Stanley, JPMorgan, Bank of America o Citi Bank han sido los niños mimados de gobiernos anteriores y se han enriquecido con la creciente pobreza de muchos.

8 de mayo de 2010.
(Publicado: Revista Siempre!, México, 9 de mayo de 2010)
El Otoño del Imperio